Ava Delacroix a sus 21 años es una talentosa bailarina deseosa de conocer mundo y acabar dedicándose a lo que más ama; el baile. En su último año en la prestigiosa Academia de Música y Danza de Londres, deberá hacer una obra teatral junto con sus co...
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«Había algo que me llamaba la atención de aquella joven. Y cuando nos tocábamos, la química se notaba en cualquier minúsculo lugar»
Tiger Davenport.
Tras un largo, demasiado, día lleno de trabajo, la joven Ava se dispuso a caminar hacia el despacho de la profesora Chloe Bonnet.
Abrazada a su carpeta con su mochila colgada de su hombre izquierdo, se quedó quieta frente a la puerta del despacho de su profesora de baile y esperó unos minutos, pensando si entrar o no. Su trenza lateral, la cual le llegaba por debajo de sus redondos pechos le daba un toque dulce, inocente incluso mientras que sus ojos parecían algo preocupados por la obra, la cual tenía el papel principal.
Si bien al principio se sorprendió, luego estuvo de lo más feliz por ello, ahora estaba aterrorizada. Más por su miedo escénico que todavía no había superado. No era lo mismo que ser una más de las bailarinas, que ser el centro de atención para el público siendo la protagonista de la obra.
Y ahora estaba frente aquella puerta en la que ponía; Chloe Bonnet. Profesora de danza.
Suspiró.
Chloe había sido una de las mejores bailarinas francesas de danza contemporánea de su generación y ahora se dedicaba a enseñar a bailarines, a dirigir obras teatrales y a enseñar danza en aquella prestigiosa academia de baile. Si, era estricta, pero a la vez siempre tenía una enorme sonrisa en su rostro y su simpatía le acompañaba en cada parte a la que iba.
La joven, sin esperar ni un segundo más, dio 2 toques en la puerta y, tan rápido como lo hizo, se escuchó una voz de fondo.
—Adelante.
Ava, abriendo la puerta, entró en el despacho de su profesora, la cual tenía una ventana con vistas a la ciudad de Londres. Un aroma a flores inundó las fosas nasales de la joven, ya que su profesora siempre le gustaba ese olor para ponerlo en su despacho.
Carraspeando al ver a Bonnet con sus enormes gafas mirando algunos papeles, esperó frente a la puerta abierta a que la profesora la mirase.
La joven, tan tímida como siempre, no dijo nada, pero su profesora la miró rápidamente, quitándose las gafas de cerca para verla.
—Ava, entra, entra. —Empezó a recoger todos los papeles que estaba mirando y la joven cerró la puerta del despacho y caminó, frente al escritorio de la mujer. —Mi despacho siempre estará abierto para ti.
Observando el lugar con algo de timidez, se abrazó más a su carpeta esperando que la profesora estuviese disponible al verla con tanto lío de papeles.
Bonnet dejó lo que estaba haciendo y, colocando una mano sobre la otra en la mesa, mostró su enorme sonrisa hacia Ava y preguntó;