Capítulo 13

7 2 0
                                    

¿Es lo correcto? 


El trayecto hasta mi coche fue silencioso y tranquilo. Mi cabeza no paraba de darle vueltas a todos los recuerdos, venían momentos buenos, luego desilusiones, buenos nuevamente y, así todo el viaje.

Al final, es algo que quedó marcado en mi y no es fácil de olvidar, ni mucho menos.

En estos casos, se forma una guerra entre el corazón y la mente, los sentimientos contra la autodefensa. Le quiero dar esa segunda oportunidad porque así lo siento pero, mi parte rencorosa me dice que si pasa una vez, puede haber una segunda.

Y es totalmente cierto. Si una persona te ha fallado, existe cierto porcentaje de que te falle una vez más. En ese caso no arriesgaríamos nada y, el rencor y el pasado ganarían la batalla. No tengo nada más que añadir.

Aunque por otro lado, los errores son humanos y, sin ellos no podríamos valorar ni distinguir el bien del mal. Todos podemos cometerlos, de hecho, si me paro a pensar en toda mi vida hasta ahora, seguro que la he cagado más de cien veces. También hay errores y errores. Que una persona haga x y, luego pida perdón como si nada y, encima, habiendo sido completamente consciente de que iba a dañar a la otra persona... pues no lo vería un error si ha sido intencionado en todo momento y con el fin de dañar.

Mi mente iba de extremo a extremo, miles de términos y contradicciones navegaban por un espacio que ni el mismísimo espacio galáctico se asemeja a ello. La confusión vuelve a apoderarse de mi y, de no saber a qué hacer caso.

Lo único que sé en estos momentos, es que necesito soledad, pensar con claridad y escribir. Escribir mucho. Fundirme entre las teclas, perderme entre párrafos y olvidar dicha realidad por minutos momentáneos.

Llegamos a mi coche y, estaciona el suyo al lado para que podamos bajar.

—¿Estás bien? ¿Ha pasado algo...he hecho o dicho algo?. —pregunta con preocupación en cada palabra que pronuncia.

Entorno mi mirada para verle. Sus ojos acaban de confirmar esa preocupación que sus palabras mostraron.

—No, para nada Brix. Simplemente no me acabo de encontrar muy bien y, necesito descansar... y pensar. —respondo.

Noto como su expresión se calma y se relaja un poco más que antes. Comprende que no es algo sencillo y que se necesita un proceso de bastante esfuerzo por ambas partes.

—Entiendo, no te preocupes. ¿Nos vemos pronto? —añade acercándose unos pequeños centímetros más a mi. Hecho que me causa tensión y nervios al instante.

—Tenlo por seguro. —digo abriendo mi propio coche para dejar mis cosas.

—Lil. —dice llamando mi plena atención. —Te quiero. —susurra y, sin que pueda decir nada más, posa sus labios junto los míos, uniéndonos en un cálido y tierno beso. La sorpresa de dicho momento me sobresalta sin poder reaccionar apenas. Lo único que puedo decir es que extrañaba sentirle, extrañaba el sabor de sus labios y la suave textura de éstos. Le extrañaba a él, y mucho.

—Brix... —digo separándome y quedando a unos cortos centímetros de él.

—¿Si? —pregunta envuelto aún en el momento.

—Necesito pensar sobre todo Brix. Es lo único que te pido. —añado y, su mirada se fija en la mía de esa manera tan suya, tan única, tan adictiva.

—Lo sé, y tienes todo el tiempo del mundo para pensar Lily. —responde acariciando mi mejilla con su dedo pulgar. Me conoce y sabe cuando empiezo a estar demasiado nerviosa. Cuando me tenso y cuando quiero llorar. Mi cara es totalmente transparente, se me notan todas las emociones, ya sean buenas o malas. Da igual lo que pueda llegar a decir, que vas a saber cómo me ha sentado hasta el mínimo detalle, des del primer momento. 

Me dejo ir de su suave caricia para darle un beso en la mejilla como despedida y, seguidamente subir a mi auto. Por ahora es mejor que nuestro encuentro termine aquí.

Enciendo dicho vehículo mientras, des del retrovisor central, puedo ver cómo Brix arranca su coche y se dispone a irse. Imito su acción pero, mi camino es por el lado contrario al suyo.

Durante todo el trayecto a casa dejo mi mente en blanco, centrándome y canturreando cada letra de las canciones que mi playlist decide reproducir. Es un momento íntimo, solitario y feliz. A su vez que mis ojos están concentrados en cada movimiento de la carretera, puedo observar el cielo. Por las horas que pasamos allí, vuelvo a mi hogar en plena oscuridad, a pesar de las idénticas farolas, que alumbran la dirección, se pueden acabar de apreciar las estrellas. Es una noche preciosa y, me siento que he arruinado todo. Una parte de mi me dice que no debería de haber actuado así tan de repente, que si yo fuera él me quedaría dándole vueltas que ha podido suceder. Pero al final, he sido justa conmigo misma y, sobre todo, fiel. He sentido negatividad, pesadillas pasadas y, lo mejor que podía hacer era liberarme de aquello y de aquel momento.

Tanto él como yo sabemos que ha sido lo correcto.




Al día siguiente...

Querido sábado. Bienvenido día para mi. Os preguntaréis que por qué, que tiene de especial este sábado de otros y, más a más teniendo exámenes la próxima semana. Pues bien, va a ser un día para mi y solo para mí. Me merezco unos momentos de mimos y bienestar, además de organizar las horas para ser y sentirme productiva conmigo misma.

Nada más despertarme, decido por levantarme de la cama e irme directamente a por un buen y grande tazón de café con leche. Debo coger energía y fuerzas para lo que me espera.

El día va a estar planificado de la siguiente manera:

8:00h - 8:30h: Desayunar tranquilamente y ordenar la habitación, es decir, hacer la cama, ventilar y poner la ropa sucia para lavar.

8:30h - 9:00h: Ejercicio en casa. Algo de estiramientos y algunos que otros ejercicios para ejercitar los músculos y, tonificar el cuerpo. Algo muy básico y simple que aprendí en mi época de bailarina pero, que con constancia, obtenías muy buenos resultados.

9:00h - 9:30h: Ducha fría. No, no, no. Ducha templada mejor. Tampoco hace falta pasarse.

9:30h - 10:00h: Skin care, vestirme con algo cómodo y maquillarme un mínimo. Decido por ponerme un chandal ligero, veraniego y una camiseta negra, básica de tirantes.

10:00h - 12:00h: Escribir mis próximos capítulos de mi novela y, corregir y, en caso necesario perfeccionar, algún que otro capítulo anterior.

12:00h - 15:00h: Tiempo libre para ayudar a cocinar, comer y descansar un pequeño ratito después de la comida. Además del café junto a mamá después de comer, OBVIO.

15:00h - 16:00h: Programar, pensar, planificar, organizar otros próximos nuevos proyectos en la pequeña y revolucionada mente de Lily.

16:00h - 19:00h: Dar una vuelta, dar un paseo por la ciudad y, si me apetece, parar a leer uno de los cuarenta libros que tengo por terminar. Me apetece sentir el sol en mi cara, en mi cuerpo, sentir la vitamina D. Me apetece chocar contra el aire y, despejar mi vida por minutos ni que sea.

19:00h - 21:00h: Cocinar, cenar y acompañar a mi madre a sacar a mis pequeños peludos a pasear unos veinte minutos, como cada noche.

21:00h - 23:00h: Estudiar. Estudiar a tope el examen próximo. Me conozco, después de una larga búsqueda de identidad en años pasados y, sé que todo tipo de teorías y de productividad es más eficiente en mi por la noche. Imagino y puedo llegar a suponer que es gracias a no tener estímulos externos pero, es como que mi cerebro está en paz y de esa manera trabaja mucho más rápido y con mayor destreza.

Y aquí terminaría mi día por hoy. Hacer lo que quise en casi todo momento y lo más importante de todo;

Dedicar mi tiempo a mí.  

¿Por qué?

Porque es mi prioridad en estos momentos, más que nunca. 

Sueños EscritosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora