𝐖𝐈𝐍𝐆𝐋𝐄𝐒𝐒 𝐀𝐍𝐆𝐄𝐋 | Lucifer Morningstar

𝟎𝟏𝟕 | 𝐁𝐞𝐲𝐨𝐧𝐝 𝐭𝐡𝐞 𝐨𝐭𝐡𝐞𝐫 𝐬𝐢𝐝𝐞

''𝐂𝐫𝐨𝐬𝐬 𝐭𝐡𝐞 𝐫𝐢𝐯𝐞𝐫''

Aquel río turbulento de aguas que azotan contra las rocas que juraste jamás cruzar, es tu nuevo objetivo: cruzar el río. Es de noche, y las aguas azotan contra la orilla, causando un miedo en tu persona. No deseas cruzar, no puedes hacerlo, si lo intentas, terminarás con el cuerpo incrustado en las rocas. Azotado con tal fuerza que va a partir cada uno de tus huesos. No puedes... no, no... no debes... pero quieres, deseas, anhelas cruzar el río de aguas asesinas para ver lo que hay del otro lado. Aquel oasis de espejismos que muestra una belleza inigualable del otro lado. Esperando por ti.

Las turbulentas aguas asesinas se tranquilizan al sentir tu mirada en ellas. Curiosa, caminas al borde y pisas el agua. Como si fuera suelo, caminas sobre ella. miras al frente, encontrando aquello que te llama a cruzar. Aumentas el paso y... te hundes.

—Así que... al final paso. —bajas la mirada hacia la corona de margaritas que Miguel hizo para ti. Había pedido tu presencia para hablar de algo. Pensaste en todo, cada maldita cosa que podría decir, cada cosa excepto... esa. La noticia fue un balde de agua fría que cayó en el día más helado de todos. Fue dispersivo y como todo aquí, inesperado.

—Sí. —mira de reojo el cómo tu cabello cubre tu rostro, ocultando la expresión muerta de tus ojos. Lo perdiste—... Lo siento. —Da sus condolencias por algo que no fue culpa suya, ni mucha menos tuya. Aquel hubieras deseado hacer más que solo miras mientras todo ocurría.

—No te disculpes —desechas sus condolencias por la basura, no las necesitas—, tu hermano tomó su decisión... no hay nada que pueda hacer para cambiarlo de mentalidad ahora que todo concluyó en esto. —Mirando los pequeños y delicados pétalos de las margaritas, ahogas un suspiro de tristeza al momento de sentir sus manos temblar, quieres llorar—Él ya eligió... se acabó... no tiene caso que intentemos cambiar su mente. —sollozas al hablar—Padre lo acepto, deberíamos hacer lo mismo. —la mirada que Miguel te da, deja en claro su malestar con ver aquellos hermosos ojos oro cubrirse de lágrimas.

—Sí, deberíamos aceptarlo. —Mira a otro lado cuando sus ojos no pudieron soportarlo. Las lágrimas silenciosas que soltaste fueron un intenso pellizco en el corazón. Su hermano rompió lo único que todos creyeron irrompible: tú. Un hermoso diamante roto con el paso del tiempo, una cota de agua puede agrietar y con el paso del tiempo, si es suficiente, romper cualquier cosa.

—Sabes... —limpias las lágrimas de tus ojos rápidamente al sentirlas caer—tengo mucho trabajo, y sospecho tú también. —Te pones de pie—Adiós, Miguel.

[...]

Debajo de un árbol de mangos, Adán, el primer hombre, se encuentra debajo de la sombra que el hermoso árbol da. Abraza sus piernas contra su pecho, observando realmente nada. Sus ojos fijos en la nada impiden que note la presencia de alguien a su lado. Sus manos se tornan puños al recordar todo lo sucedido. Fue tan espontáneo que no pudo evitar sentirse traicionado. Enojado con todo lo que sucedió, recuerda los gritos mezclados, espantaron a los animales cercanos, recuerda como todo termino cuando su rostro ardió en un fugaz dolor en su mejilla. Grito con rabia, jalo su cabello y lloriqueo hasta ese momento. Sus ojos arden por el llanto que seso hace momentos. Su nariz escurre mocos, los que limpia con su antebrazo.