Capítulo 17

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Alexander Norris

La noche había sido larga, y no solo por el hecho de que los gemelos se quedaron hasta tarde jugando y haciendo travesuras, sino porque cada vez que cerraba mis ojos, la imagen de Madie con su rostro marcado por la tristeza y la decepción volvían como un maldito castigo de no sé qué.

No tenía sentido que me siguiera sintiendo así de mal después de rechazarla, había sido lo más sensato, si no lo hacía, ¿En qué me convertía?.

¿En un pedófilo por desear y querer a una mujer mucho menor que yo?.

¿En un degenerado por dejar que ella me en volviera con su coqueteo y sensualidad?

No, no podía permitir que eso sucediera. No quería hacerla sufrir, tampoco quise ver sus ojos llenos de tristeza después de rechazarla. De solo recordar esos ojos, la presión en mi pecho volvía con más intensidad, como si este me estuviera reclamando de algo.

Había dado Miles de vueltas en la cama y solo había llegado a una conclusión y es que debía hablar con Madie, debíamos conversar todo lo que estaba sucediendo entre nosotros. Ese sentimiento tan fuerte que de un momento a otro surgió y que lo más probable sería muy dañino.

Ella sentía algo por mí, mucho más del cariño que nos tenemos por los años que nos conocemos, esto que estábamos comenzando a sentir era algo mucho más carnal, posesivo y dominante.

Después de desayunar y darle un beso de despedida a mis hijos que seguían durmiendo después de una noche larga también para ellos, me despedí de mamá que ya mañana partiría a casa y yo me iría con los gemelos a Colombia. Mamá besó mi mejilla y así partí a la oficina.

En cuanto llegué, el piso estaba completamente vacío. Entré a mi oficina y comencé a acomodar algunas cosas esperando la llegada de Madie. Sabía que esta conversación sería difícil, incluso un poco incómoda, pero debemos aclarar esta confusión. Mañana partiremos a Colombia y realmente espero pasar unos buenos días junto a mis hijos y con ella. Y esto último que ha sucedido nos mantendrá incómodos, cosa que realmente no quiero.

Observó la hora en el reloj de mi muñeca, 8:03 de la mañana, mis ojos van a la puerta de la entrada, pero Madie aún no aparece. Abro mi laptop para leer algunos correos y matar un poco el tiempo hasta que ella llegue, pero cuando vuelvo observar la hora ya son 8:20 y ninguna señal de ella.

Saco mi celular esperando ver algún mensaje o algo de Madie, pero no tengo absolutamente nada y decido esperar unos minutos más, pero después de cinco minutos más, he llegado a un punto de desesperación y decido marcarle, pero ella nunca contesta.

Sintiéndome inquieto, salgo de mi oficina y observo a Luciana en su escritorio. Al verme, alza la mirada y me regala una media sonrisa.

_ Alex, buenos días - saluda.

_ Buenos días - saludo y desvío la mirada a la puerta de la oficina de Robet - ¿Luciana, de casualidad, Robet se encuentra en su oficina? - preguntó.

_ Sí, llegó hace unos momentos - respondió ella.

_ Gracias - digo y ella asiente con su cabeza mientras camino a la puerta de mi colega y mejor amigo.

Golpeó dos veces y abro sin esperar respuesta. Robet se gira observándome mientras lleva una pastilla a sus labios y se la traga con un poco de agua.

_ Qué sorpresa - dice él y avanza hasta sentarse en su asiento - No es muy común de ti venir a verme a mi oficina.

Respiro profundo e ingreso, cerrando atrás de mí. Avanzo hasta sentarme frente a su escritorio.

_ Supongo que a ti es quien le gusta más visitarme en mi oficina - contestó, a lo cual él sonríe y asiente con su cabeza.

El Amigo de Papá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora