El primer rayo de luz atravesó las cortinas gruesas de la habitación del hotel, iluminando el rostro de Zhenya. Abrió los ojos lentamente, con una sensación extraña de calma mezclada con el peso de todo lo que había dejado atrás la noche anterior. El techo alto y el mobiliario elegante del lujoso hotel le recordaron que no estaba en casa, aunque "casa" nunca había sido un lugar de verdadero refugio para él.
Se levantó con un suspiro, dejando las suaves sábanas de lado, y caminó descalzo hasta la ventana. Desde allí, podía ver la ciudad despertando bajo el resplandor del amanecer, con sus calles bulliciosas y edificios imponentes. Por un momento, dejó que esa vista lo distrajera de los pensamientos sobre su familia, sobre su padre y su madre, y sobre el futuro incierto que había decidido enfrentar.
Tras unos minutos de introspección, se dirigió al baño y abrió el grifo de la ducha, dejando que el agua tibia lo despejara. El vapor llenó el espacio mientras Zhenya se preparaba, su mente ya enfocada en el día que tenía por delante en la universidad. No importaba lo que sucediera, no pensaba detenerse.
Volvió al dormitorio, abriendo el armario donde había colocado su ropa la noche anterior. Se vistió con cuidado: una camisa perfectamente planchada, pantalones oscuros y zapatos impecables. Su apariencia tenía que ser impecable, siempre lo había sido, incluso si ahora era más por hábito que por deseo.
Mientras terminaba de ajustar los puños de su camisa, escuchó unos golpes en la puerta. Fueron firmes, insistentes, y lo hicieron detenerse en seco. Frunció el ceño, mirando la puerta por unos segundos. No esperaba a nadie.
Caminó con cautela hacia la entrada y apoyó la mano en el pomo, pero antes de girarlo, preguntó con voz firme:
"¿Quién es?"
La respuesta no llegó de inmediato, pero el silencio al otro lado era pesado, casi intimidante. Zhenya apretó la mandíbula, preparado para cualquier cosa, y finalmente abrió la puerta.
Lo que encontró al otro lado fue suficiente para borrar cualquier rastro de calma que hubiera sentido esa mañana. Un rostro inesperado, una figura que no había anticipado encontrar allí. ¿Qué hacía esa persona aquí, en este momento?
Irisha estaba ahí, de pie frente a la puerta, vestida impecablemente con un abrigo de lana blanco que le daba un aire regio y sofisticado. Sus labios se curvaron en una sonrisa dulce, pero Zhenya sabía que esa expresión era tan calculada como el resto de su impecable apariencia. Antes de que pudiera siquiera decir algo, ella lo empujó suavemente con una mano enguantada, pasando a la habitación como si fuera la dueña del lugar.
"Buenos días, cariño. -Su voz melodiosa llenó el espacio mientras se quitaba los guantes y los dejaba sobre una mesa cercana, sin molestarse en pedir permiso-. Espero no haber interrumpido nada importante."
Zhenya cerró la puerta tras ella, cruzándose de brazos mientras la veía moverse con una elegancia que, lejos de impresionarlo, le resultaba casi teatral. Caminaba como si cada paso estuviera controlado, sus tacones resonando contra el suelo de mármol mientras inspeccionaba la habitación con una mezcla de curiosidad y aprobación silenciosa.
"¿Qué estás haciendo aquí, Irisha?" -preguntó finalmente, su tono más cansado que molesto.
Ella se giró hacia él, esa sonrisa impecable aún en su rostro, y ladeó la cabeza con una expresión que parecía una mezcla de burla y encanto.
"Vine a buscarte, por supuesto. -Se sentó en el sillón frente a la ventana, cruzando las piernas con una gracia que parecía ensayada-. Después de tu pequeña escena en la mansión, alguien tenía que asegurarse de que no estuvieras... perdiendo el rumbo."

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COINCIDENCIA
RomanceYevgeny Vissarionovich Bogdanov era un hombre el cual su arrogancia y poder no tenía límites ¿Qué pasaría si en una misión encomendada por sus superiores conociera a alguien que fuera todo lo contrario a él? por pura coincidencia del destino, Kwon T...