Ava Delacroix a sus 21 años es una talentosa bailarina deseosa de conocer mundo y acabar dedicándose a lo que más ama; el baile. En su último año en la prestigiosa Academia de Música y Danza de Londres, deberá hacer una obra teatral junto con sus co...
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«La manera en como su cuerpo se movía, como disfrutaba del baile y se metía de lleno en su papel... Era digno de ver»
Tiger Davenport.
Londres, Inglaterra. Actualidad;
Una hermosa joven guardaba su paraguas de color violeta para poder entrar apresuradamente a la prestigiosa academia en la que cursaba para poder ser la bailarina que siempre había deseado ser.
Ya llegaba demasiado tarde, pero el día tan lluvioso y con tormenta no la ayudaba, cosa que la hizo llegar tarde por todas las complicaciones que había tenido. Y eso que ella jamás llegaba tarde a sus clases de danza. Como si el destino aquel día deseara que llegase unos 10 minutos tarde.
Con los zapatos viejos mojados y llenos de barro, entró a la academia, tratando de secarse la suciedad del barro en una alfombra mal puesta que habían puesto en la entrada del lugar tan enorme y lleno de estudiantes. Pero claro, nuestra protagonista no tenía tiempo de limpiarse adecuadamente, por lo que entró al centro corriendo, sabiendo la regla básica de no correr por los pasillos.
En ese momento le daba exactamente igual.
El sonido de sus viejos zapatos corriendo por los pasillos tan amplios de la academia en pleno enero, con restos del agua todavía metidos en la suela irregular de sus zapatos y que la hicieron resbalar en 2 ocaciones.
Estaba a punto de llegar al escenario, donde tenía su próxima clase, donde debían hacer un casting para la próxima obra de baile que harían, cuando algo estorbó en su camino, haciendo que su pequeño cuerpo se chocase contra un objeto bien duro y casi terminando por resbalarse y caerse de espaldas.
Pero aquel objeto duro, el cual no resultaba ser un objeto, sino un hombre joven, la sujetó por la parte baja de su espalda, para así evitar que cayese al suelo.
La muchacha, colocando sus manos sobre los fuertes brazos del hombre, miró aquellos ojos de color castaño claro que la observaban, quedándose asombrada por el atractivo joven que la sujetaba.
Su cabello negro, algo rebelde y peinado hacia atrás, lo suficientemente corto para que no le molestase por los lados, pero suficientemente largo por arriba como para echarse las manos a su cabello. Y menuda imagen que tuvo nuestra joven protagonista de tan solo imaginarse teniendo que tocar aquel cabello tan cuidado, brillante y sedoso que parecía.
No ayudaba para nada el rostro esculpido por los mismos dioses de ese joven, con unos impresionantes ojos castaños que la observaban de una manera intrigante. Algunos mechones de ese pelo perfecto caían sobre su frente, casi sobre uno de sus hermosos ojos. Y su sonrisa... Oh, su sonrisa. Como mostraba sus hermosos y perfectos dientes, fueron lo que la dejaron peor de lo que ya estaba al ver a ese hombre parecido a un modelo de Calvin Klein sujetándola con sus fuertes brazos.