Capítulo 18

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La vida de Kwon Taek-ju cambió por completo una vez que abandonó Moscú tras finalizar sus estudios. Aquel lugar, que le había traído momentos de alegría y dolor en igual medida, quedó atrás junto con los recuerdos que prefería enterrar. La despedida no fue fácil, pero al final, el deseo de regresar a su tierra natal superó cualquier otra emoción. Corea lo esperaba, y con ella, las personas que más lo amaban y que jamás dejaron de apoyarlo desde la distancia.

Cuando finalmente pisó suelo coreano, una mezcla de emociones lo invadió. Habían pasado seis largos años desde que dejó su hogar, pero nada podía igualar la calidez de volver a ver los rostros familiares que tanto extrañaba. Sus padres y hermano, con lágrimas en los ojos, lo abrazaron como si no quisieran soltarlo jamás, mientras que sus amigos más cercanos lo recibieron con sonrisas llenas de nostalgia y alegría. En ese momento, Kwon Taek-ju sintió que había recuperado una parte de sí mismo que había perdido durante su tiempo lejos.

Sin embargo, su regreso no significaba que la vida sería tranquila. Kwon Taek-ju siempre había sido ambicioso y apasionado por lo que hacía, por lo que no pasó mucho tiempo antes de que se involucrara en una nueva etapa de su vida. Fue entonces cuando una oportunidad inesperada tocó a su puerta. Una organización privada y nacional lo reclutó, una entidad que operaba en las sombras para proteger al país de amenazas tanto internas como externas. El trabajo era peligroso, pero el castaño no podía resistirse al reto. Controlar asuntos de Estado, prevenir actos de terrorismo y negociar con otros países se convirtió en parte de su nueva realidad.

Los días y las noches se convirtieron en una vorágine de misiones, entrenamientos y operaciones encubiertas. Kwon Taek-ju se adaptó rápidamente, demostrando ser un espía excepcional. Su capacidad para analizar situaciones complejas, mantener la calma bajo presión y manipular información lo hizo destacar entre sus compañeros. A pesar del estrés y el peligro constante, encontró un propósito en aquello que hacía. Se sentía orgulloso de poder servir a su país de una manera tan significativa, aunque también sabía que ese camino lo alejaba de la vida normal que una vez anheló.

Tres años pasaron en un abrir y cerrar de ojos, y cuando cumplió 27 años, el moreno se dio cuenta de lo mucho que había cambiado desde aquel joven soñador que llegó a Moscú con grandes expectativas. Ahora era un hombre firme, decidido, y con una voluntad inquebrantable. Había aprendido a ocultar sus emociones tras una máscara de profesionalismo, pero en el fondo, aún llevaba consigo las cicatrices del pasado.

A pesar de todo, su lealtad hacia su país seguía siendo su mayor motivación. Con cada misión completada, reafirmaba su compromiso de proteger a Corea, sin importar el precio que tuviera que pagar. Era un espía, uno de los mejores, y aunque su trabajo lo mantenía en la sombra, Kwon Taek-ju sabía que ese era el lugar donde mejor podía brillar.

OIR (Organización Internacional de Recuperación)

Kwon Taek-ju, un agente experimentado de la OIR, había terminado su misión en el sudeste asiático. El objetivo había sido claro: recuperar información crítica robada de una base aliada. La operación había salido perfecta, pero no sin costo. Con el cuerpo magullado, las manos aún temblorosas por el desgaste y la mente a punto de apagarse, aterrizó finalmente en Corea del Sur. Sus únicos deseos eran una ducha caliente y una noche interminable de sueño.

Sin embargo, mientras recogía su bolso en el aeropuerto, el teléfono sonó. Miró el identificador de llamada y sintió un nudo formarse en su estómago: era su superior directo, el Coronel Kang Ji-hoon.

"Kwon, preséntate en mi oficina en media hora. Tenemos que hablar."

El tono firme e inapelable de Ji-hoon no admitía réplica.

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