Capítulo 4

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No me llames, Lil. 


Me dirijo rápidamente, junto con Noah, hacia los lavabos más cercanos. 

—¡Espera Lily! —grita Noah detrás mía. Freno en seco mientras volteo, sobre mi misma, para poder mirarle directamente. 

—¡¡Voy a mi taquilla un segundo que tengo un quitamanchas mágico. Podrá ayudar a quitar la mancha súper rápido!! —dicho esto, decide irse corriendo hacia el lado contrario a los lavabos. Debo admitir que ha sido un acto gracioso el verle correr desesperadamente, por algo que tampoco tiene un gran peso de importancia. Sacudo mi cabeza para concentrarme en lo que tengo que hacer y, vuelvo a retomar mi camino. Entro en los primeros lavabos que encuentro, más apurada que nunca, y me acerco a la pica. Abro el respectivo grifo y empiezo a mojar mi blusa con poca agua para humedecer la mancha mientras espero la presencia de Noah. Escucho varias voces masculinas de la puerta hacia fuera, lo que me hace entender que pudieran entrar en cualquier momento, ya que, me doy cuenta de que me he metido en el lavabo de chicos. Simplemente por los meaderos que se encuentran en mi derecha. Dato que ha sido totalmente irrelevante e inexistente para mi, hasta ahora. Cierro el grifo y me encierro dentro de uno de los lavabos ajustando el pestillo. Lo último que necesito en el día de hoy es que, ahora, me pillen en el lavabo masculino. Escucho cómo entran y puedo intuir que son solamente dos, ya que en la conversación se diferencian dos tipos de voces distintas. Una de ellas la reconozco, es él. Uno de ellos es Eros. 

—Bro, puedes admitirlo que no pasa nada. —dice esa inconfundible voz. Me siento un poco, por no decir bastante, cotilla escuchando una conversación ajena y privada, pero no sé qué más hubiese podido hacer. Creo que lo mejor es que me quede aquí, hasta que se vayan, espero que sea pronto, por eso. 

—¿Cuántas veces tengo que decirte que no me gustan los chicos? —añade la voz desconocida por mi parte. —Noah es un tío que me cae bien y ya está. —continúa. Ahora no sabría describir si me siento peor, por lo que pudiera llegar a escuchar, o no. Lo único que sé es que me interesa y que mi escucha activa se encuentra más atenta que, incluso, cuando cursaba integración social el año pasado, para poder acceder al mismo lugar dónde estoy ahora mismo metida. La queridísima universidad. 

—Venga ya, será todo lo bueno que quieras, pero a mí nadie me miente y, mucho menos, cuándo cada dos por tres faltáis a clase de literatura. —añade Eros con un tono burlón en sus propias palabras. Empiezo a pensar que puede ser el chico rubio de la cafetería. No me extrañaría nada que fuera él con esta faceta de neutral e indiferente. 

—¿Y qué me dices tú? —pregunta éste. Por su entonación puedo notar algo de molestia por su parte. —Chloe y tú os petáis más de una clase y aquí nadie dice nada. —suelta. ¿Chloe? ¿Quién es Chloe? 

—No estoy con Chloe, y eso ya lo sabes. —el ambiente parece que se tensa por momentos, no sé muy bien si son amigos o se están intentando joder mutuamente. 

—Ya claro... —ríe. —Lo que pasa es que tienes nueva presa, ¿verdad, Eros Corner? —pregunta sarcásticamente. 

—Mira Dereck, déjate de estupideces. —escucho como abren el grifo y empieza a sonar toda la caída del agua chocando contra la pica. —Lily es atractiva, pero ya está. No busco nada. —mis ojos se abren de par en par. Totalmente desprevenida. Tanto por qué hubiesen empezado a hablar de mi, como por qué lo voy a escuchar en primera persona. 

—Te conozco Eros, sé que vas a ir a por ella. Y sabes que no nos conviene meternos en ningún problema más. Mucho menos, por una chica que ni siquiera conocemos. —miles de preguntas entran en mi cabeza para no dejarme pensar con claridad. No entiendo absolutamente nada de lo que está pasando. No entiendo a qué se refieren ni por qué estoy involucrada en supuestos problemas, como dicen. 

