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A la mañana siguiente...

Diane se encontraba vistiéndose para ir a trabajar, después de que le costara enormemente levantarse, ya que su esposo la tenía presa en sus brazos.

Un recuerdo de la noche anterior apareció ante ella, a lo cual Diane solamente tapó su rostro con su cabello aún suelto.

—Diane, ¿sucede algo?—Preguntó King, quien iba saliendo del baño, después de tomarse una relajante ducha.

Diane se sobresaltó, y, roja, le contestó.

—S-si, solo me acordé de lo que pasó anoche, es todo. —Su rostro aún seguía rojo, y Diane solamente lo miraba de reojo.

King, por su parte, solo la miró dulcemente, para, después, tomarla entre sus brazos, por detrás de ella.

—¿Sabes? Eres muy tierna cuando te pones así de avergonzada.—King le habló, casi susurró, a su oreja, el corazón de Diane simplemente latía desenfrenadamente.

—Tonto.

King solamente rio. Le dio un pequeño beso detrás del oído, y se alejó silbando como si nada, para después irse a arreglar. El rostro de la castaña ardía, pero se dio unos golpecitos para recobrar la compostura. Después se la iba a cobrar.

Diane, minutos después, estaba casi lista, solamente faltaba desayunar y ya. Aunque debía esperar a su marido, ya que siempre la llevaba al trabajo, salvo unas excepciones, cuando realmente no podía.

—King, ¿ya estás?—Preguntó Diane, dándose la vuelta para verlo buscando algo debajo de la cama.

—Ah, espera, no encuentro mis zapatos—King estiraba un brazo para ver si ahí podía verlos, pero nada.

"¿Dónde los habré dejado?"

—A ver, te ayudo.

Diane comenzó a buscar por la habitación, hasta que por fin los encontró, en una esquina del cuarto.

— ¡Listo! ¡Ya los encontré!

King, rápidamente, se levantó de un salto para ver a su esposa con un par de zapatos negros en sus manos. Realmente pudo respirar aliviado.

—Muchas gracias, amor. —Le dio un pequeño beso en la mejilla, Diane solamente le sonrió, diciéndole que no era nada, pero que tuviera más cuidado en donde los dejaba.

Finalmente, ambos estaban casi preparados para ir a sus respectivos trabajos. Simplemente bajaban a desayunar y listo.

—Bueno, King, voy bajando para empezar a preparar el desayuno, me toca hoy —Diane le sonrió alegre. King deseaba que esa sonrisa le durara toda la vida.

—Claro, solo arreglo un poco mi cabello y bajo.

—Muy bien.—Diane salió de la habitación, mientras King iba al baño que tenían en la habitación.

"Estúpido cabello, no se deja"

Pensaba King cuando estaba arreglándose, realmente sentía que su cabello era un desastre a comparación del de Diane. Y, ya, minutos después de una lucha incesante con su cabello, finalmente pudo acomodarlo. Ya estaba cerrando el frasco de gel, y guardándolo en su respectivo lugar, cando accidentalmente, su brazo tiró un rastrillo. Lo levantó del suelo y enjuagó por posibles bacterias. Sin embargo, se fijó que ya estaba bastante oxidado, así que mejor lo tiró al bote a un lado suyo, después compraría otro nuevo.

Después de eso, cerró la puerta del baño, para salir de la habitación y cerrarla, igualmente. Al bajar las escaleras, el inconfundible olor del arroz frito le llegó a sus fosas nasales, provocando que su estómago rugiera aclamando por comida.

Matrimonio [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora