Sueños Escritos

Capítulo 1

¿el por qué o el quién?

'... ¿Por qué el amor es tan complicado? ¿Existe en realidad? ¿Alguna vez tendré el amor que merezco y quiero? ¿Lo encontraré? ¿Lo debo buscar o, llegará solo? 

Tantas preguntas y no tengo ni una sola respuesta. Es agotador, de verdad. A veces pienso que amo el amor. Que uno de mis objetivos en la vida es ser feliz junto a mi futura pareja y formar una familia. Igual que otras personas sueñan con ser futbolistas, médicos, empresarios... yo quiero y deseo ser feliz con esa persona... ya acabe siendo maquilladora, psicóloga o escritora. Sea lo que sea... porque aún no sé ni qué quiero ser. ...'

Cierro mi Mac, suspiro, y me levanto de mi escritorio para seguidamente empezar a vestirme. Hoy es mi primer día de clase en la universidad y la verdad que pocas ganas tengo. Llevo una temporada bastante desequilibrada, un día bien, dos mal... y así continuamente. A veces pienso que debería volver a la psicóloga, porque la verdad es que no estoy sabiendo gestionar apenas nada y no puedo continuar así. Termino de arreglarme y me decido por un estilo simple pero combinado. Unos tejanos azul blanquecino, no muy ajustados, acompañados de un jersey de lana marrón con algunos detalles en azul también. Complemento mi outfit con mis preciados anillos, collares y pendientes. Juraría que sin ellos no puedo salir de casa, es algo fundamental en mí. Y lo termino, eligiendo las campus grises con las triples rayas blancas. 

Seguidamente bajo al salón para despedirme de mis queridos perritos, Tira y Akson, junto de mi mamá que ahí me espera como cada mañana, no sin antes, rociar mi cuello y cierta parte de mi ropa con un aroma dulce y florecido. Procedo a salir de casa y dirigirme al coche, ese pequeño coche rojo pasión, idéntico al de la Barbie menos por el color y que no es descapotable. El Fiat 500 dolcevita, ese es mi compañero día tras día. Abro la puerta de mi vehículo y dejo sobre el asiento mi enorme y pesado bolso, acompañado de mi portátil. Nunca salgo de casa sin él. Siempre creo que en algún momento del día puedo continuar mi novela o, simplemente, puede surgir alguna idea en mi cabeza y querer redactarla. Luego cada día al llegar a casa descubro que no, que no tengo inspiración hasta que cae el sol y me encuentro sin estímulos externos, es decir, sola en mi cuarto. Dato que tampoco comprendo mucho, pero digamos que me concentro mejor. 

Una vez aparco en el parking de la universidad, salgo del coche, cogiendo mi bolso y mi portátil, y cierro éste. Me dirijo hacia la entrada mientras observo cada pequeño detalle que me rodea. El recinto es precioso y amplio. Aquí, por lo menos, pueden haber 40.000 alumnos ¿? No sé, no soy muy buena con las matemáticas, pero esto es sumamente enorme. Nada más entrar, cruzo por debajo de un gran arco de piedra, decorado con algunas flores silvestres y con dos arbustos enormes y bien tallados, en cada lateral. En medio del recinto se encuentra una redonda y alta fuente rodeada, también, de pequeños arbolitos bien cuidados y redondeados, más a más, de alguna que otra flor. En el lado derecho se encuentra otro parking, para el profesorado supongo, y en la izquierda, hay un largo espacio con mesas de picnic distribuidas por todo éste. Puedo observar un montón de jóvenes estudiantes yendo de un lado a otro. Parecen súper decididos de saber hacia dónde se dirigen, justo todo lo contrario a mí. Quizás por eso me siento observada en cierto aspecto o, directamente, la inseguridad ha vuelto a mi vida. 

Me adentro al alto edificio donde pasaré los próximos cuatro años, si todo va como lo planeado. La entrada es sumamente bonita. Las puertas y las fachadas están talladas a la antigua, como si de un monumento histórico se tratara, y le acompañan grandes escaleras centrales, parecidas a la de los palacios de las típicas princesas Disney, junto con sus anchas y curvas columnas en ambos laterales. Me acerco al famoso tablón de noticias de los institutos en busca de la respuesta a mi pregunta más reciente; ¿Dónde tengo que ir?