Capítulo 24

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DARY

Sentada en el comedor me desayuno las tostadas con queso crema y mermelada que me preparé.

Todo ha sido una locura, después de lo de ayer, no  se ha visto al mafioso.   Me levante temprano e hice algo de ejercicio para bajar a desayunar. Me río sola al recordar la escena de ayer. 

—Te veo muy sonriente hoy —comenta Maya.

—Si bueno, es un buen día —aseguro.

Claro que es un buen día.

Dymon entra con su característica sonrisa y me pregunta como estoy.

Al escucharme muy alegre arruga la cara.

«No te delates»

Es obvio que deduce algo. ¿Verdad?

Supongo que sabe todo lo que pasa aquí.

—Hoy tendrás una nueva aventura Dary—manifiesta tranquilo, como si estuviera en  un reality o de viaje  en una excursión.

—¿De verdad?

—Si no te sientes bien le diré a Rey qué no vayan.

—No, estoy bien.

—Y tu vientre.. ¿está bien?  —interviene Maya.

—A veces siento dolor pero nada grave, me estoy tomando la medicación.

—Muy bien,  Rey le ordenó a Max que  te lleve a las cavernas. Exigió que llevases ropa  decente.

—Bien  —ruedo los ojos.

¿Cree que voy a ir solo en camiseta?

Bueno si me voy a colocar una camiseta, pero con un pantalón de chándal, es todo lo que tengo.

Estoy escasa de ropa.

—Pórtate bien Dary – me da un beso en la frente.

Se siente muy cálido aquel gesto. Propio de un padre.

Pero yo nunca tuve uno.

…..

Max  me lleva en un auto deportivo negro. Esta gente nada en dinero.

—¿A donde es que vamos?  —pregunto observando todo desde el puesto de copiloto.

—Wookey Hole Caves,  vamos en helicóptero.

—¡Nunca he subido a uno! 

—Será tu primera vez  —sonríe dulce.

«Tú primera vez conmigo»  Tengo el momento tan claro en mi mente.

Debo dejar de pensar en ello, ¿Qué caso tiene?  Solo me torturo más  y más.

—Las aguas son heladas ahí, y con este clima, no te recomiendo sumergirte allí. 

Es cierto que el clima no ayuda nada, amaneció el cielo nublado.

Minutos más tarde, me siento en la parte trasera del helicóptero con los respectivos  protectores de oído y demás.

Mientras Max se prepara para conducir.

—Espera, ¿Sabes conducir esta cosa?

—Por supuesto, es otro secreto mío.

Niego riéndome de el.

—Vaya, me sorprendes.

—Eso intento —me guiña un ojo, coqueto.

Atrapada en la Mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora