CAPÍTULO 34 PARTE III

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Ciego de la Furia

PARTE III

Luiciano

Seis horas antes

Salgo del edificio mientras guardo mi teléfono en el bolsillo de mi traje, nos adentramos a unas de las camionetas partiendo camino hacia unos de los Centros de reunión del Círculo. Todo este ajetreo ha estado centrado en dos cosas

Mis armamentos y la maldita de la mujer mía, así no quiera aceptarlo la segunda situación tiene mas relevancia para mí. La primera es mi deber como jefe y líder de la Organización.

Un nuevo negocio significa nuevas relaciones tanto políticas como económicas dentro del mundo de la Mafia. Relaciones poderosas y llenas de sed, avaricia y ambición.

Tres palabras que me describen tal cual.

—Sé llevaron muy bien ¿no crees?—dice Erick

No estuve muy contento con dejar a Amelia al lado de Lorena. Joder, no debí dejarla con ella, es una mujer muy astuta he inventadora. Confío en que Amelia no se dejara manejar por los inventos críos de Lorena. Aunque mi instinto me dice que no confié ni en mi propia sombra.

Por eso, deje a todo un ejército para que las vigilará como un halcón. Mi edificio tienen salidas de escape por emergencia, pero nadie más que yo sabe donde están.

—Amelia se lleva bien con todo el mundo, es asquerosamente “amable” —comento respondiendo a su pregunta

—Amelia es una niña muy alegre y pura de corazón, no entiendo porque le quieren hacer tanto daño a un alma tan noble como la de ella. —me encorvo de hombros. —¿No hay ninguna manera en la que le puedan extraer esa droga?

—¿No crees que si hubiera la manera ya la hubiésemos sometido a eso? —espeto —¿Me crees idiota?.

—No, pero…

—Pero nada. —Lo corto —Si estas aquí es para cumplir con tu parte de la misión, para más nada. No metas tus narices en situaciones que no son de tu incumbencia.

—Tienes razón, Luiciano pero escúchame…—me volteo hacia el ya que tenia mi vista en la carretera.

—Me estas estresando. —escupo —Ya, Cállate. —Sé queda en silencio.

—Soy tu tío Luiciano, tenme un poco de respeto.

—Entonces no metas tu narices en lo que no te importa.

Me molesta que me crean idiota. Jodida mierda. Yo sé lo que hago y como lo hago. No es problema de nadie lo que quiera hacer con Amelia, soy el único que tiene derecho de ver por su bienestar. Yo elijo si la quiero viva, muerta o si la quiero dar como conejillo de indias a los Rusos.

Ni su padre tiene el derecho.

Antonio pertenece a una organización la cual él puso en peligro desde que me dio la autoridad de encargarme de su cría.

Peor error.

Ya que desde ese momento Amelia me comenzó a pertenecer en cuerpo, alma y mente.

Llegamos a Centro de Reuniones del Círculo, bajo de la camioneta y tomo camino hacia la sala en la cual se va a realizar la cena.

—¡Hermano! —la voz de Esteban me dan ganas de vomitar —Hermano, quise estar presente.

Sigo caminando sin prestarle atención.

—Te di una orden de que te quedarás en el Circulo, Esteban.

—Lo sé, pero sabes que tu sin mi no eres nadie —ruedo los ojos. Ingresamos al ascensor. —Hola tío, bendición —dice hacia Erick

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