Especial: Momentos perdidos entre 1.505 y 1.507

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│RESUMEN

14 momentos, ocurridos entre 1.505 y 1.507, centrados en distintos personajes + 1 pistas de los posibles integrantes futuros de la manada Monkey D.

│ADVERTENCIAS/AVISOS

Sin lector Beta. Todos y cada uno de los fallos ortográficos corren por mi cuenta.

Como mencioné en el capítulo 9, esta actualización no es un capítulo en sí, sino un especial de distintos momentos ocurridos entre 5 de mayo de 1.505 y 5 de mayo de 1.507. Hay momentos que quería poner aquí, pero que finalmente he decidido utilizarlos en capítulos futuros. Mi idea era centrarme en un poco de fluff, pero no he sido capaz de evitar añadir un poco de angustia en algunas partes 😅




𝑬𝑺𝑷𝑬𝑪𝑰𝑨𝑳: 𝑴𝑶𝑴𝑬𝑵𝑻𝑶𝑺 𝑷𝑬𝑹𝑫𝑰𝑫𝑶𝑺 𝑬𝑵𝑻𝑹𝑬 𝟏.𝟓𝟎𝟓 𝒀 𝟏.𝟓𝟎𝟕

ERA DEL MAR: MAYO DE 1.505

(EL MAR)

El mar, el océano, siempre ha tenido muchos nombres, títulos y epítetos. El más conocido de todos es La Doncella, como los humanos comenzaron a referirse a ella en los albores de una era que se ha olvidado casi por completo, pudiendo conservarse restos de lo que alguna vez fue un gran imperio. Pero hubo otros nombres a lo largo de su existencia, olvidados por los demás, recordados únicamente por seres tan longevos como ella.

Hubo quienes la llamaron Thalassa en algún momento de su existencia, cuando el Siglo Vacío se conocía todavía como Era Lunisolar. Otros mortales, fieles creyentes de su poder, la nombraron 'Doris'. Algunas personas prefirieron referirse a ella como simplemente 'la diosa', una mujer sin cuerpo que adopta a todo aquel que considera digno.

Sí, la diosa ha tenido muchos nombres, títulos y epítetos. Demasiados para ser mencionados. Pero sus pequeñas crías, su Sol y su Luna, se referían a ella de una manera mucho más especial. Nika y Neea, dos mitades de un todo, almas gemelas platónicas destinadas a permanecer juntas en vida y muerte, siempre se refirieron a ella como 'madre'.

En cierta manera, tal y como siguen haciendo algunos mortales a día de hoy, Nika y Neea la veneraban. Sus ojos siempre resplandecían de orgullo y felicidad por ser los hijos del mar, los hijos de la libertad.

Murieron traicionados por aquel vil ser en el que confiaron ingenuamente y el mar, atada a los juramentos que la diosa se vio obligada a hacer mucho antes del nacimiento de sus crías, no fue capaz de hacer otra cosa que mirar. La diosa estuvo obligada a ser testigo de todo, maldiciendo al traidor en todos los idiomas que conocía mientras lamentaba la pérdida de su Sol y su Luna.

¿Por qué?, rugió el mar con fuerza. ¿Por qué me los arrebataste? ¡Eras su amigo! ¡Confiaron en ti!, pero los gritos de La Doncella nunca fueron escuchados.

La muerte del segundo Joyboy y la segunda Dreamgirl fue otro punto doloroso en la vida de la diosa. Las crías eran demasiado pequeñas, demasiado vulnerables. Ni siquiera presentaron su género secundario cuando ese vil traidor los localizó y ordenó acabar con su vida, temeroso de la amenaza que supondrían para su futuro.

El océano apenas recuerda a las otras personas que los siguieron, aquellos destinados a ocupar esos títulos. La Doncella ni siquiera está completamente segura de si hubo o no más Joyboy y Dreamgirl, porque se perdió en su dolor y su rabia, olvidando que todavía existía esperanza.

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