ੈ Capítulo veintiséis

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Torneo

El gran día había llegado

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El gran día había llegado.

¿Gran día?

Al menos eso decían todos los titulares que circulaban por ahí.

Su condición estaba destrozada, había ojeras debajo de sus ojos, su cuerpo no tenía fuerza y su semblante entero demostraba que no había esfuerzo alguno por estar en forma para ese día.

Llevaba cinco días sin pisar el gimnasio, cuatro sin comer bien y una vida entera por delante que soportar.

El ring se veía tan lejano a lo que quería, estaba presente, pero no había demasiado compromiso encima, simplemente obligación y con el absurdo intento de seguir con la rutina.

—Estoy listo.

Las palabras salieron en automático. La primera parte del gran torneo se llevaría a cabo, se realizaba una serie de competencias que terminarían con los mejores boxeadores peleando en Tokio a finales del año.

Una oportunidad única.

Hoseok estaba vuelto loco tratando de que sus peleadores quedaran seleccionados para la siguiente etapa. Si lo hacían bien y lograban llegar a la final, patrocinadores y ligas mayores serían capaz de ver a sus pupilos que con tanto empeño había preparado desde que eran unos cachorros sedientos por aprender.

—JungKook.

La voz de SeokJin se escuchó en los camerinos. JungKook trató de ignorarlo, pero le fue difícil cuando el omega se encerró con él dentro de su cuarto.

—No has venido a entrenar, no contestas mis llamadas ni las de Hoseok y jamás abriste la puerta de tu casa. —acusó con obvia preocupación. —Mírate, es obvio que no has entrenado, ni siquiera...

—Estoy listo.

Se levantó de su asiento, la bata roja que cubría su cuerpo era su único escudo para fingir que estaba normal.

—¿Dónde está TaeHyung?

—No lo sé.

—Kook...

—Tal vez en su casa, no lo sé. —esas palabras le dolían más de lo que podía demostrarlo en ese momento. —Es ridículo SeokJin, solo acabemos con esto.

—Hoseok no te dejará pelear así.

—A Hoseok solo le preocupa que gane. —lo cortó. —Eso haré y luego me largaré a mi casa, así que dame permiso.

—Kookie.

Era un truco, lo sabía, TaeHyung hacía lo mismo, siempre usaba esa voz delicada para convencerlo, para traerlo de vuelta.

El problema es que ya no había un camino de vuelta a casa.

—Déjalo.

—No tienes que hacerlo. —intentó convencerlo. JungKook era su mejor amigo, él mejor que nadie sabía que ese hombre parado ahí no era su gruñón de siempre. —Habla conmigo cariño, dime qué pasa.

Falling for you ୧ kv Donde viven las historias. Descúbrelo ahora