EL MALO

25.- Viviendo

Yoongi se encontraba inquieto, más de lo habitual. Había pasado un mes desde que volvió a tener contacto con Taehyung, aunque ni siquiera sabía cómo definir lo que estaban viviendo. ¿Era una relación? ¿O solo eran encuentros sin compromiso? Suspiró profundamente mientras se enfocaba en su trabajo. Desde que perdió su licencia, había conseguido un empleo como asistente en un pequeño despacho. Aunque el trabajo no era lo que alguna vez había imaginado para él, se sentía tranquilo, mucho más de lo que había estado en los últimos tres años. Durante ese tiempo, había descubierto su pasión por la música y estaba en proceso de abrir un pequeño estudio.

Pero todo se complicó cuando Taehyung volvió a aparecer en su vida. La noche que compartieron fue intensa, pero Yoongi no pudo quedarse a enfrentar lo que vendría después. Conocía a Taehyung lo suficiente como para prever una avalancha de reproches y, sin esperar más, se vistió apresuradamente y salió corriendo. Su sorpresa fue mayúscula cuando, esa misma tarde, recibió un mensaje de Taehyung, preguntándole por qué se había ido y si quería cenar juntos esa noche. Pensó que  en aquella cena aclararían todo, que se alejarían definitivamente. Pero, en lugar de eso, terminaron repitiendo lo mismo, una y otra vez. Sus encuentros continuaron, siempre siguiendo el mismo patrón: mensajes, llamadas, salidas que terminaban en sexo, y luego, Yoongi escapando antes del amanecer, temeroso de lo que podía suceder si se quedaba.

—¡Hey, Min! Estamos hablando de salir a tomar una copa. ¿Te apuntas? —dijo uno de sus compañeros de trabajo, sacándolo de sus pensamientos.

—Claro —respondió Yoongi, intentando concentrarse en el presente.

Esa noche se encontró en un bar, rodeado de sus compañeros. Pero la incertidumbre seguía molestándolo, así que decidió tomar unas copas de más. Mareado y con la cabeza llena de pensamientos confusos, marcó el único número que conocía. Su visión comenzó a nublarse hasta que todo se oscureció.

La mañana siguiente lo recibió con un dolor de cabeza que lo estaba matando y la boca seca, clara señal de una resaca. Las imágenes de la noche anterior comenzaron a formarse en su mente: Taehyung lo había recogido del bar y, como siempre, terminaron en la cama. Sintió sus mejillas arder antes de ser consciente del fuerte abrazo en su cintura y la respiración pesada en su nuca. Estaba desnudo, y obviamente Taehyung también. Había caído en el sueño antes de su típica huida.

Cuando sintió a Taehyung moverse, cerró los ojos rápidamente, fingiendo estar dormido. En todo ese mes, nunca había visto a Taehyung después de sus noches juntos; siempre huía antes de enfrentarlo. Pero ahora, con todo el alcohol ingerido, no había podido hacerlo. Escuchó el sonido de la ducha encendiéndose y, al abrir los ojos, vio a Taehyung caminar desnudo hacia el baño. Sin hacer ruido, se levantó e intentó buscar su ropa en la sala. Encontró sus pantalones y zapatos, pero su camisa estaba desaparecida. Desesperado, decidió que lo mejor sería tomar prestada una camisa de Taehyung, con la intención de devolverla después.

Entró al cuarto con cuidado y abrió lentamente el armario, cuando escuchó la voz de Taehyung desde la puerta del baño.

—Tu camisa está en la secadora —dijo Taehyung, con una toalla alrededor de la cintura.

—Eh... Ok —murmuró Yoongi, un tanto avergonzado. Se dirigió a la secadora y, efectivamente, allí estaba su camisa. Parecía que se había manchado con algo durante la noche. Ahora solo tenía que salir de allí.

Al volver a la sala, vio que Taehyung ya se había puesto unos pantalones, aunque su torso seguía descubierto. Estaba en la cocina, preparando algo. Yoongi sabía que tenía que pasar por allí para salir. Se acercó a la puerta, decidido a irse sin más.

—Oye, Tae, yo me voy... —empezó a decir, pero Taehyung lo interrumpió.

—Siéntate, te serviré el desayuno —dijo, acercándose con un par de pastillas y un vaso de agua, que dejó en la mano de Yoongi—. Tómalas, te ayudarán con la resaca.