Llevaba dos días sin poder ir al gym, y mi vida parecía pasar más lento. Una vez que comienzas una rutina y te acostumbras a ella, si no puedes seguirla te sientes diferente, o al menos eso me sucedía a mi. El trabajo consumía mi tiempo cada vez más, al punto de llegar a casa y solo querer dormir hasta el día siguiente para volver a trabajar y asi sucesivamente sin parar.
Andoni preguntó por mi ambos días, pero le pedí a Magui que hiciera entender que no estaba de ganas, para que no viniera a verme o cualquier otra cosa. Realmente prefería mantener la distancia, era la mejor opción.
Ya era muy tarde a la noche, pero necesitaba algo de comer. En toda la semana no compré despensa y justo hoy me di cuenta. Me visto rápidamente y me coloco un abrigo con capucha para cubrirme la cabeza y tratar de pasar desapercibida. O al menos lo intentaba.
Las calles estaban vacías, a pesar de ser las 10 pm de un miércoles. Caminaba a paso apresurado, cuanto menos tardara, más rápido estaría segura en mi casa. En la siguiente esquina visualizo a dos jóvenes, no distinguía sus caras por la oscuridad, pero si veía sus siluetas. Me detengo abruptamente cuestionandome si pasar por allí, cruzar a la otra vereda y seguir, o volverme a mi casa y no arriesgarme. Cruzar de vereda pareció una buena idea, así que camine cruzando la valle y seguí mi camino, sigilosa, sin perder de vista a los dos hombres. Poca fue mi suerte que en la esquina, pero del otro lado, una de las casas tenía luz con sensor de movimiento, y así como había pasado desapercibida, la luz se encendió y los dos hombres de inmediato se giraron hacia mi.
No pare de caminar en ningún momento. Uno de ellos le susurra algo al otro, y cruza la calle intentando acercarse a mi. Dejo de mirar atrás y me concentro en caminar lo más rápido posible o encontrarme con alguien que me ayude. Aún me quedaban tres cuadras para llegar y en este momento parecían inalcanzables.
-¡Chica! -escuche que me llamaba a una corta distancia. Mi corazón se acelera, golpeteando con fuerza en mi pecho. Temblaba demasiado y mis piernas perdían fuerza por los nervios y el miedo. -Bella, ¿Necesitas compania?.
Escucho que sus pasos comienzan a apresurarse para acercarse aún más a mi, y cuando menos me lo espero siento un sinchón en el brazo. Abro los ojos --que había cerrado por los nervios-, y me lo encuentro al chico. Era joven, tal vez unos dieciocho años. Sus ojos estaban inyectados en sangre, su aliento y ropa, apestaban a alcohol mezclado con algunas otras sustancias ilegales. Sin pronunciar palabras me pegó a él y al mismo tiempo puso algo filoso en mi estomago. No puede evitar sollozar de terror, aterrada por lo que me podían hacer.
-No hables, no grites y no te muevas. No pasará nada si obedeces.
-Por favor... -Ni quiera puedo hablar. Mi cuerpo no reaccionaba, los nervios me tenían débil.
-¡Bro! -otra voz masculina lo llama detrás y el se gira para ver. Parece ser mi oportunidad. Intentando recaudar todas las fuerzas posibles, estampó mi rodilla en su entrepierna, el dolor lo debilita por unos segundo y aprovecho para soltarme y correr todo lo que pueda hasta el supermercado al que me dirigía. Escucho sus pisadas detrás de mi, pero con un sentimiento de adrenalina y no querer volver a pasar esa sensación otra vez, corro como si mi vida dependendiece de ello, que así lo era.
A pesar de la poca fuerza que mis piernas ejercían, logre llegar al supermercado. Estaba agitada y mi respiración era irregular, mientras que mi corazón latía desbocado. Tenía mucho miedo. No pude contener las lágrimas por más que lo intente. Nunca había pasado por una situación así y se sentía horrible. ¿Cómo volvería a casa ahora? Cualquier camino me parecía peligroso. Tampoco tenía el dinero para pagar un coche que me lleve hasta mi casa. ¿Qué iba a hacer?.
Pensé en llamar a Magui, pero con lo tarde que era seguro ya estaba dormida.
Lo malo de vivir en un país donde eres nueva y no conoces a nadie, es que si tienes una emergencia no sabes a quien llamar. No tienes a quien recurrir.
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El Efecto Belcast
FanfictionT/n se muda a México en busca de nuevas oportunidades y experiencias. Su entretenimiento favorito es el gimnasio; y es en aquel lugar donde conocerá a Carlos Belcast, un joven abocado al mundo fitness, que logrará hacerla experimentar el "Efecto Bel...