La Musa Del Magnate [+18] ✔️

V E I N T I O C H O | A L A S A F U E R A S 🌂

«Tiger quería demostrarme que todo no era tan oscuro y el detalle fue lo que me demostró sus sentimientos»

Ava Delacroix

Aquella mañana, tras estar horas en el hospital el día anterior, se despertó en su cuarto mientras aún tenía pesadillas del día anterior con Drake.

Podía sentir cada músculo de su cuerpo dolerle, como si la tensión del momento estuviese causándole molestias en su cuerpo. Había hablado con Bonnet una hora antes de abandonar el hospital donde le decía que faltase el lunes y el martes tanto en la academia como en los ensayos del cabaret. Si bien ella no quería parar, su mente y cuerpo parecía pedirle un descanso después de todo aquello y no sabía como sobrellevarlo.

Gracias a Tiger que estuvo toda la noche con ella, en su cama de su pequeño departamento donde habían dormido separados, él en el sofá y ella en su cama. A pesar de que Ava le había dicho que podía quedarse con ella para no tener molestias en la mañana de dormir mal en la cama. Pero Tiger sabía dar espacio a la otra persona, era un experto en ello y, aunque no iba a dejarla sola, estaría a 3 metros de distancia por si ella lo necesitaba.

Y vaya si lo necesitó esa noche, porque en mitad de la noche la despertaron las pesadillas de su pasado, quizás por el miedo que pasó aquel día, pero volvieron mucho más intensas que nunca.

—Ava, despierta —susurraba aquella madrugada Tiger.

Cuando ella despertó totalmente llena de sudores y con lágrimas en los ojos, al ver a Tiger, le costó saber donde se encontraba. Él estaba sentado en la cama, tratando de despertarla, cuando pudo saber ya que lugar era, se tranquilizo un poco y Tiger la abrazó con aquel cariño que mostraba siempre que estaba al lado de esa hermosa joven.

—Fue una pesadilla —murmuraba en su oído mientras que Ava se aferraba a él.

Y lloró. Lloró en su hombro mientras que él la abrazaba con amor, sin separarse de ella, acariciando su largo cabello con dulzura mientras que Ava trataba de aguantar las lágrimas. Pero las lágrimas salían de ella sin avisarla, sin poder evitarlo, porque necesitaba sacar todo aquel estrés, aquella ansiedad, aquel miedo que tenía metido en su pecho de tantos años. Aunque lo que ocurrió el día anterior fue horrendo, fue la gota que colmó el vaso de un vaso a rebosar. Y Ava había aguantado tantos años en solitario sin abrirse a nadie, que no supo nada de todas las emociones que se le cruzaron en esa madrugada, frente a Tiger, una de las pocas personas que parecía darle un amor que nunca había tenido.

—Lo siento...

Pero Tiger negó y se aferró mucho más a ella.

—Nunca me pidas perdón por sentirte vulnerable. Ser vulnerable te permite abrirte, a poder dar el paso para pasar la página... Nunca me pidas perdón por abrirte a mi, Ava —susurró él sin separarse de ella.