¿Noah?
Durante toda la noche estuve pensando en si realmente me apetecía verlo y sí, me apetecía mucho.
Quiero ver cómo actúa, qué ha planeado, que tiene que decirme y, a su vez, decirle todo lo que yo pienso. Es hora, de una vez por todas, de poner las cartas sobre la mesa y no solo yo.
Por la mañana me levanto, ventilo la habitación y bajo a tomarme el matutino café de cada día. Hoy es el día, como suelen decir en momentos importantes. Termino de vestirme y maquillarme para ir a la universidad. Es el típico día en el que vas, podría decir incluso, con ilusión a clases por saber lo que haces después de éstas. Aunque los nervios no me los quita ni nada ni nadie.
—¡Noah! —grito al verlo unos metros por delante de mí.
Éste se da media vuelta al escucharme y me regala una especie de mueca, no muy convincente ni semejante a ninguna otra sonrisa. Lo cual me arrebata la mía.
—¿Qué pasa? ¿Estás bien? —pregunto preocupada sin entender qué sucede.
—Lil, esto no te va a gustar nada... —responde mirando a un punto fijo frente suyo.
La preocupación aumenta comiéndose a todas las demás emociones sin permiso ni perdón.
—¿Cómo? —pregunto, nuevamente, esperando ansiosa una respuesta clara por su parte.
Noah, sin pronunciar ni una sola palabra más, saca su teléfono móvil. Busca algo entre chats y el mayor miedo que me podría llegar a esperar, apareció. El corazón se acelera de tal manera que el primer impulso al que mi cuerpo cede es dar media vuelta e irse.
Mientras camino de vuelta a mi coche, escucho los gritos de Noah, los cuales cada vez se vuelven más inexistentes. Sin pedirlo ni quererlo, pequeñas lágrimas salen disparadas de mis lagrimales para crear diferentes recorridos por mis mejillas. Noto lo mucho que empiezan a escocerme los ojos, por lo que puedo intuir que la máscara de pestañas la tengo toda corrida.
Ahora mismo, estoy segura que tengo más parecido a un osito panda que a la princesa Disney que me creía esta mañana.
Enciendo el coche con el poco pulso que me queda y empiezo a conducir de vuelta a casa. Lo único que quiero ahora mismo es llorar y llorar hasta caer rendida y dormida en un profundo sueño. Un hondo trance del que no quisiera despertar.
Llego a casa y nada más entrar, me dirijo flechada escaleras arriba en busca de mi pieza. Entro en ella y dejo las cosas sobre la silla de mi escritorio. Me acerco a la cama pensando en esa foto que me enseñó Noah. No entiendo nada.
Miro la bandeja de entrada de mi móvil y me encuentro con más mensajes de los que he llegado a recibir en meses. Me sorprende pero, esta vez, la decepción gana la batalla emocional.
"Buenos días, reina"
"A la que salgas de clase te paso a buscar. Tengo una pequeña sorpresa para ti." Brix.
"¿Qué te apetece comer?" Brix.
"Lily, coge alguna de mis llamadas, por favor" Noah.
"No quería hacerte daño ni mucho menos. Solo que me la pasaron y creo que tenía que enseñártela." Noah.
"Llámame cuando puedas, por favor" Noah.
"No creo que sea nada más allá, Lily, llámame y te cuento todo lo que sé." Noah.
Y entonces llegué a ver el mensaje más inesperado de todos. ¿Eros?
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Sueños Escritos
RomanceLily es una joven estudiante, con 22 años de edad, con pasión y profesión en la estética y la belleza, junto con el interés por la psicología y la escritura. Desde siempre ha creído en príncipes azules, el amor a la antigua y la magia de éste. Se h...