Capítulo 11

91 5 0
                                    

Dary

A la mañana siguiente.

Me tumban de la cama de forma brusca, caigo sobre mi brazo derecho - me quejo por el golpe - a duras penas abro los ojos, y quedo en shock porque no entiendo que sucede. No se me ocurre nada mientras me sobo. Y ensimismada me levanto del suelo.

Que formas de empezar el día.

- ¿Qué hiciste?- se levanta furioso.

Mafioso tenía que ser.

- ¿Ah? ¿De que? ¿Yo ? Na...Nada.

Ignoro por completo de que esta hablando.

- ¡SABES QUE ESTA PROHIBIDO TOCARME!

- ¡NO ME GRITES!

- ¿QUIÉN TE CREES TU? ¿EH? - trata de alcanzarme y yo retrocedo rápido antes de que me atrape.

- Te voy a castigar, ven aquí.

- ¡No! No soy una niña chiquita.

- ¡Pues parece!, sabes que tienes prohibido tocarme. ¡No jodas!

Salto y corro por toda la habitación con el persiguiéndome.

Cuando trato de entrar al clóset es su oportunidad de atraparme ya que la puerta se me traba y no puedo abrirla.

Tira de mi cabello y me obliga a ponerme sobre la cama, donde me coloca en una posición bastante ventajosa para el.

- No, por favor, yo solo quería...

De repente, pego un grito de dolor. Abro mucho los ojos. ¡Me dió una nalgada!

- ¡Ah! ¡Que mierda! Déjame - intento alejarme pero el me agarra de la cintura y me retiene.

- No hasta que me digas que me diste ¿Que hiciste?

Esto si que está fuera de mi entendimiento. No entiendo una putada ¿DE QUE HABLA?

- ¿DE QUE? - espeto - Yo no te he hecho ¡NADA! JODER DEJAME.

El muy hijo de puta me da otra nalgada, - tiene la mano pesada - intenta quitarme los calzoncillos pero me retuerzo.

- ¡Habla!

Esta alucinando, o son ideas mías. Vuelve a darme otra. Pero está vez con más fuerza.

- ¡No!

Cuando digo aquello, no lo piensa dos veces y me rompe el calzoncillo con una fuerza alarmante.

Tiemblo del furor. No tengo bragas. Dios, ¿que le pasa a este hombre?

- ¡Estás enfermo! ¿Qué haces?

Volteo y me da otra nalgada. Esta vez me arde, hasta la madre. Prosigue mientras mis ojos arden de la rabia amenazando con soltar mil lágrimas. Le suplico que pare pero no sé detiene, me encojo por el ardor.

¿Se supone que a la gente le gusta esto?

El tiene su respiración agitada.

- No, ya basta.

- Calla. Aprende a cumplir las reglas o te mataré.

Gracias a Dios, entra el señor Roy a la habitación. El mafioso voltea de inmediato.

- ¿Qué está pasando aquí? - aprovecho que me suelta.

Y como puedo corro hacia él escondiéndome detrás de su espalda.

- Ese tipo está loco Roy. Me está maltratando - hago muecas arrugando mis labios.

- Créeme, estoy siendo indulgente - me recrimina con los ojos - en mi vida había tenido tanta paciencia con alguien.

Atrapada en la Mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora