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[Narra Crowley]


Durante una semana entera pasamos a continuar viviendo la rutina tan agradable de desayunar juntos cada mañana, siempre conversando y conociéndonos un poco más.

Ya no lo notaba incómodo o preocupado, podía notar que lucía mucho más tranquilo y eso era bueno. Significaba que no estaba presionándose, estaba dejándose vivir sin pensar mucho en todo lo que podría estar pasando por su mente.

Y yo me quedaba mirándolo, aun sin querer hacerlo, bueno, en realidad sí quería hacerlo, ¿Cómo no hacerlo?

Siempre parecía estar concentrado en sus asuntos, en sus clases, en sus documentos de ese ordenador que se robaba su mirada, mientras que yo lo observaba en cada oportunidad que tenía.

Era una mañana tranquila.

Ese día faltaba personal en el restaurante y no quise esperar que el ajetreado dueño trajera nuestro pedido de siempre a nuestra esa, así que a modo de ayuda me puse de pie para ir por el capuchino del Joven Aziraphale.

Cuando regresaba a la mesa noté que sostenía mal la taza y debido eso quemaba en las yemas de mí dedos.

Al entregársela, lentamente sentí el contacto de su piel con la mía cunado recibía la taza, y noté cuando él también quedó pensativo con ese tacto, de pronto se me quedó mirando mientras ambos sosteníamos su taza.

Fue como si el tiempo se detuviera de pronto.

Nuestras manos tocándose, se sentía, realmente bien.

Pero, desafortunadamente, me estaba quemando.


Joven Aziraphale... emmm... ¿Puede tomarlo por favor? Es que está quemando mucho.

¡Oh! Lo siento, lo siento.


Me reí un poco cuando finalmente recibió la taza y luego fui por mi café.

Al sentarme nuevamente lo observé y él estaba mirando por la ventana, pero traía una gran sonrisa en el rostro, eso hizo que mi día se alegre aún más.


Lo veo algo distraído, pero qué bueno es poder ver esa sonrisa.

¿Cómo no podría estar feliz? Si todas mis mañanas hablo con una persona Increíble.


Eso me hizo sentir nervioso, lo cual no era para nada normal en mí.

Pero con tan bellas palabras me cautivó, muchísimo.


Joven Aziraphale, usted acaba de ponerme muy nervioso.— me sinceré sintiéndome algo sonrojado, tan solo un poco.

Ambos reímos.

Al cabo de un rato lo veo aun riéndose y lo miro con firmeza, su sonrisa me hacía sentir completo, me hacía sentir que era todo lo que necesitaba para estar bien.

Al percatarse de que lo miraba se puso nervioso.


Lo lamento Crowley, nunca lo había visto sonrojarse.— me dijo apenado.

Bueno, creo que soy culpable de que usted se sonroje muchas veces, ya era mi turno.


De pronto lo veo pensativo, estaba seguramente inmerso en el pensamiento de que yo siempre había notado cada una de las veces que él se había sonrojado y al verlo pensando en eso lo sentí tímido y tierno.

La pareja de la mesa de al lado se veían realmente enamorados, estaban tomados de las manos sobre la mesa y mirándose con mucha atención. Y a pesar de no alcanzar a oír lo que se dicen, estaba seguro de que estaban diciendo palabras de amor, sus miradas delataban su cariño, volteo a ver a Aziraphale, y también los está mirando.

Era hora de irme, me puse de pie y caminé a su lado para despeinar su cabello, notar su nerviosismo me aumentaba años de vida.


Que tenga un bonito día, Joven Aziraphale.

Y usted igual, Crowley.

Al salir del lugar solo podía pensar en una cosa, y era en que quería pasear con él, caminar a su lado, y quería pedírselo al siguiente día, pensando en eso, me fui a trabajar con una sonrisa en el rostro.

Evermore | AziracrowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora