Capítulo 17

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Me levanté al día siguiente sintiéndome mucho mejor. La fiebre había desaparecido y, aunque aún estaba un poco débil, me sentía con más energía. Carlos estaba en la cocina, preparando el desayuno.

—Buenos días, ¿cómo te sientes hoy? —preguntó, dándome un beso en la frente.

—Mucho mejor, gracias. —respondí, sintiéndome agradecida por su cuidado.

Decidimos aprovechar el día soleado y hacer una caminata por el parque cercano. El aire fresco y el sol eran justo lo que necesitaba para recuperarme completamente.

Al regresar nos encontramos con varios fanáticos de él, aún no me acostumbraba a todo esto, pero de igual forma los saludé con mi mejor sonrisa y los ayudé tomando las fotos. Recibí algunas caras de desagrado, pero estas no me incomodaron.

Por la tarde Carlos había salido para ir al gimnasio, y yo había aprovechado para hacer algunas tareas en casa y descansar un poco más. Estaba en la cocina, preparando una merienda ligera, cuando mi teléfono comenzó a sonar insistentemente.

Al ver la pantalla, noté que era un número desconocido. Dudé por un momento, pero algo en mi interior me decía que debía contestar.

—Hola, ¿quién habla? —pregunté de inmediato.

—¿Tú eres T/n? —dijo una voz masculina al otro lado de la línea.

—Sí, soy yo. ¿Quién habla? —respeto la pregunta desconfiada.

—Soy el paramédico del hospital central. Necesito informarte que Carlos ha tenido un accidente automovilístico. Está en camino al hospital ahora mismo.

El mundo pareció detenerse. Sentí que el aire se me escapaba y tuve que apoyarme en la mesa para no perder el equilibrio.

—¿Está... está bien? —logré preguntar, mi voz temblando.

—Ha sufrido algunas lesiones, pero está consciente. Es mejor que vengas al hospital lo antes posible. —respondió el paramédico con tono profesional pero comprensivo.

Sin pensarlo dos veces, agarré mis cosas y salí corriendo hacia la primera parada de autobús que encontrase. El camino al hospital fue una agonía. Mi mente se llenaba de pensamientos oscuros y mi corazón latía con fuerza.

Al llegar al hospital, me dirigí rápidamente a la recepción y pregunté por Carlos. Me indicaron la sala de emergencias, y allí me encontré con un médico que me estaba esperando.

—¿Tú eres T/n? —preguntó el médico, y yo asentí rápidamente.

—Carlos está siendo atendido. Ha sufrido algunas contusiones y una fractura en la pierna, pero está estable. Puedes verlo, pero te pido que te mantengas tranquila.

Asentí, tratando de mantener la compostura mientras me llevaban a la sala donde estaba Carlos. Al entrar, lo vi acostado en la cama, con varios vendajes y una pierna enyesada. Al verme, sonrió débilmente.

—¡Carlos! Estaba tan preocupada... —dije, sintiendo las lágrimas correr por mis mejillas.

Corrí hacia él, intentanto abrazarlo  suavemente, cuidando de no lastimarlo más.

—No te acerques, mi chica se puede enojar —dijo, corriendo su cara aterrado. Solté una carcajada sonora, esto no podía ser verdad.

—Yo soy tu chica.

—No trates de engañarme —se negó, mientras veía la puerta nervioso. ¿Acaso había otra además de mí? —¿Dónde están los demás? ¿Mis amigos? —aclaró. Comencé a preocuparme, verdaderamente no me reconocía.

—Amor, soy yo, T/n. ¿Qué te pasa? —le pregunté, tratando de mantener la calma, aunque el pánico comenzaba a apoderarse de mí.

—¿T/n? —repitió, como si estuviera tratando de recordar. —No, tú no eres T/n. Ella es diferente.

Mis lágrimas volvieron a correr. El médico entró, viendo la escena.

—Doctor, no me reconoce. No sabe quién soy —le expliqué desesperada.

El doctor asintió y se acercó a Carlos, revisando sus signos vitales y hablándole con calma.

—Carlos, has tenido un accidente. Es normal que te sientas confundido. Necesitas descansar y dejar que tu cuerpo se recupere.

Me quedé junto a él, sosteniendo su mano, mientras el doctor continuaba hablando con él. Sentí una mezcla de tristeza y alivio, sabiendo que necesitábamos tiempo y paciencia para superar esta situación.

Después de un rato, el médico se retiró, dejándonos solos. Me senté en una silla junto a la cama de Carlos, sosteniendo su mano. Estaba agotada, pero sabía que él me necesitaba.

—Amor, soy yo, T/n. —dije suavemente, tratando de conectar con algún recuerdo.

Carlos me miró, sus ojos llenos de confusión.

—Lo siento, de verdad. Es como si hubiera un vacío en mi mente —respondió, su voz temblando.

Decidí hablarle de algunos de nuestros momentos juntos, esperando que algo le ayudara a recordar. Le conté sobre nuestro primer viaje, los paseos por el parque y como nos conocimos.

—Recuerdo el olor del bosque... y una risa. ¿Era tu risa? —preguntó de repente, mirándome con intensidad.

—Sí, era mi risa —respondí con una sonrisa esperanzada.

Pasaron los días y aunque Carlos aún tenía lagunas en su memoria, poco a poco empezó a recordar más detalles. Los médicos dijeron que el trauma del accidente había causado una amnesia temporal, y que con el tiempo, recuperaría por completo sus recuerdos.

Una tarde, mientras estábamos en el jardín del hospital, Carlos tomó mi mano y la apretó suavemente.

—Recuerdo más cosas cada día, T/n. Recuerdo lo que sentí cuando te vi por primera vez. —dijo, mirándome con esos ojos que tanto amaba.

—Eso es lo más importante, Amor. Estoy aquí para ti, y siempre estaré —respondí, sintiendo una oleada de alivio y felicidad.

—Me gusta que me llames Amor —exclamó luego de unos minutos.

La verdad es que nunca lo había llamado así, pero desde la primera vez que lo dije sentí que debía quedarse, se escuchaba increíble.

Mi teléfono sonó en el bolsillo, al abrir el mensaje supe que sería una gran sorpresa para Carlos la llegada de estas personas. Además, era también una gran alegría para mi.

El Efecto BelcastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora