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ADVERTENCIA:

Este capítulo contiene lime.

Lee bajo tu propio riesgo.

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Una peli rosa se encontraba, aún, tumbada en el frio asfalto de concreto.

Con el cabello un poco enmarañado, seguía observando el camino por donde se fue la pareja.

Pronto, una sonrisa un poco extraña se comenzó a formar en su rostro, sus hombros comenzaron a moverse, mientras un ruidito se empezaba a escuchar desde su garganta, bajó la mirada, mientras sentía, al mismo tiempo como un nudo apretaba su garganta.

Pero el ruido seguía saliendo, hasta que este comenzó a convertirse en una risa extraña y, algo ronca. Se oía más y más, hasta que las carcajadas se hicieron presentes. Todo su cuerpo convulsionaba por la arrebatadora risa, hasta que gruesas lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.

Aquella sonora carcajada comenzó a desvanecerse hasta que hipidos de parte de ella fueron ganando terreno. Se tapó la cara con ambas manos, mientras mordía su labio fuertemente hasta casi hacerlo sangrar.

Le dolía.

Le dolía el saber que alguien más ya ocupaba el corazón de Harlequin.

Le dolía el saber que alguien más, probablemente ya haya probado el cuerpo del oji miel.

Pero le enfurecía no haber sido ella la que pudiera disfrutar de él.

Sentada en el asfalto, movió una mano suya de su rostro, aun abnegado en lágrimas, apretó los dientes hasta casi hacerlos chirriar y formó un puño. Alzó este mismo y lo arremetió contra el suelo, sin importarle el dolor que aquella acción le ocasionó.

Ahora, con ambas manos en forma de puños volvió a golpear el piso. Las lágrimas seguían cayendo de sus ojos, como un rio interminable, gruesas y llenas de rabia, dolor y frustración.

Abrió sus ojos rojizos y levantó la cara hacia el cielo nocturno, y con los orbes cristalizados pronunció:

— ... Har...Harlequin... —Comenzó a decir la peli rosada en medio de sus sollozos— No debí... No debí... Haberme enamorado de ti.

Y calló, calló abruptamente mientras el nudo en la garganta se hacía más grande, mientras las lágrimas saladas seguían resbalando de sus mejillas hasta su mandíbula y terminaban en su clavícula.

Sus puños, aún en el suelo, los apretó fuertemente, hasta hacer sus nudillos blancos, y después se agachó ahí mismo, bajando su cabeza hasta pegar su frente contra el frio cemento, sin importarle que la vieran.

—Ámame... Ámame... ¡Ámame!

Gritaba, con la voz ya más ronca, y sollozando aún más fuerte.

Que importaba que se quedara sin voz, debía de sacar todo lo que tenía adentro.

—Harlequin...—Susurró, aun con la frente pegada al suelo, las gruesas lágrimas saliendo sin control.

No lo entendía, y nunca lo iba a hacer.

Matrimonio [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora