Capítulo nueve: Amanecer

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Amanecer

La forma de amar de cada persona es totalmente diferente

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La forma de amar de cada persona es totalmente diferente. Algunos ven amor a primera vista y otros tantos solo una bonita apariencia, existirán aquellos que vean la calidez con más profundidad y sean capaces de encontrar el amor a través de un par de ojos de color. Quizás eso fue lo que llevó que Izumi se enamorara de Itachi. 

En una tarde fría, donde los gritos predominaban y el olor a sangre entraba por sus fosas nasales, asqueándola por completo es cuando sucede.

Su espada flexible se mueve con tanta destreza en sus manos hasta que apuñala a un hombre robusto que usaba un sable. Al instante cae y la sangre se derrama en sus manos, llegados a este punto ha dejado de contar a cuántos asesinó hoy, pero al menos salvó una vida.

—Mnhhg—, se queja este otro chico azabache que posa su mano sobre su estómago para detener el sangrado.

—Estas estorbando aquí.

Izumi es dura, quizás demasiado, pero poco le importa si ese novato muere o vive, se encargó de su deber, ahora ese joven tiene que ser capaz de levantarse y tomar su espada para seguir luchando en nombre del emperador.

—Gra-gracias, habría muerto sin ti.

—¿Tu crees? ¡Levántate soldado! ¡No importa que pase, tu deber es seguir luchando hasta tu último aliento!

La guerra te cambia cuando es de lo único de lo que vives. Izumi nunca quiso eso, pero sus ojos eran los únicos capaces para poder ver el movimiento del siguiente atacante, solo ella podía hacerlo y ahora cargaba con el peso de tener la misma divinidad sobre ella.

Un dios que se apiadó de ella.

Un dios que quizás la aborrecía.

Eso fue lo que la marcó de forma notable y quizás también al mismo Itachi. Haber salvado al amor de su vida. Solo una mirada fue suficiente para que su corazón latiera por el de ahora en más y fue así como comenzó a cuidar su espalda.

Pero quién más amas es quién te da la espalda.

—¡Maldito mentiroso!

Por supuesto, ellos no se habían podido casar. Realmente lo intentaron, pero Mikoto odiaba la idea de que esa joven mujer que  pertenecía a la guerra ahora quisiera subir al trono. No podía dejar que su arma más grande dejara el campo de batalla.

Pero las verdades salen tarde o temprano. Itachi estaba comprometido desde hacía más de dos años. Dos años en que ella estuvo peleando por la nación mientras el jugaba a ser un buen esposo.

—¡Un maldito esposo que se mete con un soldado…! Mientras deja a su mujer en casa.

Que desagradable broma.

Se encuentra pujando con todas sus fuerzas incluso cuando ya no hay lágrimas por derramar y solo puede gritar de dolor, pero luego ahí está

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Se encuentra pujando con todas sus fuerzas incluso cuando ya no hay lágrimas por derramar y solo puede gritar de dolor, pero luego ahí está.
Un hermoso llanto de un pequeño recién nacido.

—¡Es un varón!

El heredero al trono finalmente había nacido y Sakura podía respirar tranquilamente. Su hijo estaba sano y salvo.

No podía negar que el terror se había apoderado de ella cuando vio toda esa sangre en sus piernas, su propia sangre saliendo de su cuerpo. Creyó que era todo, que su amado hijo moriría incluso antes de ver la luz del día,  pero ahora había un nuevo amanecer.

Un nuevo mañana.

—Quiero verlo… Por favor.

Tsunade lo hace, se encarga de dejar al pequeño niño a un lado de Sakura, una Sakura que está tan débil como para poder sostener a su propio bebé que no para de llorar.

—No llores pequeño, mamá está aquí, tu madre te protegerá…

Sakura sostiene la pequeña mano de su bebé y comienza a llorar de una extraña felicidad que nunca en su vida había sentido. Era una mujer feliz porque su bebé está bien, su razón de existir y vivir, el pequeño que cuidó en su vientre durante siete meses.

Pero repentinamente el llanto se apaga.

—¿Está dormido? No creí que…que dormiría tan pronto.

Pero Tsunade se acerca a ella con rapidez y comienza a ver al pequeño niño, no sabe que es lo que está haciendo, las lágrimas no le permiten ver la forma en que Tsunade hace emanar un aura verde que casi cubre el cuerpo del niño prematuro.
Sabe que eso no funcionará.
Ella lo sabe.

—No está respirando.

Dice Tsunade con un evidente pánico.

—No está respirando.

Otro médico se acerca a ella, busca hacer al niño despertar.

—No está respirando.

Pero no puede.

No importa que es lo que haga Tsunade, no importa si usa todo su poder para que el niño respire, no hay nada, no hay un latido o una sola respiración, solo un cuerpo inerte que dejó de llorar hace tiempo.

—¡No! ¡No! ¡No!

Sakura logra acomodarse en aquella cama, observa a su bebé que ha dejado de vivir hace unos minutos, sus manos por el rostro de su amado hijo, las lágrimas que caen en las mejillas de un ser sin vida.

—¡No! ¡Por favor! ¡Por favor no!

Quizás está esperando que suceda un milagro. Un milagro que nunca llega.

Sakura muere en ese momento. No hay nada dentro de ella, solo un mar de lágrimas que no dejan de derramarse mientras abraza con tanto cuidado a ese pequeño niño y pide una y otra vez que vuelva a respirar.

Así es como una vida nace y a la vez se apaga.

El amanecer quizás nunca fue un amanecer.

Simplemente era el sol escondiéndose y dándole paso a la oscuridad, una horrible oscuridad que se lleva todo a su paso.

Incluso su propia vida.

El dolor de una madre por perder a su hijo, un dolor que nunca debió existir.

Esa misma noche Sakura llora en soledad su pérdida, su esposo nunca se mostró ante ella, no dijo nada cuando vio que su hijo no vivía, solo dio la vuelta y se marchó. Dejó atrás todo, la dejó a ella una vez más.

Ino abraza a Sakura en su dolor. Sakura se pierde en el calor de los brazos de su amiga, encuentra la calidez después de tanto tiempo. Ahora están en los brazos de la otra, como solían estarlo cuando eran unas jóvenes tontas, cuando solo había sonrisas y risas.

—Todo estará bien—, intenta decir entre lágrimas, pero Sakura no responde, está demasiado perdida en sus pensamientos como para escuchar lo que Ino le dice.

Para cuando el llanto de Sakura se calla, ella ya está dormida. Quizás a la mañana siguiente despertara gritando y pensando que todo es una horrible pesadilla, que su bebé sigue en su vientre, protegido y escondido.

Eso sucede.

Pero se da cuenta que lo que vive es su realidad y ya no hay nada que cuidar.

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N/A: Perdón que esto sea tan corto. No pude pensar en más al final, pero espera el siguiente capítulo, que sin duda será más largo.

—Kotaru🍡

La emperatriz consorte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora