CAPÍTULO 18

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Consecuencias

Amelia

Tengo el corazón acelerado, puedo visualizar una camioneta negra pero no se parece a las de Luiciano, pero aún así voy corriendo hacia ella.

¿Por qué no hay nadie en el piloto?

La camioneta ni siquiera tiene manillas, ¿Cómo pretende que la abra? Tanteo toda la puerta en busca de algo, un botón o algo que haga que se abra, toco el vidrio polarizado y de este se refleja una pantalla donde enfoca solo mis ojos, una luz roja los escanea y de repente la camionera titila una luz verde. La puerta de la nada se abre y me adentro a ella.

—Señorita Amelia Di Gatti, ha sido resguardada correctamente —dice una voz robotizada, de una momento a otro siento como los seguros se pasan por si solos —partiendo camino a la residencia del Señor Salvatore. —los motores se prenden y la camioneta se comienza a mover por si sola.

¿Pero que carajos?

No, no, no Luiciano.

—¿Qué carajos es esto?!! —digo tratado de abrir las puertas pero este estúpido aparato del diablo no tiene ni manillas.

La camioneta sale del Círculo a una velocidad que siento que me está mareando, voy vomitar sé que eso va a pasar, la bilis me llega hasta la garganta, busco con mis ojos algo en donde vomitar pero no veo nada, trato de abrir los vidrios pero ni siquiera tiene el puto botón en donde se abren.

Joder.

Me volteo y lo único que visualizo es un pequeño estuche negro, lo abro y comienzo a vomitar ahí dentro, varias arcadas hacen que mis ojos se pongas llorosos.

Después de vaciar todo lo que había en mi estómago, comienzo a sentar cabeza.

—¡Oh por Dios! —digo cuando recuerdo todo lo que pasó hoy, Luciano lo dejé, lo abandone allá, ni siquiera pude esperar por él, seguramente le están haciendo daño.

No, no, no.

El me prometió que vendría detrás, lo prometo, y el…el cumple… El cumple sus promesas. ¿Qué está pasando señor? Dime que es lo que estoy pagando por que yo no lo entiendo.

He visto demasiada muerte, sangre, siento que todo esto me está dejando traumada.

¿A dónde carajos me lleva está cosa?

¡Dios mío!


●●●


No se cuanto tiempo lleva rodando esta cosa, siento que han pasado como dos horas, de vez en cuando el sueño me vence. Mi cabeza se siente agotada, cansada.

—Amelia. —una voz se escucha a mi alrededor —Amelia, soy yo, Esteban.

Me incorporo del asiento trasero ya que me encontraba acostada, miro por todos lados pero no hay nadie, siento que son voces en mi cabeza.

Muertos.

Muertos.

—¿Esteban? ¡Oh por Dios! —mis ojos se comienzan a cristalizar —¿Ahora eres un muerto y me estas hablando? No, no ,no —comienzo a llorar —Esteban ¿Por qué dejaste que te lastimaran?!! —me cubro la cara con la manos.

Mi luz en la Penumbra      Donde viven las historias. Descúbrelo ahora