Ava Delacroix a sus 21 años es una talentosa bailarina deseosa de conocer mundo y acabar dedicándose a lo que más ama; el baile. En su último año en la prestigiosa Academia de Música y Danza de Londres, deberá hacer una obra teatral junto con sus co...
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«Cada vez sentía esto mucho más. Más que nunca»
Tiger Davenport
El sol del atardecer bañaba el paisaje con tonos dorados y anaranjados. Tiger rodeó el vehículo y abrió la puerta del copiloto, extendiendo su mano para ayudar a Ava a bajar. Ella la tomó distraídamente, aún cautivada por la belleza que la rodeaba.
—Es... Es como sacado de un cuento —murmuró Ava con sus ojos brillando con asombro—. Parece el escenario perfecto para una película romántica.
Tiger sonrió, complacido por la reacción de Ava.
—Me alegra que te guste —dijo suavemente, guiándola hacia la casa con una mano en la parte baja de su espalda.
Mientras se acercaban, Ava notó a un hombre mayor de pie en el porche. A medida que la distancia entre ellos se acortaba, la similitud entre el hombre y Tiger se hizo evidente. Era como mirar una versión futura de Tiger. Los mismos rasgos fuertes, pero suavizados por la edad y la experiencia. Su cabello, una vez oscuro como el de Tiger, ahora estaba salpicado de gris, dándole un aire distinguido. Las arrugas en su rostro era solo el significado de todo lo que había vivido durante toda su vida, recuerdos, experiencias...
Ava no pudo evitar pensar que si Tiger se vería así en el futuro, seguiría siendo irresistiblemente atractivo.
—Ava, te presento a mi tío Charlie —dijo Tiger cuando llegaron al porche.
Charlie extendió su mano con una sonrisa cálida.
—Es un placer conocerte al fin, Ava —dijo con voz amable—. Tiger me ha hablado mucho, pero mucho de ti. —respondió, avergonzando un poco a su único sobrino que no esperaba que le dijera aquello a Ava—. ¿Cómo te encuentras? Me enteré de lo que sucedido —murmuró preocupado por la joven.
Ava se sorprendió por un momento, pero luego recordó que Tiger probablemente había llamado a su tío para avisarle de su llegada y explicarle la situación. Y se imaginó que su tío era como un padre para Tiger, por como lo nombraba, por la sonrisa de Tiger al lado de ese hombre.
—Mucho gusto, señor Charlie —respondió Ava, estrechando su mano—. Estoy... Estoy mejor, gracias. Y le agradezco mucho su hospitalidad.
El mangante no dejó de mirarla, angustiado por ella mientras que Charlie se percataba de la forma que Tiger tenía de mirar a esa joven y le recordó a él años atrás cuando empezó a enamorarse del que fuese la mujer de su vida y su esposa por más de 20 años, antes de que la enfermedad los separase físicamente.
—Por favor, solo Charlie —insistió el hombre con una sonrisa afable—. Y no hay nada que agradecer. Esta casa siempre ha sido un refugio para Tiger, y ahora lo es para ti también.
Ava sonrió como nunca y empezó a sentir aquella sensación de paz de ese lugar, tan lleno de vida y donde no había absolutamente nada de ruido molesto como el de la ciudad. Ahora entendía porque Tiger le gustaba vivir en el bosque en aquella casa que tenía y no pudo evitar recordar aquella noche ardiente que tuvieron ambos y que deseaba volver a repetir una y otra vez.