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[Sigue narrando Crowley]


El siguiente fin de semana nos encontramos en la parada del bus que nos llevaría al pequeño pueblo de sus padres.

Mi Aziraphale estaba realmente angustiado y no me gustaba sentir que su mirada perdida era preocupación en lo que podría suceder.

Fueron tres horas de viaje en las que no soltaba sus manos temblorosas.

Cuando bajamos del bus lo primero que note era que el pequeño pueblo era hermoso, estaba realmente rodeado de naturaleza y el cielo se veía mucho más hermoso que en el pueblo principal, no podía dejar de mirar el cielo, maravillado.


Así que en este lugar creciste.— le dije.


Tomó mi mano y la sujetó con fuerza.


Estoy realmente nervioso.

Lo sé, pero recuerda que me tienes, en caso de que algo suceda, me tienes contigo.

Me guio hasta una hermosa casa rústica que estaba algo alejada de la plaza principal del lugar, tocó la puerta y una mujer muy hermosa de cabellera rubia igual que él, abrió lentamente mientras se le formaba una sonrisa.

¡Hola! Así que tú eres Crowley.— me abrazó de imprevisto y procedí a abrazarla también, ella lucía realmente feliz de que estuviéramos en ese sitio.


Hola mamá.— le dijo, ella lo abrazó con mucha fuerza y cerró los ojos, fue por eso que pude notar que ella también estaba algo angustiada.

Pasen, chicos.


Al entrar noté que todo el lugar era como las casas que describía en mis libros, lugares cómodos, y acogedores, alejados de las grandes ciudades y de los infernales ruidos y contaminación, rodeados de hermosa naturaleza y paz. Me hubiera gustado crecer en un espacio igual.

Al parecer su padre no estaba, no parecía haber nadie más.


¿Dónde está papá?— preguntó Aziraphale, ella lo suspiró y miro al suelo.

Él salió temprano, se fue con unos amigos...

Claro que se fue, él no quería estar aquí...— dijo Aziraphale.

Hijo...

Debe odiarme, solo por estar con alguien que amo ¡No tiene sentido!— estaba enfadado, tomé su mano par calmarlo.

Dijo que volvería para el almuerzo.— dijo ella.


Ambos nos tensamos, no podía evitar pensar en lo incómodo que sería ese almuerzo. Nos miramos fijamente, ambos nerviosos y preocupados, yo solo podía esperar que su padre hubiera cambiado de pensar, pero siendo tan pronto, era demasiado pedir.

Aziraphale me enseño la habitación donde había crecido, era pequeña pero muy acogedora y cálida. Al observar sus libros noté que muchos de ellos eran los mismos que solía leer durante mi adolescencia. Comencé a ver sus cuadernos, aquellos en los que solía escribir.

Me asombré al ver la capacidad que poseía para plasmar bien sus ideas.


'Algún día encontraré a una persona que me enseñara que el mundo es un lugar maravilloso más allá de las tragedias y del daño que me causaron, un día encontraré el verdadero amor.' — leí en voz alta.

Evermore | AziracrowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora