3

646 51 50
                                    

Pasaron dos meses más, y las cosas iban un poco mejor.

King y Diane hacían las tareas del hogar sin problema alguno. Algunas veces parecía que Diane estaba demasiado cansada para hacer algo, pero siempre contaba con la ayuda de su esposo.

Amaba demasiado a Harlequin, sentía que sin él, a su lado, se desmoronaba. Por eso le agradecía tanto el siempre estar con ella.

Un día, a Diane le apareció una idea por su cabeza, tal vez lo pensó cuando hacían eso, pero no lo volvió a hacer, ni siquiera lo quiso mencionar, no sabía que pesaba King de aquello.

Lo que pasaba por la cabeza de Diane era la posibilidad de tener hijos. Ella soñaba con tener dos retoños, una niña parecida a su padre y un niño parecido a ella. Sonreía de felicidad con el solo hecho de pensar en ello.

Ya que estaba casada, tal vez podría existir la posibilidad de tener un bebé...

— ¡Ay, pero que estoy pensando!—Expresó, con la cara completamente roja. Al mismo tiempo exaltando a su esposo. Ambos estaban comiendo tranquilos hasta que los pensamientos de Diane asaltaron a su cabeza.

—Diane, amor, ¿sucede algo?—Preguntó King, un poco preocupado y curioso.

—N-no, es nada, amorcito. No te preocupes.—Forzó una sonrisa mientras sujetaba su cabeza con su mano. Si King no la conociera de años atrás, pensaría que no pasaba nada, pero, no era así, y sabía que sucedía algo en esa cabeza castaña suya.

—Amor, si ocurre algo, sabes que puedes confiar en mí, ¿verdad? No tienes por qué guardarte todo. —King le dio una pequeña sonrisa, en señal de apoyo. Diane solo s ele quedó viendo, si decirle o no. Hace mucho que no hablaban del tema, y creía que él no quería tener hijos, como ella.—Lo que pasa es que...

— ¿Si? Vamos amor, ni que fuera a morderte...

—He estado pensando...

— ¿Pensando que cosas, corazón?

—Pensadoenlaposibilidaddetenerhijos—lo dijo tan rápido que King parpadeó varias veces sin captar lo que dijo su esposa.

—Perdón, amor, o entendí lo que dijiste ¿Podrías repetirlo?

Diane se moría de la vergüenza, pero tenía que decirlo, si no, jamás iba a suceder.

—Que, he estado pensando en la posibilidad de tener...Hijos.

Cuando la escuchó, King quedó en blanco. Sin saber que decir.

Hijos

¿Hijos?

¿Se sentía listo?

¿Estaba preparado para esa gran responsabilidad?

King la miró a los ojos, viendo en ellos el miedo y la incertidumbre que habitaba en ella.

No negaba que había pensado en aquello, más no iba a decir nada, porque pensaba que, diciéndolo, presionaría a Diane, y no quería eso para ella, no la iba a asustar. Cría que ella era la que no quería tener unos pequeños, sangre de ambos. Pero ahora, tal vez su sueño se cumpla.

Pero sabía que Diane siempre había su amor, hasta su apoyo.

— ¿King? Cariño, me estas asustando. Sabes, perdón por molestarte con eso, no... no lo volveré a mencionar si no quieres. —Los ojos amatista comenzaron a inundarse poco a poco. Tal vez King no quería tenerlos y ella tenía que quedarse así. Hasta que Harlequin habló finalmente.

—Me gusta la idea, Diane.

"¿Qué?"

— ¿Cómo, King?

El castaño soltó una risita. Su esposa era tan adorable así.

—Decía, que me agrada la idea de tener una familia contigo.

Diane no podía creer lo que sus oídos escuchaban, se sentía en las nubes, una burbuja de felicidad estaba atravesando todo su cuerpo, de pies a cabeza sin control.

—King... ¡Entonces, no perdamos el tiempo!

—¿Diane?—A veces olvidaba lo alegre y explosiva que era su esposa..

—Diane, espera, hoy no sé si sea posible, ya que abos tenemos trabajo, corazón. Si quieres en la noche, que ambos lleguemos aquí. Paso a recogerte como siempre ¿T-te parece?

De pronto King se puso sumamente nervioso, como en su noche de bodas, pero ya llevaban bastante tiempo juntos y era muy normal en una pareja casada. Solo tendrían que ver las cosas para el bebé, ahorrar, y... ¡Ya, King! ¡Contrólate! Primero, lo primero.

—De acuerdo, de acuerdo, tienes razón. Llegaremos tarde si hacemos eso, además—la castaña vio el reloj de la pared— ¡Mierda! Se hace tarde ¡Amor, ya casi es hora de irnos! ¿Entonces te veo en mi trabajo, a la salida?

—S-sí, Diane trata de centrarte ahora. Después, ya tendremos tiempo para nosotros dos, solos.

Extrañamente, ambos sintieron una corriente eléctrica de deseo abordar su cuerpo lentamente. Los ojos de ambos brillaban y, sin pensarlo, se atacaron, a besos.

Era un momento muy pasional, besos y caricias habían. En el cuello, labios y cara. No pudieron evitarlo, ambos sentían la necesidad de unirse, como no lo habían hecho desde hace dos semanas por el maldito trabajo. Pero no era el momento para ello, el lugar sí, pero ambos tenían responsabilidades que cumplir. Y, con todo el dolor de su corazón, King se separó como pudo.

—Amor, se nos hace tarde, a ambos. —La miraba con los ojos cargados de deseo pero, tenia, más bien, debía controlarse.

—T-tienes razón. Aunque, no me hubiera molestado si lo hacíamos aquí...—Dijo inocente la castaña, agarrando una de sus coletas y dándole vueltas con uno de sus finos dedos.

— ¡Diane! Ya, vámonos. —Salió de ahí, no quería verla a la cara y que notara el notorio sonrojo en su rostro, sumando a la enorme erección que tenía bajo su pantalón. Debería de calmarse camino al trabajo y no dejar que su esposa lo provocara ahora mismo.

Ya, ambos instalados en el carro del de ojos miel, se dirigieron a sus trabajos designados.

—Ya, amor perdón por provocarte así. Es que verte de ese modo tan varonil...—Se acercó a la oreja de King, aprovechando que había un semáforo en alto y dijo con una voz sensual: —Me excita...

"Me lleva con esta mujer, apenas que acababa de enfriarme"

—D-Diane... No tientes al diablo. —La miró profundo, a ver si con eso guardaba la compostura. Y funcionó.

—Perdón, amor. Ah, mira, ya está en verde. —King, enseguida aceleró. Se sentía un poco nervioso de que no se le bajara a tiempo su excitación y llegar así al trabajo. Pero, no debía de preocuparse, primero dejaría a su esposa y después él se iría. Y, llegando a la casa, tomaría cartas en el asunto con esa mujer que lo volvía loco.

Llegaron al trabajo de Diane, ésta se bajó del auto, no sin antes darle un beso de despedida a su marido.

—Nos vemos al rato, mon cherié. —Y, guiñándole un ojo, salió. Parecía que daba saltitos al caminar. De verdad, que King no dejaba de amarla.

—Ay, amor, te amo demasiado.

Y, así, King se fue directo al trabajo. Pensando en las mil y un maneras de como complacer a su mujer cuando la viera.

(...)

Espero que les haya gustado este capítulo.

Fue un poco... Picante, a decir verdad, esto salió improvisado, porque no lo tenía en mente como tal jeje.

¡Y, perdón por la tardanza!

La uni y demás cosas, más que nada la inspiración no me dejaba actualizar U_U

Peero, aquí estamos.

Bueno, nos vemos en el próximo capítulo.

uwu

Matrimonio [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora