Café con leche
Última hora de clase por el día de hoy. Abro mi taquilla para cambiar uno de mis libros. Los nervios ya se han apoderado de toda mi persona y, no puedo parar a pensar en nada más.
—Buenas vecina. —la ronca voz de Eros aparece de repente, provocando mi distracción con mis pensamientos a la vez, con lo que estaba haciendo.
—Buenas. —respondo y continúo buscando mi libro. Él abre su taquilla junto a la mía y empieza a coger otros libros. Suponiendo que son los que le tocan para su última clase.
—Ayer apenas te vi en todo el día y, hoy más de lo mismo eh. —añade con un pequeño tono divertido, intentando apaciguar la incomodidad e intensidad que se encontraba en el ambiente.
—Bueno, dudo que nos vayamos a ver siempre, ¿no?. —contesto ante su comentario. Termino por encontrar el libro y cierro la taquilla mientras ajusto el candado. No me apetecía hablar con él en estos momentos. Ni con él ni con nadie, para que nos vamos a engañar.
—Aún tenemos una conversación pendiente, ¿recuerdas? —pregunta girando hacia mi, para esta vez mirarme. Copio su acción para poder mirarle también. Me crea nerviosismo este chico, y no sé el por qué pero no me hace sentir muy segura su presencia.
—No creo que sea necesaria Eros, no te preocupes. —respondo calmada. —Está olvidado. —dicho esto giro sobre mi misma para dirigirme hacia la clase. Dejándole con la palabra en la boca.
Esta última hora se ha resumido en preguntas internas, dudas que pudiera llegar a resolver por mi misma, el cómo voy a actuar, cómo le saludo, cómo actúo en todo. Porque no sé cómo hacer nada. A medida que la aguja del reloj va continuando su círculo, vamos restando minutos para ver a Brix. Sigo sin comprender qué tiene que decirme y por qué es tan sumamente importante y urgente. Siento confusión. Mucha confusión e intriga. A parte, mis sensaciones me dicen que la conversación tiene dos protagonistas, es decir, él y yo. Hecho que me asusta.
"Lil, ya estoy fuera" Brix.
Miro mi teléfono al sentirlo vibrar. Por cuarta vez al día mi corazón se acelera de la misma manera en la que te subes a una montaña rusa y sale disparada sin esperarlo. Justo en ese estado se encuentra.
"Brix salgo a en punto" Lil.
"Lo sé lo sé, espero tranquila" Brix.
Bloqueo la pantalla y dejo éste en el lateral derecho de mi mesa. Aún falta diez minutos para poder salir.
—¿Qué te dice? —pregunta Noah intrigado.
—Nada. —añado. —Que está fuera ya. —miro a Noah como si un ser extraño me estuviera esperando a la salida. Puedo llegar a notar que mi cara desprende miedo, en estos momentos. Miedo al reencuentro, a verle, a qué sentiré, a qué me dirá... a todo y a nada a la vez.
—Ehhh... —cede a acercarse un mínimo espacio hacia mi. —No te preocupes, irá bien. No tienes tampoco que ceder a nada que él te diga, ni mucho menos tienes que hacer nada que no te apetezca. Si ves que no quieres verlo o estar con él en estos momentos, díselo. Será lo mejor. —comenta Noah. La conversación ha pasado a un nivel más comprensivo y, es algo que me encanta. Me transmite esa tranquilidad que necesito ahora mismo.
—No es eso, es... no sé, simplemente me siento desubicada. Mi cabeza no acaba de asimilar que vaya a ver a una persona que hace meses no veo y que sé que me va a despertar sentimientos escondidos. Ya solo con los mensajes lo ha conseguido. —añado mirando la funda rosada, con pequeñas perlas en su diámetro, de mi celular.
—¿Y eso es malo? —pregunta Noah. Su pregunta me desconcierta. ¿Lo es?
—Pues no lo sé. Supongo que no debería seguir sintiendo por él. —respondo confundida.
—¿Y si es que sí, qué pasa? —Noah deja escapar una suave carcajada mientras me mira. Sé que me está haciendo un test psicológico y lo peor de todo es que lo necesito. Necesito respuestas. —Dime qué problema hay si te das cuenta que sigues sintiendo por él. —continúa, invitándome a pensar más allá .
—Pues que lo dejamos y, me dolería. —respondo. —Es algo que ha quedado en el pasado. Fue bonito, nos quisimos, pero ya está. No fue, ni es, ni será nada más. —añado algo nostálgica.
—¿Y quién te dice a ti que él no sigue sintiendo por ti? —añade y en ese mismo instante, el timbre de fin de clases hace resonar cada aula notificando, para los demás alumnos, que deben recoger e irse y, a mi, que debo recoger y verle.
La pregunta de Noah me descolocó aún más. Pero no quiero confundirme con factores externos, quiero decir, valoro mucho la opinión de Noah y todo lo que me está ayudando en este proceso, pero dudo tantísimo que Brix quiera volver, que sienta por mi, que es algo que no creo que asimilara con facilidad si sucediera.
Mientras me dirijo a la salida me noto, mucho más torpe de lo normal, mezclandolo con inseguridades atravesando mis extremidades por todos lados. Cómo si hubiera un pasillo rodeado de cuchillos y todos me estuvieran atacando desde diferentes puntos. Quizás un poco exagerado, pero tampoco mucho. Una vez llego a la puerta principal del edificio puedo alcanzar a ver, a lo lejos, el coche. Ese pequeño y negro coche, en el cual me he subido ¿doscientas veces? ¿trescientas?... Bajo las escaleras adentrándome al jardín principal del campus y, paso a paso, voy acercándome más a éste. Puedo ver a Brix. Se encuentra apoyado en la puerta trasera del coche mirando el móvil, no es nada nuevo en él dicho acto, mientras en su mano derecha aguanta su cigarro recientemente encendido, tampoco nada nuevo que añadir. Termino de cruzar el jardín y mientras continúo analizando, entorna su cabeza lo que hace cruzar y fijar ambas miradas. Dejo mostrar una sencilla mueca en mi rostro, un poco parecida a una sonrisa, pero sin acabar de serlo. Y no porque no quiera sonreirle, sino porque estoy tan nerviosa que lo único que falta es que me tropiece y me caiga delante de él y de medio campus.
—Hola Lil. —pronuncia acortando la distancia que me quedaba para llegar junto a él.
—Hola Brix. —saludo manteniendo mi espacio personal. Su mirada me pone más nerviosa aún, no me quita la vista de encima lo que me hace crecer y crecer la ansiedad por todo mi cuerpo.
—Bien emm... —noto su nerviosismo, al igual que él notará el mio muy seguramente. —He pensado que podíamos ir a una cafetería que conozco por aquí cerca. Si te parece bien. —añade. Mi expresión cambia por completo a incomodidad. Estoy tan confundida que no sé qué es lo correcto en estos momentos y, aún menos sé qué quiero hacer ni que siento. Nunca hubiese pensado que la vida juvenil-adulta sería tan sumamente complicada. Y mucho menos en estos ámbitos.
¿Cómo puede ser que se mezclen tantos sentimientos con tan solo una propuesta de plan? ¿Con tan solo la presencia de una persona? ¿Con tan solo, un mensaje?
—Vale, está bien. —añado finalmente y emprendemos rumbo a la "conocida" cafetería.
El camino fue silencioso pero no incómodo. Supongo que ambos estábamos tan nerviosos que preferíamos hablar sentados y más tranquilos que caminando. En poco llegamos, literalmente sí que estaba cerca. Decidimos por sentarnos en una mesa al final de la cafetería, en un reservado rincón de ésta, más alejado del centro dónde se encontraban varias mesas ocupadas.
- ¿Qué quieres tomar? - Pregunta mientras deja su chaqueta en el respaldo de la silla.
- Lo de siempre. - Respondo y le miro con cierta intriga por si recordaba la bebida más común de mi persona.
- Entonces votaré por café con leche natural, con un poco de cacao en polvo por encima y dos sobres de azúcar blanco, ¿no? - Añade e inconscientemente mi rostro forma una leve sonrisa ante su respuesta. Sin nada más que añadir, se dirige hacia la barra para pedir la comanda, muy seguramente sea mi café y su Nestea o Aquarius. La verdad es que sigo con mil remolinos dentro de mi estómago, suena irónico o incluso exagerado, pero es así. Si yo ahora mismo os preguntara con quién quedarías actualmente que os haga sentir de esta manera, imaginároslo e intentar empatizar con dicho sentimiento. Capaz que para algún/a lector/a sería aún peor ¿o no?.
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Sueños Escritos
RomanceLily es una joven estudiante, con 22 años de edad, con pasión y profesión en la estética y la belleza, junto con el interés por la psicología y la escritura. Desde siempre ha creído en príncipes azules, el amor a la antigua y la magia de éste. Se h...