Capítulo 24

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Alexander Norris.

La noche fue bastante larga y no pensé que extrañaría tanto la adorable presencia de Madie. Tampoco pensé que me sentiría solo en mi cama luego de su partida.

Con Julia nunca fue así y desde que Madie me habló de su inseguridad el sábado pasado no había pensado en lo que era mi vida antes de ella, en mi matrimonio y mi relación con Julia.

Quería mucho a mi esposa, después de todo, si no la quisiera no me habría casado con ella, pero había cosas que para una pareja enamorada no eran normales como lo eran para nosotros y ahora viendo el lado vacío de mi cama donde la noche anterior estuvo Madie, comprendo esas cosas. Jamás me sentí mal por dormir separados de Julia. Jamás la extrañé a mi lado porque sabía que ella estaba del otro lado de la puerta de mi habitación, pero cuando Madie propuso dormir separados se sintió como una pequeña desesperación de no quererla lejos, de que su rechazo de compartir cama me molestará tanto al punto de cruzarme ideas demasiado drástica para tenerla a mi lado. Eso jamás pasó con Julia.

Sabía que las cosas entre nosotros no serán fáciles y eso lo teníamos presente desde el día uno que la besé en Colombia. Incluso desde mucho antes cuando la besé en mi oficina y ella me correspondió de inmediato. Yo soy un hombre mayor, tengo hijos, estuve casado y soy el mejor amigo de su padre. Ella es una niña que está recién explorando el mundo, saliendo de su burbuja, y en parte desearía que ella jamás se hubiera fijado en mí para que pudiera tener una vida más a su edad. Salir de fiestas, salir de viajes, beber, bailar y todo eso que hacen los jóvenes ahora, pero lo nuestro surgió de un momento a otro e intentamos luchar contra ello, pero no se pudo y tampoco creo poder dejarla ir ahora que ya he probado el cariño de Madie, su dulzura y amor que le entrega a mis hijos es algo que no lo veré en otra mujer y tampoco pienso buscar.

A pesar de que la mañana se ha hecho bastante larga. Más de lo habitual. Me siento ansioso cuando finalmente salgo de la casa con los gemelos en sus respectivas sillas para él auto. Los acomodo en mi coche y partimos a mi oficina.

La idea de dejar a mis hijos con Estala creo que tendré que borrarla de mi mente. Un recordatorio de su mirada ayer es suficiente para saber que ahora ya no soy una persona grata para ella. De igual modo ya había abusado lo suficiente de su hospitalidad con mis hijos y necesito comenzar hacerme cargo de ellos y buscará una niñera, no puedo hacer que los demás se preocupen de mis responsabilidades.

Cuando estacionó el coche en la empresa, mis ojos buscan el lugar de Robert, pero su lugar sigue vacío y eso me hace saber que Madie aún no ha llegado a la empresa. Sacando a mis hijos, camino hacia el ascensor y subo llegando finalmente a nuestra planta.

Luciana se encuentra ordenando algunas carpetas cuando me ve y su rostro se ilumina para salir atrás de su escritorio y avanzar hasta llegar frente a mí y abrazarme.

_¿Cómo les fue muchacho?, Te ves un poco más bronceado - dice y suelto una risa.

_ Nos fue bien, Madie disfrutó del viaje, conocimos a mucha gente y logramos hacer negocios nuevamente con el café colombiano - digo y Luciana me felicita dándome palmadas en el hombro.

Mis hijos comienzan a gritar en sus sillas y los subimos al mesón de Luciana para que ella los saludé. Le muestro a Luciana como Magnus ha aprendido a decir papá y ella queda encantada mientras aplaude emocionada y es en ese momento que escucho el timbre del ascensor avisando que viene alguien llegando y giro mi cabeza de inmediato.

La puerta se abren muy malditamente lentos, cuando finalmente la veo llegar. Su cabello rubio está atado en un moño atrás de su cabeza, lleva unos pantalones de tela color verde limón y una blusa blanca junto a su saco del mismo color que sus pantalones y simplemente me deja embobado con su presencia.

El Amigo de Papá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora