CAPÍTULO 23

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Problema

Luiciano

Nunca he sido una persona de impulsos, jamás. Me identifico con ser una persona que estudia primero los panoramas, una persona calculadora, ver primero lo que me conviene y que no, pero en estos momentos, mis impulsos están queriendo salir.

Y eso no es bueno.

Después de dejar Amelia otra vez con su padre, me dirigí a la sala de juntas del Círculo, la noche anterior estuve pensado en todo con respecto a ella. Hoy es viernes, hoy es nuestra “cita” como ella le llama. Curveo mis labios al recordar su cara de emoción cuando le dije que si quiera eso lo iba a obtener, pagaría todo, absolutamente todo por verla sonreír, y me vale una mismísima mierda si a alguien no le parece.

Las decisiones las tomo yo, aquí el que da órdenes soy yo.

Entro a la salas de juntas, me ubico en la cabecera de la mesa tomando asiento.

Mi padre me notificó que hoy tendríamos una reunión con los capos que dirigen las afueras de Italia, claramente todo bajo mi mandato. Según el tenemos algo que hablar seriamente. No sé ni de qué coño se trata esta reunión, tengo que aceptar que Amelia me ha sacado últimamente de todos mis asuntos, yo me he dejado llevar por ella, el estar a su lado, el quererla cerca, me cuesta mucho estar lejos de ella.

Es como si hubiera desarrollado un apego hacia su presencia demasiado fuerte, dejando así de lado los asuntos del Círculo.

Y si, me merecía aquel regaño de Esteban, pero nunca se lo di a demostrar. Alzo la vista cuando veo que mi hermano y mi padre ingresan a la sala, toman asiento en sus respectivas sillas. Yo los miro atentamente, les hago un gesto con la mano para que hablen de una vez.

—Les agradecería que hablaran ahora, no tengo todo el día.—espeto.

Los capos dirigen su mirada hacia mí.

—Últimamente han pasado muchos inconvenientes. —Uno de mis capos se anima abrir la boca, su nombre es Palermo Sccieti el de encarga de la parte sur de Italia, mayormente su trabajo es dirigir hacia ese lado las rutas de mis armamentos, específicamente hace el mismo trabajo que los otros capos.

Los otros tres se encargan de las partes, Norte, Este y Oeste.

Tengo vigilancia prácticamente en toda Italia, como dice el dicho “Mejor prevenir que lamentar” y yo no lamento así me ponga una bala en la cabeza.

—Un conjunto de hombres pusieron bombas, dispositivos radiactivos en los camiones donde iban hacer transportado las armas. —comienzo a tantear la mesa con mis dedos, mi sangre comienza a calentar, al percatarme de que no sabía nada de esto. Maldita sea —Para nuestra suerte señor, no todas las armas estaban dentro del camión, solo un 30% de los armamentos fueron destruidos.

—¿Algo más?. —mi voz es firme, neutra y calculadora.

No expreso nada, no demuestro las ganas que tengo de meterle una puta bala en la boca.

—Cuando el inconveniente pasó, les notifique a los demás Capos para que estuviese pendiente de los otros camiones de carga. —mi mirada era fría —No encontraron los dispositivos en los otros transportes, señor.

Mi luz en la Penumbra      Donde viven las historias. Descúbrelo ahora