00

554 57 31
                                    

Un local nuevo no le venía para nada mal a su pequeña ciudad, con una larga fila de personas esperando para poder ingresar en su día de apertura.

Ahí se encontraba Aziraphale, un joven que buscaba donde poder disfrutar de un Capuchino durante las mañanas antes de irse a la universidad. Se acomodaba las gafas mientras ingresaba al local, observando las paredes de distintos colores en tonos pastel muy atractivos, se sintió muy cómodo instantáneamente.

El lugar estaba lleno, muchas personas esperaban que un lugar de ese estilo abriera y Aziraphale tuvo mucha suerte de que al buscar en un vistazo, encontró una mesa para dos personas al fondo, vacía entre tanta gente. La mesa estaba en una esquina, a pasos apresurados se acercó y se sentó rápidamente antes de que alguien le ganase el sitio, dejó su mochila sobre la silla para acercarse a pedir su desayuno.

Pidió un Capuchino, siempre había sido su favorito. Luego regresó a su lugar y para sacar su ordenador de la mochila y lo colocarlo sobre mesa, suspira relajando un poco de tensión y mirando al rededor. Comienzó a disfrutar de una buena mañana, aunque el sitio estaba completamente copado, la ambientación le transmitía mucha calma.

Luego de varios minutos de estar concentrado en su ordenador, levantó la mirada y vió a un joven de cabello rojo de pie justo en el centro del lugar, mirando al rededor mientras giraba la vista y todo el cuerpo, parecia estar buscando un lugar vacío. Aziraphale procede a hacer lo mismo, buscó también con la mirada para darse cuenta de que el único asiento vacío de todo el sitio es el que está en su mesa, justo frente a él.

Crowley buscaba donde tomar un Café Americano por las mañanas antes de irse al trabajo, y había escuchado que abrirían este punto nuevo, lo cual le llamo la atención de inmediato. Era la ocasión perfecta para que el escritor encontrara su ubicación ideal, pero tristemente el lugar estaba muy lleno.

Mientras observaba todo el espacio y se quedaba maravillado con la decoración, se sintió algo angustiado con la idea de tener que irse.


Si desea puede sentarse aquí.


Giró al oír eso, para encontrarse con un joven de cabello rubio que llevaba gafas, le pareció tan amigable oír eso de su parte que le sonrió.

Se acercó a él y se lo quedo mirando por unos segundos, notando que el joven era realmente atractivo, al menos para los estándares que el consideraba atractivos, lo era, y mucho.

 Y claro que podía darse cuenta de ello en la forma en la que sus ojos brillaban, no lograba distinguir bien si el color era verde o celeste, pero le pareció muy agraciado en ese primer vistazo. ¿Quién no lo notaría?


En verdad... no tengo ningún problema...— insistió el rubio, Crowley se quitó el abrigo colocándolo en el colgador al lado de la mesa y luego se sentó frente al joven.

Gracias... me llamo Crowley, mucho gusto...

Aziraphale... — le respondió sonriente.


El pelirrojo se pidió un Americano y mientras esperaba coloco sobre la mesa un cuaderno forrado en cuero que se veía algo desgastado, Aziraphale lo observó detenidamente dándose cuenta de que parecía ser una pertenencia de aquellas que se llevan a todas partes, de esas a las que nos aferramos como si fueran parte de nosotros.

Crowley comenzó a escribir y mientras gozaba de haber encontrado el lugar indicado, de a ratos miraba de reojo al rubio, quien se veía muy concentrado en su ordenador.

Evermore | AziracrowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora