Capítulo ocho: La mujer de la pintura

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Finalmente está aquí ”

Esa noche Sakura se prepara para ver a Itachi en la cena; una criada le pone un hermoso vestido rojo con bordes dorados que la cubren bien del frío que hay en la capital, luego una corona no tan ostentosa y finalmente se levanta

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Esa noche Sakura se prepara para ver a Itachi en la cena; una criada le pone un hermoso vestido rojo con bordes dorados que la cubren bien del frío que hay en la capital, luego una corona no tan ostentosa y finalmente se levanta. 

—Se ve bien majestad. El emperador quedará encantado con su presencia.

Sakura acaricia su vientre de siete meses, demasiado abultado y ahora pesado, lo último que parecía querer era caminar hasta el comedor imperial, sin embargo lo hace.

—Emperatriz—, saluda Itachi, levantándose de su asiento para poder abrir la silla de su esposa. —¿Cómo has estado?

Sakura ríe. —Nos vimos está tarde majestad, todavía me encuentro bien

Hablan un rato de manera amena y después se disponen a comer, a mitad de la cena Sakura recuerda algo.

—Invité a alguien al palacio.

—¿Quién es?

—Yamanaka Ino.

—¿De la familia Yamanaka?

Ella asiente.

—¿Por qué su visita al palacio?

Sakura deja sus cubiertos. —Somos viejas amigas, quiero verla y contarle cosas.

Cosas como su bebé y que dentro de dos meses daría a luz al príncipe heredero del imperio, también que ella era la nueva emperatriz.

—Esta bien.

Es lo único que responde Itachi, puesto que no tiene ninguna queja al respecto, al contrario, creía que traer a viejos amigos de su esposa le sería muy beneficioso y la haría sentir lo suficientemente bien como para no tener ningún problema más adelante.

La cena concluye tan solo horas después de que Itachi haya decidido darle un nuevo regalo a Sakura.

—¿Me estás comprando?

Itachi ríe y niega. —Compenso mi error.

—¿Con perlas?

—Note que la mayoría de tus coronas eran azules. Supondré que mi madre las pidió específicamente así para ti, pero no hacen juego con el collar que te di.

—¿Y este si?

Itachi asiente. —No importa que te pongas, este collar se verá bien con cualquier cosa.

—Entonces haz estado estudiando—, insinúa Sakura con una risita burlona.

—Realmente lo hice, su majestad no tiene idea de a cuántas mujeres tuve que acudir para preguntar al respecto. Esta fue mi conclusión.

Sakura lo acepta y deja que el collar que traía puesto sea retirado y sustituido por el collar de perlas.

—Es bonito. Gracias Itachi.

La emperatriz consorte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora