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Ninguno de los dos pudo conciliar bien el sueño aquella noche. Al menos Diane pudo dormir más a petición de King, intentando que ella se cuidara pues estaba cada vez más cerca el día del parto y causar estrés era algo peor en estos momentos.

En la mañana, Diane se dedicó a hacer sus deberes en el trabajo después de que King la dejara. En cuanto a él…

—¡Maldita sea, Hellbram! ¿No puedo tener ni un maldito momento de paz con mi esposa?—enfurecido, King echó sus cabellos hacia atrás en un acto casi desesperado, el de cabellos verdes trataba de pensar en qué hacer ante esta situación. Él mismo había leído la nota después en su hora de almuerzo y ahora ahí estaba, tratando de encontrar alguna solución en la que ambos no salieran perjudicados.

—Deberíamos llamar a la policía…Pero no sé cómo podrán lograr encontrar su residencia, es todo un misterio.

—Yo no sé, pero estoy harto de ella. Casi no dormí por cuidar de Diane, y ella  ni siquiera tiene la culpa.

Hellbram apretó los labios, apenas iba a comentar algo cuando vio la hora en el reloj de la pared. Era tarde y tenían que regresar a sus puestos.

Ellos hablarían más tarde, con ayuda de su mejor amigo, no había porqué preocuparse tanto, esas amenazas no lo intimidaron.

(...)

Después de haber leído esa nota, la seguridad incrementó en casa de los Fairy. Diane no podía salir sola todo el tiempo, y en su trabajo su mejor amiga se encargaba de vigilar que todo estuviera al orden; claro que le comentaron del problema, pues entre más ayuda mejor. 

Los días siguientes pudieron calmarse un poco más, cuando a las dos semanas todo parecía menos turbulento y la ansiedad disminuyó, aún así, la vigilancia no iba a cesar. De todas formas todo parecía ir bien.

(...)

Dos meses más tarde, Diane se hallaba cocinando galletas en casa junto a Elaine. Pusieron música suave mientras platicaban de sus vidas actuales. Ambas chicas tenían tanto que contarse, hacía tanto que no se veían.

—Y, dime, Diane ¿Cómo te va en tu trabajo? —comentaba la rubia mientras colocaba la bandeja en el horno con la masa de galletas, listas para hornearse.

—Muy bien, me ascendieron de puesto, aunque ahora estoy haciendo más trabajo desde casa. Bueno, en realidad es mixto, más por mi embarazo que nada —espetó mientras se acomodaba en la barra del desayunador dándole cara a Elaine. La rubia asintió contenta, revisó por última vez la masa y se acercó a su amiga.

—Te ves bien, me da mucha alegría verte bien.

Diane sintió que se le apretaba el corazón, tanto cariño que estaba recibiendo actualmente la dejaba demasiado sensible. Abrió la boca para agradecer, pero primero suspiró dejando de lado las lágrimas traicioneras, presas por las hormonas.

—Gracias, aunque estos meses no han sido tan fáciles…

Elaine lo sabía, por supuesto que sí. Tenía que estar enterada de todo. Así que se acercó un poco más y tomó la mano de Diane entre la suya, acarició con su pulgar los nudillos de la castaña y le sonrió con dulzura.

—Todo va a estar bien, ¿si? De igual forma…No ha habido más inconvenientes, ¿verdad?

Diane negó rápidamente, no había visto nada o alguna otra cosa que le dijera que la loca teñida los estaba siguiendo. Aún así no iban a bajar la guardia.

Aunque hayan pasado dos meses desde aquel suceso, cualquier cosa podía pasar…

(...)

Mientras tanto en algún supermercado…

Matrimonio [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora