CAPÍTULO 2

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Noticia

Luiciano
 

                                     

—Tienes que ejecutar ahora —dice un viejo que apenas le queda años de vida—si no van a atraer grabes consecuencias para ti y para el circulo. —Le hecho una mirada a mi padre de advertencia que si no lo manda a callar lo hare yo —Oh vamos no me digas que vas a dejar las cosas así nada más?! ¿Quieres que te agarren para pendejo o qué?

Ok suficiente.

—¡¿Quién carajos te crees tú para hablarme a mí de como tengo que llevar mi circulo?! —sinceramente este viejo decrepito ya me toco los huevos así que le voy a dar su ticket gratis al mundo de la felicidad, según dicen no?

Solamente le voy a dar una lección, agarro mi glock y le doy un disparo entre ceja y ceja.

Simple.

Todos en la sala se quedaron atónitos ante mi acto, pero es que no podía dejar la cosas así, dejar que me tragara y me vomitara a su antojo, no.

A Luiciano Salvatore no.

   Soy un hombre de pocas palabras, no me gusta comportarme como un niñato que no sabe ni en donde está parado, pero cuando me tocan los cojones solo ejecuto y ya. A mí me criaron bien, como todo niño debe criarse, pero al pasar los años y más en mi adolescencia, tuve que amoldarme a esta vida, ser rígido, sin corazón, sin sentimientos por nada ni nadie, ya que como así te hace visible para tus enemigos, creen que, porque sientes aprecio por alguien te van a querer manejar a su antojo y eso conmigo no va. Ser el líder del círculo de la mafia Italia no me lo gane solo por ser el hijo de “Papi” si no que ciertos escenarios en mi vida me hicieron querer estar aquí, ya que es algo que pocas personas en su vida han podido lograr.

   No acostumbro a estar en el ojo de todo el mudo ya que me gusta ejecutar de una manera sigilosa y tampoco me gusta ser muy extravagante al momento de hacer mis actos de presencia, pero de vez en cuando toca y esta no era la excepción.

—Bueno. ¿Alguien más va aportar algo que me sea útil? — digo hacia los socios del círculo mientras mis hombres limpian la situación anterior— porque si no es así entonces no tengo por qué estar perdiendo mi tiempo aquí— nadie dice nada así que tomo eso como un sí.

   Salgo de la sala de reuniones y me voy directo al ascensor, cuando llego a planta baja doy un respiro de alivio.
No aguantaba estar ni un minuto más en esa habitación atestada de imbéciles.
  Uno de mis hombres me abre la puerta de la camioneta, abordo el vehículo y no han pasado ni cinco minutos cuando me entra una llamada de mi padre así que saco el móvil de mi bolsillo y atiendo.  

—Dime

—Hijo tenía hablar contigo antes de que te fueras pero ya vi como esta tu humor y no está muy agradable que digamos.— sigo callado —Bueno, esta noche te espero en el restaurante Cirbluk a ver si hablamos ahí, va a estar Antonio asi que espero no faltes.— me dice y la verdad es que me da intriga.

—Está bien, ahí estaré — sin decir nada me corta la llamada.

  Antonio Di Gati es un amigo íntimo de mi padre, se conocen desde que son adolescentes y se han criado juntos. Toda la vida lo he visto al lado de mi padre como su mano derecha y viceversa, tienen una amistad de años y tengo entendido que Antonio tiene una hija pero nunca la he visto físicamente solo he escuchado de ella.

Tampoco que me importe mucho.

Le tengo cierto respeto ya que ha cuidado el culo viejo de mi padre en ciertos atentados que han tenido pero en uno no salió ganando ya que por lo que he escuchado su esposa falleció en manos de su más grande enemigo, fue secuestrada y ultrajada por Estefan Toledo hombre el cual le tengo cierta rabia ya que obviamente se mete en asuntos que no le importan.

Mi luz en la Penumbra      Donde viven las historias. Descúbrelo ahora