Había pasado un mes desde aquella primera conversación en la cafetería, cuando Kwon Taek-ju, con su característico ánimo decidido, había logrado romper el muro de silencio que parecía rodear a Zhenya. Ahora, tras cuatro semanas desde su llegada a Rusia, el castaño sentía que su vida había tomado un giro inesperado pero emocionante. Su rutina, que al principio había consistido únicamente en clases intensas y una cuidadosa adaptación al rigor académico, se había transformado en un torbellino equilibrado de estudio, nuevas amistades y momentos inolvidables.
El día a día del castaño estaba más ocupado que nunca. Las clases en la prestigiosa universidad demandaban su máxima concentración, pero él no podía quejarse. Cada lección era un desafío, una puerta abierta a nuevas oportunidades y conocimientos que alimentaban su pasión por las ciencias interdisciplinarias. A esto se sumaban las horas en la biblioteca y sus frecuentes encuentros con Lee-won y Alina, quienes se habían convertido en sus cómplices dentro y fuera de las aulas. Sin embargo, lo que más destacaba en su mente era la presencia inesperada de Zhenya, quien, contra todo pronóstico, se había integrado a su pequeño círculo.
El rubio, con su porte impecable y su elegancia natural, aún mantenía cierta distancia en su comportamiento, pero Kwon Taek-ju había notado cambios sutiles. Las conversaciones entre ellos ya no eran breves ni meramente cordiales. Había momentos en los que el hombre se relajaba, dejando entrever una calidez inusual tras su habitual seriedad. Sus intercambios eran cada vez más fluidos, marcados por una curiosa mezcla de sarcasmo elegante y sinceridad inesperada. Aunque seguía siendo reservado, Zhenya ahora parecía disfrutar de la compañía de Kwon Taek-ju, incluso si su expresión no siempre lo demostraba abiertamente.
Aquel día, al salir de su última clase, Taek-ju caminaba por uno de los amplios pasillos iluminados por la luz tenue del atardecer. Había quedado en reunirse con sus dos amigos en la cafetería, pero sus pensamientos lo mantenían distraído. Era difícil no pensar en cómo había cambiado su vida en un mes. Miró su reloj: aún tenía unos minutos antes de su cita. Decidió hacer una parada rápida en el campus exterior para disfrutar del aire fresco.
Mientras se dirigía hacia el patio principal, vio a Zhenya a lo lejos, inclinado sobre su móvil con una postura que parecía inusualmente relajada para alguien como él. No pudo evitar una pequeña sonrisa. Había algo en la manera en que el rubio se había integrado a su vida que le resultaba fascinante, algo que lo mantenía constantemente intrigado.
Cuando Zhenya levantó la mirada y sus ojos azules encontraron los suyos, Kwon Taek-ju levantó una mano en un saludo casual. Para su sorpresa, el rubio respondió con una ligera inclinación de cabeza, una acción que, aunque pequeña, reflejaba una nueva camaradería. Sin embargo, el castaño sabía que aún había mucho por descubrir tras esa fachada impenetrable. Por ahora, le bastaba con saber que, poco a poco, estaba dejando su propia huella en la vida de Zhenya, al igual que el ruso lo hacía en la suya.
La relación entre Kwon Taek-ju y Zhenya se fue construyendo de manera lenta pero constante, como las capas de pintura que se aplican con paciencia para revelar un cuadro cautivador. Lo que al principio eran encuentros casuales y conversaciones triviales en la cafetería o en los pasillos de la universidad, pronto se convirtieron en momentos cargados de una conexión más intensa, casi palpable.
Zhenya, aunque mantenía su fachada elegante y centrado ante el resto del mundo, comenzaba a mostrar un lado más humano cuando estaba con el castaño. Las bromas sutiles, los intercambios de miradas cómplices, y los silencios que ya no eran incómodos, sino más bien el reflejo de una comprensión mutua, hablaban de algo que ambos evitaban nombrar pero que sentían con claridad. Había días en los que, después de las clases, ambos se quedaban juntos estudiando en la biblioteca o simplemente caminaban por los jardines del campus, disfrutando de la compañía del otro sin necesidad de palabras.
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COINCIDENCIA
RomanceYevgeny Vissarionovich Bogdanov era un hombre el cual su arrogancia y poder no tenía límites ¿Qué pasaría si en una misión encomendada por sus superiores conociera a alguien que fuera todo lo contrario a él? por pura coincidencia del destino, Kwon T...