Capítulo 22

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REY

Una vez que dejo encerrada a la cria, salgo  de inmediato o me arrepentiré.

Los gritos se oyen hasta que salgo de la mansión.

Mi sottocapo me espera en la camioneta que está a unos metros, Maya me pidió el resto de la tarde y no me quedó de otra, ya Dymon le había dicho que si, Max y Fisher vienen conmigo, Aquiles se queda en  el área y Gideón ya se recuperó pero está en otro lado en un encargo importante.

«Es necesario» —me repite mi subconsciente.

—Ya van a hacer las seis —habla cuando llego a sentarme  listo para encender  el motor.

—Todavia hay tiempo.

—¿Ya sabes que tierras le regalarás? —pregunta cuando estamos en marcha—, porque esto es un regalo.  ¿Sabes  cuánto cuesta  cada terreno?  No entiendo porque dijiste esa estupidez, es decir, es un precio alto, no puedes venir y obsequiar algo de esa magnitud, no que fuera tu padre o hermano. 

—Es parte del plan.

—Uno que no me has dicho por cierto —y sigue con su regañina—, ni a mí me has regalado nada.

—Dejate de dramas, no necesitas nada de eso, bastante que hago con dejarte vivir en mi mansión y que seas parte de mi organización.

—Me lo he ganado, no vengas tú.

—Te metes demasiado en mis asuntos.

—Siempre hay  un precio que pagar —increpa—, además soy tu consegero también.

—Pues tus consejos no soy tan eficaces.

—Algun día me lo agradecerás.

—Espera sentado ese día.

Se exactamente lo que voy hacer,  y de aquí debemos ir directamente a Rusia. Algo que por supuesto Dymon no sabe, ya  que varios   sicarios me  deben esperar  en la dirección que envié hace un momento. Max y Fisher estarán lejos.

Nadie puede sospechar nada.

En  cuestión de minutos llegamos al Big Ben.

La temperatura baja y el cielo ya está empezando a oscurecerse, llegamos al lugar acordado y y puedo ver a Dymon nervioso.

No hay nadie en la zona, lo que me hace pensar que las calles están cerradas,  el paso está prohibido a varios  metros, puedo verlo en varias avenidas.

Solo se ven las luces de los grandes edificios,  camino con mi sottocapo a mi lado, quien asegura haber tomado una mala decisión ya que no nos respaldan tantos hombres.

Es que es cierto, pero ellos no pueden ver que estamos planeando algo.

Pero es solo decisión mía,  hoy decidiré su futuro.

El hombre que me espera parece que le mete a la santería ya que viste todo de blanco.

—Sigo pensando que esto va a salir mal.

—Deja la lloradera.

—Estoy ansioso por saber que tienes para mí —mira entre Dymon y yo—, Debe ser algo grande.

—Debes querer tan poco a tu padre como para cambiarlo por unas tierras.

—No voy a negar que ha sido un hijo de perra, pero lo necesito para mis negocios,  no me dejó a cargo de las tierras en Nueva Zelanda,  y debe firmar los documentos, aunque su secuestro me beneficia un poco.

—Entonces asegurate de  obtener sus bienes.

—No tienes porque decírmelo.

—Pues  ve haciéndote  la idea de que no volverás a verlo.

Atrapada en la Mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora