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Un mes después…

(...)

—¡Diane! —exclamó Elaine yendo a los brazos de su mejor amiga. La abrazó con cuidado o como pudo, pues la panza interfería un poco. Diane comenzó a dar grititos de felicidad al ver a la pequeña rubia ese día.

—¡Elaine! Sentí que no te vería más —Diane la miró con un leve puchero, Elaine rió dulcemente.

—¡Por supuesto que me seguirás viendo! Más ahora porque pronto es tu baby shower, ¿no estás emocionada?

Diane asintió varias veces con la cabeza, un brillo en los ojos y una sonrisa grande.

Aunque internamente estaba muerta de los nervios por el parto que se avecinaba, por suerte King le prometió que estaría con ella en la sala de partos, así que eso la dejaba un poco más tranquila.

—Por cierto…—la atención de Elaine volvió hacia Diane, quien la veía con una enorme sonrisa en su rostro. —¿Quieres ver el cuarto del bebé? King hizo la mayor parte, no me dejó hacer mucho tampoco.

Una risa brotó de ambas mujeres, pues sabían bien que el castaño era demasiado cuidadoso y protector con su esposa. 

—Claro, quiero verlo.

Al subir las escaleras y llegar al pasillo, Diane se adelantó hasta conducir a Elaine a una puerta blanca.

Cuando la abrió, la rubia soltó un chillido de emoción.

—Las estrellas las pinté yo y el azul de la pared la pintó toda tu hermano.

—¡Les quedó hermoso! Hasta nubes hay…¡Igual una luna y una estrella! Parece que se estuvieran abrazando.

Diane asintió orgullosa de su labor, se acercó a la pared y acarició las nubes de papel que ambos hicieron con esmero.

—No puedo esperar para tener a mi bebé en brazos. Quiero conocerlo.

Elaine se acercó a Diane lentamente tomó su mano libre y le dio un ligero apretón.

—Un mes más y pronto lo conoceremos —la rubia tocó, ahora, la barriga prominente y sonrió con más ganas. Cuando se alejó miró a la de orbes amatista con un brillo divertido en sus ojos. Diane ladeó la cabeza un poco, curiosa de la actitud ajena. —Ya descubrí que será.

Diane abrió y cerró la boca varias veces, pero antes de que la otra dijera algo más, Diane comenzó a mover sus manos de manera ansiosa frente a los ojos ajenos.

—¡No me digas, Elaine! ¡No me digas!

Una sonrisa malvada se posicionó en los labios de la nombrada, pero hizo como si guardara silencio para alivio —casi— de la castaña.

—Supongo que la única persona que lo sabrá será mi marido  —Elaine dio una mirada aburrida a sus uñas para volver al rostro de Diane.

—Me muero de ganas por saber el sexo de mi bebé, pero quedamos en que sería una sorpresa —Elaine soltó un suspiro, aburrida.

—A mi me encantaría saberlo desde el primer momento. Pero está bien, seré una tumba.

—¡Gracias!

Ambas rieron por la declaración, Elaine la abrazó y sonrió más tranquila, aunque no duró mucho pues tuvo un extraño presentimiento.

—¿Ocurre algo? —claro que Diane se dió cuenta del cambio de humor, pero Elaine supo disimularlo.

—Nop, todo en orden. Creo que me dio hambre ¿Vamos a comer?

—¡Ah, si! Ya va siendo la hora de hacer la comida.

Matrimonio [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora