𝟎𝟎𝟓 | 𝐋𝐢𝐭𝐭𝐥𝐞 𝐨𝐧𝐞

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''𝐀 𝐟𝐚𝐥𝐥𝐞𝐧𝐬 𝐝𝐚𝐮𝐠𝐡𝐭𝐞𝐫''

Secando tu rostro con la toalla, fijas tus ojos en tu reflejo, donde tu cuerpo desnudo se muestra brillante

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Secando tu rostro con la toalla, fijas tus ojos en tu reflejo, donde tu cuerpo desnudo se muestra brillante. Aquellos tatuajes de brillante dorado que se derrite por tus brazos, muslos, pecho y espalda. Aquellos pétalos de oro alumbran tu piel. Como papel de oro, brillan cuando la luz choca contra ellos. Tú rostro cansado se ve más brillante con las sombras doradas debajo de tus ojos, ojeras de oro, que divertido suena eso. Sueltas un respingo a la mirada que das a ti misma, es agotador.

Te alejas del espejo y con aquella misma toalla, secas tu cabello. Caminas a tu escritorio, a la lejanía, donde dejaste tu cepillo. Lo tomas entre tus manos y con cuidado cepillas tu rojo cabello. Los rizos de este van tomando forma conforme más lo cepillas. Pasando el cepilla alrededor del último mechón, tomas una toalla y lo empujas hacia arriba para marcar los rizos. Sintiendo el aire, chocar con tu espalda, suspiras, tus alas cubren entonces tu silueta, cubriéndote de más problemas como escalofríos.

—La junta... —te recuerdas al ver en el respaldo de tu silla el saco del arcángel. Sabiendo que tienes tiempo, con calma, te cambias, cerrando el cierre de la espalda del vestido que siempre usas. Ya limpio, esperas a que tu cabello se seque un poco.

Mientras esperas, lees con calma varios documentos presentes en tu habitacion, firmando y mandando esto a las oficinas del cielo. Uno que otro es negado por cuestiones de dificultas o escaso personal en aquella área. Al sentir tu cabello ya seco, miras en dirección a tu escritorio, donde sabes se encuentra un regalo que Miguel te dio hace tanto. ¿Deberías usarlo? Debatiente, te pones de pie de la cama, abres un cajón en el escritorio y sacas una pequeña caja de madera con grabados similares a tus tatuajes.

Una sonrisa se escapa de tus labios al ver aquella caja intacta. Con cuidado la llevas en dirección a tu cama, la abres al sentarte. Tus ojos se iluminan al ver la joyería dorada. Con el mayor cuidado, tomas la corona de oro y la colocas con cuidado encima de tu cabeza. Cae sobre tu frente, un hilo fino de oro sostiene la corona. Dejas mechones sobre la corona, dejando tu frente libre para que el bello dorado destelle entre la luz.

Te miras en el espejo. No esta mal. Una suave sonrisa se escapa de tus labios, relajando tu mirada, agradeces al arcángel por el regalo.

Ya lista, arreglas una última vez la corona antes de salir. Como siempre, aquel mechón de cabello se entromete en tu rostro, lo soplas fastidiada, haciendo solo que regrese a su lugar. Suspiras a eso, saliendo ya de la habitacion para no llegar tarde a la reunión.

Con un suave vuelto, sin prisa, recorres los pasillos de aquel inmenso establecimiento de brillantes tonos cielo. Al llegar a una inmensa puerta con un marco dorado, y flores de oro cayendo por la parte superior del marco como cascada. Al llegar frente a la puerta, saludas con un asentimiento a los anejes que cuidan el afuera. Ellos abren la puerta para ti, permitiéndote el paso, entras.

𝐖𝐈𝐍𝐆𝐋𝐄𝐒𝐒 𝐀𝐍𝐆𝐄𝐋 | Lucifer MorningstarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora