Capítulo 20: Fin

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El sol de la mañana se cuela por las cortinas, iluminando suavemente la habitación. Me desperezo y sonrío al recordar la noche anterior. Hoy será un día lleno de diversión y aventuras con nuestros amigos. Salgo de la cama, encontrándome con Andoni y Tomás ya despiertos, compartiendo una taza de café en la cocina.

—Buenos días —digo, uniéndome a ellos, preparándome una taza de té.

—Buenos días —responde Andoni, sonriendo—. Hoy tenemos un día lleno de planes.

Carlos entra en la cocina, unos minutos depsues, ya duchado y vestido, también con una gran sonrisa. Tomás, siempre con su energía contagiosa, comienza a hablar sobre el desayuno que ha preparado.

—Hice unos pancakes y hay frutas frescas. Vamos a necesitar mucha energía para todo lo que queremos hacer hoy —dice, colocando los platos sobre la mesa.

Nos sentamos a disfrutar del desayuno, riendo y planificando el día. Decidimos que nuestra primera parada será un parque cercano, conocido por sus impresionantes paisajes y senderos para caminatas.

Llegamos al parque, donde la naturaleza nos envuelve con su belleza. Los árboles altos y el sonido del agua de un pequeño arroyo cercano crean un ambiente perfecto. Caminamos por los senderos, charlando y disfrutando del aire fresco.

—Miren esa vista —dice Carlos, señalando un claro que ofrece una panorámica del valle.

Nos detenemos para tomar algunas fotos y disfrutar del momento. Andoni saca una cámara y nos organiza para una foto grupal.

—Todos sonrían —dice, preparando el temporizador—. ¡Tres, dos, uno!

Continuamos nuestro recorrido, encontrando un lugar perfecto para un picnic. Extendemos una manta y sacamos las provisiones que trajimos: sándwiches, frutas, jugos y algunas galletas.

—Esto es increíble —dice Tomás, masticando un sándwich—. No puedo recordar la última vez que tuve un día tan relajante.

Después del picnic, decidimos alquilar bicicletas y explorar más del parque. Las risas y las bromas nos acompañan mientras pedaleamos por los senderos, disfrutando de la velocidad y la libertad. Nos detenemos en un lago, donde algunos botes están disponibles para alquilar.

—¿Qué les parece un paseo en bote? —sugiero, sus ojos brillando con entusiasmo.

—¡Vamos! —respondo, sintiendo la emoción crecer.

Nos subimos a los botes y remamos hacia el centro del lago. El agua tranquila refleja el cielo azul, creando un escenario perfecto. Nos turnamos para remar y nos divertimos empapándonos un poco con salpicaduras. Varios videos fueron grabados en el proceso.

En un momento de descanso, Carlos me hace una señal y me susurra al oído:

—Oye, T/n, ven, vamos a remar un poco más allá. Tengo algo que quiero mostrarte.

Intrigada, asiento y nos alejamos del grupo, remando hacia una pequeña cala escondida entre los árboles. El lugar es aún más tranquilo, con solo el sonido del agua y los pájaros alrededor. Carlos parece nervioso, y me pregunto qué tiene en mente.

—¿Qué pasa? —le pregunto, sonriendo—. ¿Qué querías mostrarme?

Carlos deja de remar y se gira hacia mí, su expresión se suaviza. Saca algo del bolsillo de su chaqueta y, para mi sorpresa, es una pequeña caja de anillo.

—T/n —empieza, su voz temblando un poco—, no tenía planeado hacerlo así, pero este momento se siente perfecto. Hemos compartido tantas cosas juntos, y cada día que paso contigo me hace más feliz. No puedo imaginar mi vida sin ti.

Mis ojos se llenan de lágrimas mientras lo escucho.

—Quiero pasar el resto de mi vida contigo. T/n, ¿te casarías conmigo? —pregunta, abriendo la caja para revelar un hermoso anillo.

La emoción me abruma y apenas puedo hablar. Asiento con la cabeza y finalmente logro decir:

—¡Sí, claro que sí!

Carlos coloca el anillo en mi dedo, y nos abrazamos con fuerza. Este momento improvisado es perfecto, lleno de amor y sinceridad.

Después de un rato, regresamos al grupo, que nos espera con curiosidad.

—¿Dónde se habían metido? —pregunta Tomás, riendo.

—Tenemos una noticia —anuncia Carlos, mirándome con una sonrisa—. ¡Nos vamos a casar!

Las caras de sorpresa y alegría se mezclan, y pronto estamos rodeados de abrazos y felicitaciones.

—¡Esto es increíble! —dice Andoni—. ¡Felicidades, chicos!

Volvemos a la casa juntos, el ambiente lleno de emoción y felicidad. Al llegar, decidimos que la noticia merece una celebración especial. Aioli y yo, nos encargamos de preparar una cena improvisada mientras los demás decoran la sala con luces y música festiva.

La música suena de fondo, y el aroma de la comida a la parrilla llena el aire. Nos sentamos alrededor de una mesa iluminada por luces colgantes, compartiendo historias y riendo a carcajadas.

—Esto ha sido perfecto —dice Carlos, levantando su vaso—. Gracias a todos por estar aquí y hacer de este día algo inolvidable.

—¡Por nosotros y por la futura familia Belcast!—responde Andoni, chocando su vaso con los nuestros.

La noche avanza con más risas, juegos de mesa y conversaciones profundas. Sentimos que el tiempo se detiene, permitiéndonos disfrutar cada momento al máximo. Nos despedimos tarde, agotados pero felices.

Mientras me acuesto esa noche, siento una profunda gratitud. Este día con Andoni, Tomás, Carlos y Aioli ha sido un recordatorio de la hermosa amistad que habíamos formado. Con una sonrisa, cierro los ojos, sabiendo que estos recuerdos nos unirán para siempre.

El Efecto BelcastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora