Ava Delacroix a sus 21 años es una talentosa bailarina deseosa de conocer mundo y acabar dedicándose a lo que más ama; el baile. En su último año en la prestigiosa Academia de Música y Danza de Londres, deberá hacer una obra teatral junto con sus co...
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«Era digno de enmarcar aquel rostro tan bello cuando llegaba al clímax»
Tiger Davenport.
Subiendo aquellas inmensas escaleras hacia un enorme salón llena de personas para poder entrar al auditorio y sentarse en sus butacas, Ava seguía sujetándose del fuerte brazo del magnate mientras todas las miradas se dirigían hacia ellos. En especial, hacia ella.
Algo nerviosa, se acercó un poco al oído de su acompañante y le murmuró;
—¿Es normal que hasta los que asisten a la ópera nos miren así?
Tiger, sonriente mientras algunos cuchicheaban en voz baja mientras los miraban pasar, se quedaron quieto en mitad de lugar, esperando a que las puertas se abriesen para que los acomodadores les dijesen donde sentarse.
—No nos miran solo a nosotros, querida Ava. Te miran a ti y a tu belleza natural —contestó mirándola unos segundos antes de volver a observar hacia el lugar tan elegante—. Si ves a algunas mujeres mirándote de esa manera, es envidia y tu debes ignorar esa envidia y que te resbale cualquier mirada o comentario que creas que es malo —contestó ante la atenta mirada de su acompañante—. Las personas envidiosas, para sentirse mejor consigo mismas, hacen daño a otras.
Tiger volvió a clavar sus ojos sobre los de ella, mostrando una increíble sonrisa a la joven, tratando de tranquilizarla.
Comprendía muy bien lo nerviosa que debía de encontrarse, y más estar en un lugar tan elegante como ese, en aquella ópera tan famosa y sin bragas. Pero él se había prometido hacerla sentir muy bien mientras veían dicha ópera e, incluso, la ayudaría a relajarse.
Un hombre de negocios de unos 45 años se acercó a Tiger, permaneciendo su mirada sobre la joven que estaba al lado de él y que no sabía todavía que era su novia, ya que los asistentes no habían escuchado parte de la conversación con los periodistas de fuera.
Saludó al joven empresario.
—Señor Davenport, me alegro de verlo nuevamente en la ópera. Hacía tiempo que no venía —contestó.
Tiger, sonriente, sacó su mano de su bolsillo y le dio un apretón de manos para luego dirigirse hacia la muchacha que observaba la escena, separándose del brazo de Tiger.
—Buenas noches, señor —contestó cortésmente ella.
—Él es un viejo amigo de mi padre, Rupert Coltrane, dueño de varias empresas de ropa de Inglaterra —respondió él para luego presentarle oficialmente a esa muchacha tan bella que tenía a su lado—. Rupert, ella es Ava Delacroix y es mi novia.
Los ojos de Rupert se sorprendieron, al igual que algunos asistentes al lugar, que se giraron para escuchar aquella conversación, pero sin ser tan obvios. Que el soltero de oro, el más exitoso, rico y guapo tuviese una novia, que esta no fuese famosa, ni mucho menos de esas jóvenes exuberantes, vistosa ni nada parecida a una modelo, era lo que hacía que todas las mujeres envidiosas la mirasen a ella sin entender que es lo que él había visto en ella.