14.- Verdades

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Años atrás

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Años atrás......

Era un día soleado, mientras Jimin estaba despreocupado en el patio del orfanato. El clima era perfecto. A diferencia de otros niños que preferían jugar o ir al río cercano, él disfrutaba de la lectura. Sentado bajo la sombra fresca de un árbol, donde nadie notaba su presencia.

De repente  observó el auto de la familia Jeon estacionarse. Era extraño, no era un día de visitas y las religiosas no le habían informado de ninguna.

Le parecía sospechoso, y más aún el hecho de que solo el señor Jeon se hubiera bajado del vehículo. Su intuición le decía que algo pasaba, así que lentamente y sin ser visto, se acercó hacia donde el hombre se dirigía, pero lo perdió de vista. De repente, sus oídos captaron voces familiares provenientes de la oficina de la directora. Guiado por la curiosidad e intuición, se acercó sigilosamente y escuchó a hurtadillas.

—Entonces, ¿está seguro que es él niño que busco? —la grave voz del señor Jeon resonó con inquietud.

—Así es —respondió la religiosa a cargo—. Park Jimin es el hijo de los Park, quienes lamentablemente perdieron la vida en ese trágico accidente.

Jimin contuvo el aliento, sus pequeños puños se cerraron con fuerza al procesar esas palabras. ¿Por qué el señor Jeon sabía sobre su pasado? ¿Por qué lo buscaba? ¿Cómo conoció el accidente donde perdió a su familia?

El hombre dejó escapar un profundo suspiro, masajeando sus sienes.

—Debo confesarle algo... Fui yo quien provocó ese accidente ese día —su voz tembló, apenas un susurro entre las paredes de la pequeña oficina.

La religiosa se levantó de su silla, sorprendida.

—¿Qué es lo que esta diciendo?

—Lo que escucha hermana ..... Por mi culpa ocurrió ese accidente. Yo estuve ebrio y no vi cuando ese auto vino hacia mí. No fui consciente hasta que, después de cuatro días internado en el hospital  desperté y , me dijeron que una familia había perdido la vida por mi culpa.

Los ojos de Jimin se abrieron con horror, sintiendo como si un puñal se clavara en su pecho. Las palabras del señor Jeon resonaron en su mente, confesando ser el responsable de la muerte de sus padres. La verdad desgarradora cayó sobre él como un peso insoportable. Aquel hombre le arrebató la vida a su familia, dejando a Jimin solo y con una herida que nunca sanaría.

—Es por eso que quiero adoptar a Jimin —dijo el hombre—. Quiero remediar lo que hice y darle una mejor vida a ese niño.

Lentamente, el pequeño se incorporó y secó sus lágrimas. Debía mantener la compostura. Era verdad, era apenas un niño, pero era consciente de sí mismo. Había renegado de sus padres en vida por su forma de ser, pero jamás habría querido que eso pasara, pues aún extrañaba a su papá y los abrazos de su madre. Pero no podía dejarse llevar por el dolor, no podía dejar que el señor Jeon sospechara que había escuchado su confesión. Esta era su oportunidad de obtener la vida que siempre había anhelado, y no la desperdiciaría.

EL MALODonde viven las historias. Descúbrelo ahora