―Go... Eigo... ¡Keigo!
Keigo parpadea. Acaba de espaciarse de nuevo, no puede ser.
Observa como Jin cierra el cuaderno de ejercicios, ejercicios que se supone debería estar ayudándolo a realizar en lugar de mirar un punto fijo del escritorio. con el entrecejo fruncido.
― ¿Enserio estas bien, amigo? Ya van dos veces con esta ― Con el entrecejo fruncido, Jin remarca con preocupación
Es cierto, hoy está menos concentrado en lo que pasa a su alrededor, cosa que no suele suceder. Incluso cuando el maestro estaba en el salón no estaba realmente prestando atención a lo que decía, no es que lo necesitará, su memoria era buena y ya había leído sobre el tema una semana antes, es solo que estar distraído no es su estilo.
De todas formas, es molesto como su mente decidió mandarlo al diablo y distraerlo de lo que lo rodea. Bueno, tal vez, no lo ignora del todo, pero si lo descuida, solo responde a quien le habla mientras su mente sigue divagando.
Lo peor era que eso se debía a...
― ¿Sabes qué? Dejemos esto ― Jin guarda el cuaderno debajo de su mesa (cosa que tal vez quería hacer desde hace rato), se gira hacia donde Keigo está sentado con una mano en su mejilla ―. Amigo, estás demasiado distraído, ¿qué te tiene así? ¿Es por tu novia del otro día? Cuéntame, cuéntame, no creo que sea por los exámenes, eres bueno en eso. Además por fin te liberarás de esa tienda de té, tendrás tiempo para estudiar, y para ayudarme a estudiar.
Ignorando la mayoría de las divagaciones de Jin, era justamente lo último lo que lo mantenía así.
Lo que era extraño porque estaba dentro de sus expectativas.
Es decir, sabía que este día llegaría. Su castigo terminaría y al fin podría volver a concentrarse en su naciente carrera musical con este grupo o, si las cosas no iban bien, regresar a su plan inicial en solitario. Los estudios no eran un problema así que no tiene un plan B para eso.
No lo malentiendan, Aiba-san y Tobita-san le agradan, sin embargo las reglas estaban claras desde el comienzo. Aunque disfrutara de la distracción y los momentos extraños que podía presenciar con los clientes no era algo a lo que se sentía especialmente unido o creía que era difícil dejar.
No, aun con ese cariño naciente, que sabía que podía quedarse en un recuerdo que lo haría ver con nostalgia lo vivido en la tienda de té, la verdadera razón era que ya no podría ver a su cliente favorito en sus idas demasiado esporádicas a la tienda.
Y de alguna manera eso era algo molesto.
No tenía porque sentirse así o siquiera sentir algún vínculo con aquel enorme hombre de alguna manera, si bien era divertido molestarlo y babear por él en silencio, seguían siendo unos totales desconocidos. Lo más seguro era que después de no volverlo a ver, Enji-san solo lo recordaría como un mocoso molesto aún cuando le dijo su nombre varias veces, si era honesto no confiaba que un hombre con esa apariencia recordará detalles más allá de que era rubio.
Si alguien lo hiciera confesar, este tampoco era su primer enamoramiento. Pero seguía siendo demasiado diferente porque antes le gustaba un maestro al cual veía prácticamente todo el año y recién después de medio año le encontró cierto atractivo, a diferencia del enamoramiento que Enji-san causó desde el primer momento que lo vio.
Lo que resultaba insoportable no entender, ¿cómo es que es tan distinto?; en el primero vio al sujeto casi todo el año y no pasó más de un pensamiento de: "que lastima" al saber que ya no daría clases en su escuela al año siguiente, a Enji-san solo lo vio 5 veces y se siente como si quisiera verlo todo el año sin parar.
ESTÁS LEYENDO
Un dulce para llevar || Endehawks
FanfictionSalto sobre sus pies con el puño en alto, riendo fuerte y cuando aterriza se congela. Y al lado de ella un, wow, hombre enorme y atractivo pelirrojo lo observa con una mirada de piedra, tiene una ceja elevada, lo mira como si observara a un bicho r...