—Lo sé... —seguidamente cierran el mencionado grifo y, puedo alcanzar a oír un pequeño suspiro por parte de él. —Lo que me jode es que no tenemos nada que ver y ella tampoco.—añade. 

—Bueno, este mundo es injusto Corner. Pero es lo que hay. —suspira Dereck. 

—No se va a quedar así. —responde Eros. La puerta del lavabo se abre de golpe, sin control alguno, lo que provoca un rígido golpe contra la pared. Acto que hace sobresaltarme y, cortar el diálogo entre ellos dos. 

—¡LILY HE LLEGADO, QUE NO LO ENCONTRAB...! —el escuchar a Noah entrando gritando mientras, yo me encuentro escondida y, ambos chicos se encuentran en medio de una súper importante conversación... dificulta el momento por minutos. —Ai, vaya... perdón. No quería interrumpir nada... —noto la voz de Noah entrecortada. Puedo suponer que se imagina la liada que acaba de cometer. —Pensaba que había entrado al lavabo de chicas, ya me voy. —escucho decir. 

—Tranqui, nosotros también nos vamos. —añade Dereck y, acto seguido escucho la puerta principal del lavabo cerrarse. Me siento en la tapa del retrete pensando en cada una de las palabras que he escuchado decir en, ¿quince minutos?, como muchísimo. Sigo sin comprender absolutamente nada, desde mi punto de conciencia no estoy metida en ningún grave problema. Quizás se referían a otra Lily o, no sé, ¿se habrá confundido de nombre? Sinceramente no lo creo, uno sabe de quién habla. Dudas, preguntas, confusiones, vivencias, hechos... todo, todo está pasando en cámara rápida por mi mente intentando buscar un momento o algo clave que pudiera descifrar una respuesta.  Decido por desencajar el pestillo y abrir, seguidamente, la puerta del individual lavabo. Me acerco a la pica, dónde se encuentra colgado en la pared un espejo y, me observo. Observo cada una de mis facciones en busca de... de nada. Por qué mi reflejo no me va a resolver nada de esto. 

—Ya sabemos que eres bonita, pero no hace falta que te lo creas tanto. —comenta justo detrás mía. Esta vez, sí. Esta vez, mi cuerpo se tensa de tal manera que me quedo paralizada frente al espejo. El corazón se me acelera que, si me tomaran la tensión, rompería el esfingomanómetro. Muevo mi mirada por la superficie del espejo en busca de él. De verle a él por el reflejo que tiene éste. 

—Tranquila, que no diré que has estado escuchando una conversación completamente privada... —añade mientras se acerca a mi persona, posicionándose a menos de un metro de mi espalda. Fija su mirada en la mía, en el espejo, y aún así estando en esa distancia se pueden ver sus brillos y los azulados contrastes que contienen sus ojos. Trago saliva disimuladamente, sin apartarle la mirada. —Y tampoco diré que has estado conmigo en el baño de chicos. —gesticula una lateral y suave sonrisa, aún manteniendo la mirada sobre la mía. 

—No tendrás que decir ni comentar nada por qué no ha pasado nada. —contesto y me giro para quedar frente a él. Inclino levemente mi cabeza para poder mirarle con firmeza a los ojos. Esos ojos que, podría decir que ocultan más cosas de las que me pensaba, desde un principio. 

—Pues yo creo que sí que está pasando. —acorta unos pequeños milímetros más entre nosotros, lo que ocasiona una mezcla y una batalla de sentimientos internos. Dichos éstos no sé manejar ahora mismo. —Que pena que se te manchara, te queda extremadamente bien. —añade, bajando su mirada a mi blusa. Puedo notar como aún sigue húmeda lo que genera transparencia en ella. No sabría describir sus miradas, son tan profundas que te atraviesan con tan solo un segundo. 

—Tengo que irme. —comento, al momento que intento dirigirme a la puerta de salida. 

—Lil. —me llama. Giro sobre mí para poder mirarlo. —Me gustaría que pudiéramos hablar de lo de hace un rato. Aunque sea en otro momento. —continúa, sin apartar su penetrante mirada de encima. 

—No me llames Lil, Eros. —respondo y salgo del lavabo, dando por terminada la conversación. 

No sé qué acaba de pasar. 

Sueños EscritosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora