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[Narra Crowley]



Me abrazó y lo cargué, entonces me susurró al oído —También te amo.— y me hizo estremecer.

Cargándolo lo llevé a mi habitación, donde nos besamos hasta cansarnos, hasta tener los labios rojos e hinchados de tantos roces. Paseaba mis manos por todo su cuerpo, sintiendo que tenía al tesoro más preciado conmigo, y es que así era realmente.

—Quiero hacerlo.— susurró entre besos.

—Tus deseos son órdenes, mi ángel.—


Lo desvestí rápidamente, acaricié su piel desde los pies hasta la cabeza, él temblaba, sabía que a pesar del tiempo y la confianza ganada, siempre sentía nervios. Y yo también los sentía. Claro que tampoco era sencillo para mí, era como vivir un sueño junto a él, y despertar no estaba entre mis opciones.

Me desvestí y me recosté sobre él apoyándome en los lados, me miraba fijamente, intentó sonreírme y me reí al notar que hasta eso se le hacía difícil.


Te amo. le dije te amo, te amo, no sabes cuanto te amo.

Y yo te amo a ti, ¡Muchísimo!


Con cuidado lo preparé antes de entrar en él, veía sus gestos de dolor y comencé a hacerlo con mucha más cautela, no quería que sintiera ni el más mínimo dolor, todo tenía que salir bien siempre, era mi príncipe, nunca iba a saberlo, pero lo amaba más que todas las estrellas del universo.


Ah... Crowley... ah...— amaba que dijera mi nombre, y que se mordiera los labios cerrando los ojos cuando lo tocaba, amaba sentirme en sintonía con alguien, saber que era nuestro momento y que nuestro amor era algo mutuo, algo conectado perfectamente.

¿Estás listo?— pregunté cuando yo ya estaba listo para entrar, él asintió y despacio me posicioné para finalmente entrar en él, abrió los ojos lo más que pudo, al parecer lo había hecho muy rápido, sabía que estaba sintiendo algo de dolor, debía detenerme.

Oh... Crowley, por favor, sigue...— eso fue música para mis oídos, al parecer le estaba gustando, comencé a embestirlo con un poco más de rapidez, deje a un lado la timidez que sentía en un principio y lo hice mío con toda la fuerza que tenía mientras él gemía y podía verlo disfrutarlo.


Ah... Crowley, Te... amo.

Y yo te amo a ti, mi amor.


Sostuve sus manos contra la cama, con fuerza, mientras seguía embistiéndolo en un vaivén sin fin que provocaba el sonido de nuestra piel chocando y el eco de su voz. Tenía su rostro justo debajo y podía ver sus mejillas tornarse rosadas poco a poco, me encantaba.

Esa noche hicimos el amor durante horas, sin parar, una y otra y otra vez,  apenas descansábamos cuando llegábamos al punto máximo y luego continuamos, estábamos locos el uno por el otro, era impresionante como nuestros cuerpos aguantaban todo lo que estaba ocurriendo.


Era mágico.


Cuando decidimos parar, ambos estábamos recostados, mirando al techo y respirando agitadamente.

Evermore | AziracrowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora