Ya era tarde por la noche cuando Kwon Taek-ju había terminado sus clases restantes, la mayoría de estudiantes se iban retirando poco a poco del lugar y los pasillos silenciosos era lo único que le hacía compañia.
El castaño se había despedido de sus dos nuevos amigos hace menos de 15 minutos y cada uno se fueron por su lado. Había pensado que no tendría la posibilidad de tener nuevas amistades por la barrera del idioma y por la diferencia entre ambas culturas, pero ambos chicos resultaron tener el mismo problema por ser extranjeros de un país lejano. Un largo suspiro escapó de sus labios y cerró su casillero con llave, para después girarse y observar silenciosamente al hombre que caminaba de manera desinteresada frente a él; Kwon Taek-ju podía percibir la soledad en cada uno de sus pasos. Y cómo si el contrario pudiera leer sus pensamientos, volteó a verlo de reojo y aquellos luceros azules brillaron curiosos en su dirección.
El más alto de pronto se detuvo en su andar y se mantuvo firme en su lugar, todo sin la necesidad de girarse para observar al moreno, congelado y distante de su realidad. Kwon Taek-ju por su parte había decidido afirmar el agarre en la correa de su mochila y marcharse rápidamente de aquel pasillo solitario y espeluznante; sin percatarse que un par de ojos lo analizaban silenciosamente desde la lejanía.
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Había tardado alrededor de una hora y media en llegar al hotel donde se alojaría a lo largo de sus estudios en Rusia, el día había ido tranquilo y sin contratiempos innecesarios. Para su sorpresa todo había corrido como viento en popa y no hubo ningún incidente que pudiera haberle arruinado su estadía en el primer día de clases, lo único raro había sido el toparse con aquel tipo raro en los pasillos. Kwon Taek-ju solo pudo sentir como un escalofrío recorría lo largo de su espalda al solo recordar aquella mirada aguda y fría que le dedicaban esos par de ojos azules. Que por supuesto, a Kwon Taek-ju les pareció atractivo.
Dejó su mochila sobre el suelo de su habitación y arrastrando los pies por el piso es que se dirigió al cuarto de baño, se mojó un poco la cara y con una toalla secó cualquier rastro de humedad, para luego visualizarse a sí mismo en el reluciente espejo frente a él. Era extraño el hecho de que pudiera percibir atractivo a otro hombre y aún más cuando ni siquiera había pensado así con anterioridad, dejó salir un pesado suspiro y finalmente decidió abandonar cualquier pensamiento absurdo y dirigirse a la ducha para poder limpiar cualquier suciedad del día impregnada en su cuerpo.
Podía sentir como cada músculo tenso se iba relajando al sentir el agua caliente recorrer lo largo de su anatomía, no sabía la razón del porqué se encontraba tan tenso e incómodo, era como si su mente estuviera a la defensiva desde el primer momento en que se cruzó con aquel ruso petulante. Era demasiado frustrante sentir ese tipo de emociones y no saber la respuesta a lo que le sucedía a su cuerpo con solo recordarlo mínimamente. Kwon Taek-ju sabía que debía buscar una manera de resolver todo lo que estaba sintiendo por ese hombre.
Kwon Taek-ju salió de la ducha con el cabello todavía goteando, pequeñas gotas deslizándose por su cuello y hombros. Envolvió la toalla alrededor de su cintura mientras caminaba hacia su habitación, el suelo fresco bajo sus pies descalzos. El aire húmedo se mezclaba con el aroma limpio del jabón que aún impregnaba su piel. Una vez frente a la cama, se dejó caer con un suspiro profundo, dejando que el cansancio del día lo envolviera. Apagó la luz, dejando solo el tenue resplandor de la luna filtrarse por la ventana, y cerró los ojos, listo para entregarse a los brazos de morfeo.
Mientras la oscuridad llenaba la habitación, Kwon Taek-ju permitió que su mente vagara por los recuerdos del día, pero inevitablemente terminó en el rostro de Zhenya. Había algo en su mirada, en la forma en que sus ojos parecían contener secretos que solo revelaría a quien supiera escuchar. Taek-ju suspiró, preguntándose qué pensaría Zhenya si supiera las veces que se ha colado en sus pensamientos, incluso en momentos como este, en la soledad de su cama. Una ligera sonrisa curvó sus labios mientras se acomodaba en la almohada. "Quizá mañana," pensó antes de caer en el sueño, "encuentre el valor para decirle algo."
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COINCIDENCIA
RomanceYevgeny Vissarionovich Bogdanov era un hombre el cual su arrogancia y poder no tenía límites ¿Qué pasaría si en una misión encomendada por sus superiores conociera a alguien que fuera todo lo contrario a él? por pura coincidencia del destino, Kwon T...