Capítulo 17

3 1 0
                                    

Él me enseñó... 


No sé qué es lo que siento, realmente, en estos momentos. Me siento engañada durante meses. Me siento traicionada y decepcionada y, créeme, el sentir decepción es lo más complicado de perdonar y de superar. Y aún así, siento que necesito más respuestas. Necesito saber por qué no confío en mí para contarme la verdad de todo esto.

—Lo siento, Lil. —suspira avergonzado. —Sé que la he cagado aún más, sé que no me vas a llegar a perdonar en la vida... sé que no te merezco en absoluto. —dice con la voz entrecortada.

Lo miro detenidamente y me siento a su lado. Observo cada detalle de él, como suelo hacer de costumbre. Algo dentro de mí me hace sentir compasión con él, algo me dice que hay una parte más que no me está contando, quizás la más importante de la historia. Sé que hay alguna justificación, alguna explicación. Presiento en mi interior que Brix jamás me haría daño de esta manera a propósito. Y si así lo siento, así es.

—Cuéntamelo todo, Brix, ahora. —contesto firmemente.

Brix entorna la mirada hacia mi, dejando su cuerpo caer sobre el respaldo del sofá. Vuelve a mirar al frente, como si algo estuviera pensando, como si estuviera debatiendo en su interior si sí o si no. Lo conozco, y sé que algo más me oculta.

—Solamente sabré si perdonar, o no, toda esta mierda si me la cuentas entera. ¿Por qué me mentiste? ¿Por qué no querías que supiera que tu ex es Chloe? —insisto nerviosa.

—No puedo Lil... —suspira frotándose la cara agobiado.

—¿No puedes decirme por qué me hiciste creer que tu ex era otra persona? —pregunto, empezando a sentir impotencia de no obtener respuestas válidas. ——¡Brix, quedabas con ella! Me merezco una explicación, yo... yo confiaba en ti. —exclamo, observando en mi misma lágrimas caer por mis mejillas.

—No es tan sencillo de explicar, ni de entender, Lil. —responde intentando mantener la calma.

—¡Claro que no! ¡Por eso mismo intento que me lo cuentes! ¿A qué has venido sino? —pregunto desconcertada.

Me mantengo en silencio y giro mi mirada hacia la televisión, apagada y colocada justo delante de nosotros. No obtengo respuesta alguna. Simplemente se dedica a mirar un punto fijo, ni siquiera a mí.

—Entonces no te importa tanto recuperar nuestra relación. —pronuncio y me levanto del sofá para dirigirme a la cocina.

Mis últimas palabras me duelen incluso más que su mentira. No acabo de entender porque no me puede explicar las cosas como son. Pero esto, no quedara así.

Saco la taza de una de las estanterías de mi cocina y la lleno de agua hasta arriba para, seguidamente, ponerla al microondas a calentar. Necesito hacerme una tila porque, de lo contrario, mi ansiedad va a explotar en llamas. Pasados los dos minutos, saco la taza con extremo cuidado de no quemarme y la dejo sobre el mármol. Añado la bolsita de infusión y tapo la superficie de ésta con un pequeño plato. Me apoyo sobre la encimera intentando mantener la calma e intentando encontrar el sentido y la respuesta.

—Te lo explicaré todo, Lil. —escucho decir a mis espaldas.

Me giro en busca de encontrar a Brix y ahí estaba, apoyado sobre el marco de la puerta de la cocina, acompañado de sus azulados y cristalinos ojos. Lo miro esperando a que continúe, a que diga todo lo que quiera decirme por ahora.

—Solamente... necesito mi tiempo. —añade mientras baja la mirada. —No quiero ponerte en peligro Lily. Eres lo más importante de mi vida y, no puedo perderte de ninguna manera. —confiesa durante seca ligeras lágrimas correr por sus mejillas.

Sin pensármelo ni un segundo, me acerco a él y lo envuelvo entre mis brazos. Lo había visto en situaciones malas y jodidas durante nuestro tiempo juntos, incluso pensé haberle visto peor al querer volver conmigo, pero... este momento no tiene ni punto de comparación con ninguna otra situación pasada.

—Lo entiendo, Brix. —susurro entre sus brazos.

Le abrazo fuerte, todo lo fuerte que puedo. Sé que otra persona en mi lugar lo echaría a patadas de mi casa, no perdonaría algo así, pero no puedo hacer eso. Le quiero y le seguiré queriendo y sé que él también me quiere a mí. Solamente necesito saber en qué se ha metido para llegar a mentirme e incluso para temer por nuestra seguridad.

Me separo poco a poco quedando frente a él.

—Te dejo el tiempo que necesites para explicarme todo, pero debes prometerme que lo harás. —digo mientras contemplo fijamente sus ojos.

—Te lo prometo, Lil. —dice mirándome fijamente también.

Acto seguido, lo ideal y lo que más deseaba era que me besara hasta dejarme sin respiración pero sabía que no era lo que debía pasar.

En el fondo estoy dolida y eso es algo que hay que tener en cuenta. No hemos vuelto y hasta que no sienta confianza y seguridad en la relación, no volveremos. Hasta que no vea que, de verdad, quiere luchar y lo hace, no volveremos.


El resto de la tarde la pasamos hablando en el comedor tranquilamente. Volvimos a retomar, varias veces, el tema de la ruptura y de qué fue lo que no funcionó en el pasado, con el fin de poder mejorar en el futuro. Me sentí escuchada, comprendida y apoyada. Algo que necesitaba sentir e oír muchas veces en este tiempo separados. Por su parte, me contó todo lo que hizo desde que nos alejamos, todo lo que progresó con su primerizo negocio, cómo está su familia, cómo terminó la carrera universitaria... aunque esta última noticia me chocó bastante, en el sentido de que me hubiese encantado estar junto a él en ese día. Apoyarlo y decirle lo muy orgullosa que estaba por verlo graduarse, y lo hice, pero de manera escrita y privada. Nunca le llegó dicho mensaje y dudo que alguna vez lo llegue a leer.

Al final, después de ponernos al día de manera natural, se fue. Las horas pasaron como si nunca hubiese pasado nada doloroso entre nosotros, como si ninguno de los dos hubiese estado dañado ni herido. Como si el daño, que nos llegamos hacer entre ambos, nunca hubiese existido. Sinceramente, me ilusiona lo bien que nos hemos entendido, lo bien que hemos podido dialogar de todos los temas y, por mi parte, descubrir que sigue siendo ese chico que conocí hace tanto tiempo, el que me enamoró entre risas y piques. Ese chico que me desestabilizó los días y me desordenó la vida.

Él me enseñó a fluir un poquito más en mis días.

Él me enseñó que el amor verdadero existe, aunque se cometan errores.

Me enseñó que el amor de cuento, en el que tanto soñaba de pequeña, existía, aunque no se podían obviar los personajes secundarios, ni mucho menos, los enemigos. Solamente se debía buscar la solución entre los protagonistas, como cenicienta en busca de su zapato y el príncipe en busca de la dueña de éste.


Por terminar mi caótico día, mis padres llegaron a casa y todos juntos cenamos. Recogí la mesa y la cocina, junto con mi madre, y me subí hacia mi habitación.

El día de hoy ha dado un giro a la tierra totalmente inesperado y este hecho, mis lectores, debían saberlo. Así que, sin excusa alguna, me senté frente a mi escritorio a redactar todo lo sucedido y creando nuevos e imprescindibles capítulos, los cuales próximamente publicaré.

Sueños EscritosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora