Capítulo 6

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¿Quiere hablar? ¿Porqué? ¿De qué? 


La luminosidad proveniente de la pantalla de mi móvil, hace despertarme. Me incorporo como puedo, aún medio dormida, y cojo éste. 

—Las cuatro de la mañana... —murmuro a regañadientes, entre bostezos. Abro mis aplicaciones para ver si tenía alguna que otra novedad, pero nada. Abro el chat con Brix, como era de esperar. Podría decir que es la quinta o sexta vez que lo abro desde la conversación de ayer. Bueno si consideramos "conversación" a cuatro mensajes. Al final quedamos mañana una vez salga de clase. Se acercará al campus y nos daremos las cosas. Fin de la historia. Decido por dejar el móvil donde estaba, esta vez boca abajo, y volver a tumbarme en mi acogedora y arropadora cama. Por unos segundos me quedo mirando fijamente el techo de mi habitación. Blanco como la nieve, con alguna que otra parte más grisácea. A parte de contadas, pequeñas y finas grietas de pintura en éste. 

Podría asemejar la vida. 

La vida de color blanco simbolizando pureza, junto con algunas manchas grises reflejando las tormentas que soportamos en ella. Sumándole alguna que otra pequeña montaña que tenemos que subir, para luego quizás volver a bajarla y, habiendo pasado por el medio de cierta oscuridad. Y aún así... volvemos a caminar sobre el asfalto blanco y liso. 

Círculo constante. 

Dejando fluir mi imaginación, sin darme cuenta, mis ojos terminan cerrándose para poder vivir dentro de ella. Mientras acabo fundida en un profundo sueño. 


Al día siguiente...

Me despierto con un sueño terrible, además de seguramente unas ojeras aún peores. Me encierro en el lavabo para poder ducharme tranquila, vestirme y arreglarme. Debo admitir que la ducha me ha despejado un poco más de lo que estaba minutos atrás. Aunque voy a optar, también, por tomarme un café antes de salir. Casi nunca me da tiempo a desayunar y, por esa misma razón, me acostumbré a no hacer la primera dieta del día. Hoy sí. 

Bajo hacia la cocina y, antes de entrar, dejo mi bolso y mi portátil en el sofá del comedor. Me preparo mi café con leche en la taza más grande, obvio, y cojo un par de tostadas integrales con virutas de frutos rojos, fresas y unas finas tiras de chocolate blanco. Seguidamente me siento en la mesa del comedor, junto con la compañía de mis queridos Tira y Akson y, de aquí poco, la de mi madre en cuanto baje. Observo mi móvil por si tenía alguna notificación y, para mi sorpresa, sí. Y ya podemos imaginar de quién era. 

"Lil, si te parece bien, quedamos hoy. Voy a la que salgas de clase, incluso si quieres podemos ir a tomar algo así hablamos un poco."  Brix.

No entiendo nada. ¿Quiere hablar? ¿De qué? ¿Porqué? 

Termino mi café, mis tostadas y cojo las cosas para dirigirme al coche. No era momento de entretenerme con ello y llegar tarde a clase. Eso sí que no, la puntualidad es primordial para mi. Decidí por contestar tranquila y pensándolo bien, una vez llegue al campus. De esa manera poder decidir qué decirle. Porque sinceramente no sé si quiero verle más de cinco minutos. No sé si se me hará incómodo o no. O incluso no sé si podría llegar a confundirme o no. Lo que no entiendo, es qué quiere hablar y cómo de extenso debe ser para tener que ir a tomar algo. Si fuera un gato, la curiosidad me hubiese matado ya las siete vidas. 

Llego al aparcamiento exterior de la facultad y aparco en el primer sitio libre que veo. A estas horas apenas hay nadie, ya que llego con veinte minutos de antelación, como siempre. Me pone nerviosa llegar tarde, es algo que detesto, y nunca sé que voy a poder encontrarme por la carretera. Ya pueda ser un accidente que me provoque atrasarme, tráfico, que me equivoque en alguna salida y deba retomar el camino... miles de cosas. Si voy con tiempo, puedo ir tranquila y llegar bien, tal y como me gusta a mi. Salgo de éste mientras cojo todas mis pertenencias y lo cierro. Otra de mis obsesiones es comprobar treinta veces que el coche está bien cerrado. Hubo una vez que incluso volví atrás para comprobarlo. Pura inseguridad y sobre pensamiento. 

Entro en una de mis cafeterías favoritas de la zona y me siento junto a la ventana. Voy a por mi segundo café del día. Ya sé que no es muy sano, por mi parte, tanta cafeína en el cuerpo. Pero en mi defensa diré que la cafeína hace justamente el efecto contrario en personas con ansiedad, pueden incluso relajar y provocar sueño. Y sí, tengo ansiedad, por si no os habíais dado cuenta, y puedo decir literalmente que eso es lo que me provoca el 80% de las veces. No a todo el mundo le provocará el mismo estado, obviamente, pero a mi sí. Doy fe de ello. 

La vibración de mi móvil, por recibir notificaciones, suena durante varias veces en el mismo instante, por lo que decido cogerlo y mirar que sucede. Y cómo no, Brix de nuevo. Desbloqueo mi Iphone y entro directamente al chat. No sabría decir si estoy preocupada o molesta. Ni siquiera he tenido momento para pensar que contestar a lo de esta mañana, como para pensar ahora en cuatro cosas más. 

"La verdad es que necesito hablar contigo."

"Debo decirte varias cosas y quiero que sea lo antes posible."

"Es que sino voy a explotar."

"No puedo continuar así, Lil." 

Mis ojos se abren de par en par como si de haber visto a un fantasma se tratara. 

—Joder. —susurro, intentando asimilar los cuatro anteriores mensajes. 

—Aquí tiene su café. —comenta la camarera de la cafetería, seguido de dejar la taza de café junto a mi portátil sobre la mesa. Alzo la mirada para sonreírle amablemente.

—¡Muchas gracias! —respondo y vuelvo mi atención a esos mensajes. Esos mensajes que no me van a dejar de revolotear por la mente durante todo el día, incluso durante lo que queda de semana. Más dudas entran en mi cabeza para no irse. Es obvio que ahora debo quedar con él. Tengo que saber qué quiere decirme y, por cierta parte, lo noto preocupado o, no sé, ¿ansioso quizás?

"Hola Brix, no entiendo mucho qué está pasando pero vale. Nos vemos a la salida." 

· mensaje enviado ·

Suspiro profundamente y, al momento, obtengo respuesta por su parte; 

"¡¡Perfecto Lil!! Nos vemos después." 

Salgo del chat y bloqueo mi móvil. Los nervios empiezan a florecer poco a poco por todas las partes de mi cuerpo, concentrándose en el mismo punto. El estómago. Ahí van aumentando y mientras vayan pasando las horas y se vaya acercando el momento, cada vez irán más rápido. No puedo creer que vaya a volver a quedar, a ver, a Brix después de tanto tiempo. No puedo creer que haya pasado esto de un día para el otro. Fue recibir la primera notificación suya y ya está. Mi cabeza empezó a dar tumbos de lado a lado, para ver cuál de ambos pesa más.

Termino de beber mi café, me acerco a la barra para pagarlo y salgo de la cafetería para dirigirme, ahora sí, a clase. A estas horas, quedando diez minutos para entrar, empiezan a verse alumnos por todos lados y colapsos con los coches y las motos para poder entrar al parking. Cuando es bastante probable que no quede apenas sitios libres. Cruzo la calle y, a mi mano izquierda, ya tengo la entrada al campus. 

—¡HEY LILY! —giro mi cabeza, junto con mi torso, hacia el lado por el que provenía el grito, para encontrarme corriendo hacia mi al menos esperado de todos. Noah. 

—¡Hola Noah! ¿Cómo estás? —pregunto una vez se para frente a mí, e intenta recuperar el aliento y la respiración. 

—Bie...bien. ¡Bien! —responde una vez estando más compuesto y con mejor aspecto. - ¿Y tú? - Devuelve. 

—El día empieza intensito. —añado soltando una ligera carcajada sin dar pie a preguntas. Noah ríe conmigo y nos adentramos al enorme edificio, en busca de nuestra primera clase de la mañana: Historia de la psicología.  

... A medida que van pasando las horas, el momento va acercándose... 

Sueños EscritosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora