Capítulo 11

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Kwon Taek-ju giró el pomo de la puerta con cierta precaución, y al abrirla, lo primero que vio fue a uno de los empleados del hotel, impecablemente vestido con su uniforme. Frente a él había un carrito de servicio cubierto con una reluciente bandeja de plata y, alrededor de ella, varios platos perfectamente dispuestos.

El aroma fue lo primero que golpeó sus sentidos, deteniéndolo en seco. Esa mezcla familiar de especias, salsas y caldos lo envolvió, despertando recuerdos de su hogar en Corea. Frunció el ceño ligeramente, confundido.

-¿Esto es...? -susurró, dejando la frase inconclusa.

No pudo evitar dar un paso más cerca del carrito. Sus ojos se abrieron con asombro al identificar los platillos frente a él: kimchi jjigae, un bibimbap colorido y perfectamente preparado, tteokbokki cubierto en una densa y picante salsa roja, e incluso una porción de galbi, tan aromático que parecía recién salido del asador. La sorpresa fue tal que sintió cómo su corazón latía un poco más fuerte, incapaz de apartar la vista.

"Disculpe, señor Kwon, pero esto es para usted. -intervino la empleada con una voz profesional y suave, observándolo con una ligera sonrisa. Ante su perplejidad, agregó- "Es un pedido anónimo."

"¿Anónimo?" -repitió Kwon Taek-ju, arqueando una ceja mientras llevaba la mirada hacia la mujer y luego de nuevo a la comida, como si intentara procesar lo que ocurría.

La empleada simplemente asintió.

"Así es. Nos pidieron específicamente que entregáramos esto en su habitación a esta hora."

Él se quedó callado unos segundos, mirando fijamente los platillos, como si esperara encontrar alguna pista entre ellos. Era imposible que esto hubiera sido una simple coincidencia. ¿Quién más sabría que echaba tanto de menos los sabores de Corea?

Un nombre cruzó fugazmente su mente, provocando que su estómago se revolviera ligeramente, Zhenya.

"Entendido. Déjelo aquí, por favor." -respondió finalmente, intentando sonar calmado mientras daba un paso hacia atrás para dejar pasar a la empleada.

Mientras ella entraba y comenzaba a organizar los platos sobre la mesa del comedor, Kwon Taek-ju permaneció en el umbral de la puerta, sin poder borrar la expresión de sorpresa de su rostro. Aquel gesto anónimo, tan específico y considerado, lo había tomado completamente desprevenido.

La joven empleada terminó de colocar los platos con una precisión casi artística sobre la mesa del comedor. Acto seguido, se puso de pie junto al carrito de servicio, con una postura firme y profesional, aunque con un aire sutilmente relajado.

"¿Necesita algo más, señor Kwon?" -preguntó con voz educada y tranquila, mirando al castaño con una leve sonrisa cordial.

Kwon Taek-ju negó con la cabeza al principio, todavía procesando la inesperada sorpresa, pero la empleada permaneció quieta, observándolo unos segundos más antes de añadir con un tono inquisitivo y amable:

"Le recomiendo que pruebe los platillos ahora, señor. Es una manera sencilla de hacernos saber si hemos cumplido con sus expectativas." -hizo una pausa antes de continuar, con una ligera inclinación de cabeza.- "A nuestros cocineros siempre les alegra saber que sus preparaciones fueron del agrado de los huéspedes."

Kwon Taek-ju arqueó una ceja, percibiendo que, aunque la sugerencia parecía inocente y formal, había algo casi intencionado en su tono, como si esperara confirmar algo más que la calidad de la comida. Dudó un segundo, pero finalmente suspiró y se acercó a la mesa, dejando que el aroma de los platillos coreanos lo envolviera por completo.

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