Capítulo 16

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Zhenya se sentó con rigidez en la silla del comedor, sus manos descansando en el regazo mientras sus ojos vagaban por el lujoso espacio. El candelabro proyectaba sombras danzantes en las paredes, pero en lugar de calmarlo, la atmósfera solo aumentaba su tensión. Podía sentir el peso invisible de las expectativas familiares, una carga que nunca había podido sacudirse, no importa cuánto lo intentara. 

Su madre tomó asiento frente a él, su postura impecable y su mirada fija en él como si analizara cada detalle de su expresión. El silencio entre ellos se extendió por un momento demasiado largo, aumentando su incomodidad. 

"Yevgeny." —comenzó ella finalmente, su tono pausado pero firme, como si ya hubiera decidido el rumbo de la conversación— "Me alegra que hayas venido hoy. Es importante que hablemos."

Él asintió, pero no dijo nada. Había aprendido hace tiempo que, en estas conversaciones, era mejor escuchar primero antes de intentar decir algo. Su madre inclinó ligeramente la cabeza, sus ojos grises perforando los suyos con una intensidad que siempre lograba desarmarlo. 

"Sé que eres joven, y que quizás piensas que el mundo está lleno de posibilidades." —continuó, sus palabras suaves pero llenas de una intención controlada— "Pero quiero recordarte que nuestra familia no es como las demás. No podemos permitirnos errores ni caprichos."

Zhenya sintió un nudo formarse en su estómago, pero mantuvo su expresión neutral. Ya sabía hacia dónde iba esto, y el resentimiento comenzaba a arremolinarse en su pecho. 

"Lo entiendo, madre." —respondió, esforzándose por mantener un tono respetuoso. 

Ella le dirigió una pequeña sonrisa, aunque carecía de calidez. Era una sonrisa calculada, una que utilizaba para mostrar aprobación sin ceder terreno. 

"Me alegra escuchar eso, Zhenya. Porque últimamente me ha preocupado tu comportamiento. He oído rumores sobre tus actividades… sociales. Y debo decir que no me agradan."

Su corazón dio un vuelco, pero se obligó a no reaccionar. 

"¿Rumores?" —preguntó con calma, aunque la tensión en su voz era casi imperceptible. 

"Sí, rumores." —repitió ella, inclinándose ligeramente hacia adelante— "No sé qué tan ciertos sean, pero prefiero no correr riesgos. Nuestra posición social, nuestro legado, dependen de cada decisión que tomes."

Zhenya apretó los dientes, sintiendo cómo la ira burbujeaba bajo la superficie. Sabía que ella no estaba hablando de él como individuo, sino como un instrumento para mantener intacta la imagen de los Bogdanov. 

"Entiendo." —dijo finalmente, aunque sus palabras sonaron vacías incluso para él mismo. 

Ella pareció satisfecha con su respuesta, recostándose en el respaldo de su silla con elegancia. 

"Perfecto. Quiero que recuerdes siempre quién eres y de dónde vienes, Yevgeny. Esta vida que tienes no es solo tuya; pertenece a nuestra familia, a nuestro apellido. Y como tal, tus decisiones no pueden ser tomadas a la ligera."

Las palabras lo golpearon como un martillo, reforzando lo que siempre había sabido pero que se negaba a aceptar: su vida no le pertenecía realmente. Era un títere, movido por los hilos invisibles que su madre manejaba con maestría. 

Mientras ella seguía hablando, detallando planes y expectativas, Zhenya dejó de escuchar activamente. En su mente, las imágenes de su futuro ideal construido junto a alguien a quien realmente amaba y no dictado por un apellido se desmoronaban una vez más.

Zhenya estaba atrapado en la maraña de sus pensamientos, una tormenta silenciosa que lo desconectaba de la voz constante de su madre. Sin embargo, algo en su tono cambió, un ligero desdén que se filtró en sus palabras, llamando su atención de inmediato. 

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