Capítulo 6

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Me despierto aplastada por un enorme cuerpo musculoso, intento moverme pero se me hace difícil además de que sus sonidos quejosos me hacen quedarme quieta. Suspiro rendida. Me sentía extraña al estar acostada con Carlos, pero él parecía estar muy a gusto con la situación, tanto que ni siquiera se había dignado a moverse luego de que se lo pidiera en un susurro.

—Vamos, sal de arriba mio —vuelvo a susurrar —pero hace un sonido en negación sin moverse —, me estas aplastando Belcast

—Estoy cómodo —se queja con voz adormilada y ronca, la cual activa mi cuerpo de una manera preocupante. Se oía sexy y mi cuerpo lo sabía.

—Por favor —vuelvo a pedir, avergonzada por lo que sentía en ese momento. Con un "bien" de rendición se mueve a un lado de mi, permitiéndome respirar con normalidad otra vez —. ¿Por qué estás roja? ¿En qué pensaba esa mentecilla traviesa? —pregunta con un tono pícaro y una sonrisa a medias, viéndome con un ojo abierto.

—Es el calor, me tenias apretada —me defiendo, pero parece no creerme porque suelta una carcajada sarcástica.

—Seguro —no discute

Se levanta de la cama y estira sus brazos hacia arriba despersandose, estos cruje con los movimientos. Se refriega los ojos adormilados antes de buscar el cepillo y pasta de dientes en un estuche sobre la mesa de luz, para dirigirse a una puerta —que supongo es el baño—, escucho el grifo abrirse y luego su cepillo arrastrándose por los dientes. Imito sus movimientos y me acerco al baño, afirmandome contra el marco de la puerta, mientras observo su enorme espalda y su cara de concentración a través del espejo.

—Puedo prestarte mi cepillo —propone, casi no lo entiendo por el cepillo en su boca —, no me molestaría —me observa desde el espejo.

—Te agradezco, mi aliento es un asco por las mañanas.

Termina de cepillarse los dientes y luego de enjuagar muy bien el cepillo me lo alcanza junto con la pasta de dientes. Comienza a quitarse la remera del pijama, sin previo aviso, y al darse cuenta de lo que hacía, pregunta:

—¿Te molesta si me ducho mientras te cepillas? Para ahorrar tiempo —me encojo de hombros sin saber realmente qué decir.

Sin pudor alguno termina de quitarse la camiseta, y consiguiente los shorts para meterse en la ducha y cerrar la cortina que separaría su cuerpo desnudo de mi. Me sentía más nerviosa de lo normal al pensar que solo una miserable cortina cubría su cuerpo. No es como si quisiera verlo, pero que pasaba si se movía o caía y terminaba viéndolo, nada bueno podía pasar después de eso.

Me cepillo los dientes con rapidez y salgo del baño cerrado la puerta a mi esplada, sintiendo un poco más tranquila con la distancia. Sin mucho que poder arreglar, peino mi despeinado cabello con las manos y salgo de la habitación. En la sala me encuentro con Joshua quien saluda con una sonrisa y baja las escaleras primero, sin intercambiar palabras conmigo.

Termino de bajar las escaleras encontrándome a Andoni por el camino, quien al verme me sonríe y me da un corto abrazo de buenos días.

—No creas que se me ha ido el enojo —le recuerdo y el asiente apenado —, pero también debo aceptar que has sido demasiado bueno conmigo. Gracias.

—No tienes que agradecer, lo hago con gusto —me guiña un ojo, regresando su sonrisa coqueta —. ¿Cómo has dormido? Escuché gritos anoche, no sabía si eras tu

—Tuve una pesadilla, pero Carlos me acompaño —su sonrisa se desaparece siendo remplazada por una mueca de evidente molestia, aún así no dice nada, solo asiente —, pero estoy bien —concluyo, queriendo acabar la conversación —. Muero de hambre, ¿desayunamos fuera, solos? —aclaro

El Efecto BelcastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora