Tanabata parte II

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Un hecho indiscutible del Tanabata, en opinión de Keigo, era que los puestos de comida deberían ser eternos.

Keigo mordía una masa de takoyaki sin preocupaciones. El pulpo resaltaba realmente bien los sabores de la masa condimentada en su punto, y el crocante del alga combinaba muy bien con la gomosidad de la carne del pulpo. Delicioso, no al punto de compararse con un sabroso yakitori, pero seguía siendo bueno.

De pie en el puesto de comida, mientras esperaban que el pedido de Himura estuviera listo, Keigo entendió el motivo de las disculpas del peli blanco cuando le dijo que su padre lo había mandado acompañado con alguien molesto más temprano.

Normalmente la mayoría de los conocidos de Keigo salían sin la supervisión de alguien mayor. Luego de cumplir 15, podía contar con una mano el número de personas que salían con supervisión familiar, a menos que se tratara de realizar algún viaje o excursión claro está, no es que Keigo tuviera alguna queja contra eso..

El único que si tenía algo con la sobreprotección era Himura. Sus quejas iban con respecto a la sobreprotección de su padre, mucho más que sus quejas contra el gobierno; por lo que para Keigo, era de esperarse que esto sucedería, no había problema. Y fue debido a ese pensamiento por el qué se le complicaba entender las disculpas y molestia contenida de Himura cuando le explicaba que vendrían con alguien molesto al Tanabata para tranquilidad de su padre.

Hasta que algunas de las quejas de Himura cobraron razón.

En este puesto; justamente aquí frente a un grupo grande de personas amontonadas, Hanabata, actual acompañante de Himura con un par de lentes horribles, estaba peleando a voz fuerte con el vendedor del puesto porque le habían entregado un pedido de comida a unas personas que llegaron después de él.

Keigo miraba todo con diversión, comprendiendo las palabras de Himura, mientras el de cabello blanco se encontraba alejándose a pasos cortos cada vez más de Hanabata, girando su cabeza para que nadie vea su rostro. Comprendía el sentimiento de vergüenza ajena, en serio, pero Keigo era alguien que había tenido un modelo de crianza diferente al de otras personas, por lo cual esa discusión en el puesto le causaba más gracia que pena.

―No te rías, por Dios, que vergüenza ― Murmuró Himura, su lento recorrido lo hizo llegar a la esquina del puesto donde Keigo estaba apoyado, divirtiéndose con el desastre.

Compréndanlo, sabía que debía evitar reír, por solidaridad con Himura claro, sin embargo Keigo era solo era una persona común. No podía evitar demostrar cuando algo le divertía.

―Los espectáculos del festival este año están mucho mejores que el anterior ― Comentó Keigo sin borrar su sonrisa, Himura le devolvió la sonrisa con un dedo levantando el dedo hacia él, lo que ocasionó una risa más fuerte ― ¿Crees que nos den tu pedido antes que nos boten?

―No sé de qué hablas, yo no conozco a ese tipo.

Oh, ¿entonces ese era el plan?

― ¡Este puesto no tiene nada bueno que ofrecer si tiene a alguien como usted de dueño, vámonos Geten-san!

El plan se arruinó demasiado rápido.

Con el resto de personas murmurando y girando en dirección donde Hanabata llamaba, un divertido Keigo se llevaba otra bola de Takoyaki a la boca, mientras Himura tenía una expresión complicada en su rostro todo rojo mirando a Hanabata.

No es hasta casi media hora después, luego de que Himura arrastrara unos puestos lejos a Hanabata para regañarlo (o al menos eso Keigo creía), y un incómodo momento donde el adulto del grupo parecía un perro regañado a punto de querer morder a su dueño, que se encontraban sentados en una banca fuera de un puesto donde Hanabata entró a comprar el pedido que Himura no pudo comer del primer puesto. Todavía no era hora que abrieran los Yatai, así que el banco es lo que hay para sentarse a gusto.

Un dulce para llevar || EndehawksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora